Capitulo 7; Un apellido, una reputación

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Caliope se miro al espejo y prácticamente no se conocía.  Ahora si podía verse como una Durtzed, porque debía ser así.  Tenia que usar quien era y la influencia del apellido que tomaba para lo que tenia en mente.  Y sabia que tenia que llevar a su lado a la gente de la alta sociedad y para ello debía ser una de ellos.

Al bajar las escaleras se encontró de frente con Medea que la observo sorprendida

-¿Vas a cazar a algún millonario querida? –la miro de arriba abajo con desprecio

-Buenos días a ti tambien Medea –Caliope siguió su camino sin siquiera pararse.  Hoy se sentía segura, hoy necesitaba sentirse así para sacar adelante su plan.

Cuando salio de la casa lo que menos esperaba era encontrarse a Damian, pero ahí estaba el, subiendo las escaleras del porche hacia la entrada.   Iba distraído y cuando levanto la mirada para verla dejo de caminar y se quedo parado en el ultimo escalón.

-Buenos días –Caliope paso a su lado sin mirarle y se dirigió a su auto que se encontraba estacionado frente a la casa

-Hola –Damian se giro siguiéndola con la vista ¿Esa era Caliope? ¿Dónde iba?  Frunció el ceño, después de todo lo que Néstor le había contado ayer sobre y ella, el dinero que había donado en la fiesta, estaba muy confundido.  Ella le confundía y verla tan radiante, tan segura, tan sexy, no ayudaba para nada.

Cuando Caliope entro a la oficina de Sebastián, este se quedo sentado tras su despacho mirándola sorprendido.

-Cuando me dijiste que era urgente no pensaba que fueras a venir tan arreglada –se levanto del asiento y se acerco a darle dos besos –Te ves radiante

-Gracias –Ella sonrió –He decidido aprovechar la oportunidad de quien soy para ayudar

-Ya veo –Sebastián la miro fijamente –Y dime ¿en que puedo serte de ayuda?

-En primer lugar es un asunto legal –Caliope se acomodo en el sillón frente a el –Se que como mi abogado tienes los documentos de mis propiedades, en especial una.  La única que realmente es mía.

-La casa de tu madre –Sebastián entendió al instante –Pero ese barrio ya no es lo que era Caliope

-Eso ya he podido comprobarlo –Ella asintió –Pero de ese inconveniente nos ocuparemos después.  Lo primero son las escrituras de la casa, quiero que redactes un contrato de cese de propiedad a nombre de la señora Bárbara Dalaras.

-¿Vas a vender la casa? –El frunció el ceño ¿a que venia eso?

-No precisamente –Caliope sonrió –Voy a cedérsela a ella y a su hijo

-No entiendo –Sebastián apoyo los codos en la mesa -¿Por qué?

-Porque son lo único que me quedan de mi pasado –ella suspiro –Bárbara era mi tata, ella me cuidaba cuando mi madre tenia que trabajar  y Esteban, su hijo, el y yo estábamos constantemente peleándonos.  Averigüe que se estan quedando allí como ocupas, porque derribaron su casa.

Pasión GriegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora