~Capítulo 1~

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Las mañanas en el colegio siempre eran un caso diferente cada día, mejor que el ayer y peor que el mañana, los pasillos de resbaladizo azulejo testigos de millones de corridas, saltos, golpes e inclusive caídas como la que recién apreciaba a tempranas horas acompañando el icónico sonido de las suelas resbalando con una blasfemia lanzada al aire culpando a quien hubiese sido capaz de hacerle tropezar sin haber nadie ahí.

—Maldita sea... —Farfulló entre sus labios, percatándose de que testigos de su vergüenza no se hallaban dispersos en la escena, pero de algo sí estaba seguro, o bien creía estarlo sabiendo de primeras que las suposiciones, hipótesis y teorías no siempre son certeras; "Vibra", era el nombre más apto para llamarle a esa paranoia que traía consigo desde hacía ya rato, esa ansiedad que carcome a uno cuando siente que es observado, que es perseguido, que está siendo acosado, un pensamiento muy drástico para un muchacho preparatoriano cuya reputación no lo hace tener ninguna clase de acosador o algo parecido en sí.

Con cuidado se levantó del suelo, reparando una mueca de dolor mientras sobaba su cadera mirando de un lado a otro en el extenso pasillo principal de la planta baja donde los salones cerrados le indicaban el inicio de la primera clase. Encogiéndose de hombros le restó importancia a su accidente y se dirigió a las escaleras subiendo con más precaución para ir hacia su salón.

(...)

El timbre resonó emitiendo un eco lo suficiente audible como para que el cuerpo estudiantil pudiese ser capaz de salir dando por finalizada la jornada escolar. El castaño salió corriendo de su salón aun sin haberse grabado la lección de su caída e inclusive bajando las escaleras de dos en dos con ayuda del barandal de "seguridad". Tenía que llegar lo antes posible a su trabajo de medio tiempo siendo el incentivo de la remuneración la motivación necesaria para dirigirse a su casillero con toda la actitud de alguien dispuesto a trabajar el tiempo necesario por mero placer al beneficio económico.

Con velocidad metió sus libros y libretas utilizadas en el lapso del día en el casillero sin haberse dado cuenta de que una presencia antes completamente especial para su vida cotidiana lo observaba a un lado suyo en espera de que cerrara el compartimiento de metal, una muchacha de pálida piel que daba suaves indicios de corrientes sanguíneas en partes estratégicas como aquellos pómulos colorados al igual que las puntas de sus orejas, nariz, codos y rodillas dándole un aspecto menos fantasmal.

La fémina aclaró su garganta y tras dejar salir un breve suspiro sonrió;

—Dipper —Llamó con serenidad y un tono de voz falsamente dulce a lo que el susodicho dio un pequeño salto que lo hizo girarse con ambas cejas alzadas, atento del llamado.

—Pacífica... Hola —Saludó con una sensación ansiosa recorriéndole por el cuerpo.

— ¿Y tu hermana? —Cuestionó repicando sus uñas meticulosamente agregadas sobre los casilleros como una simple manía, ladeando el rostro y dejando que su fleco escurriera elegantemente por su frente. —Ya no se ha interpuesto entre nosotros —Soltó con un tono de ironía encogiéndose de hombros y pasando su lengua por su mejilla interna. —Supongo que ya no le interesa si intentamos algo de nuevo ¿No crees?

—Pacífica —Repitió llevándose los dedos al puente de su nariz el cual pellizcó para posteriormente voltear a ver a la chica y torcer los labios. —No hay un "nosotros" tú misma lo dijiste —Y de ahí volver a meterle ácido a la herida superada. —No lo hay desde aquella vez que me rechazaste, por supuesto —Escupió con desdén, girando los ojos y viendo hacia otro punto en el pasillo sintiendo como la adrenalina le recorría las venas disimulando a la perfección no verse intimidado ni mucho menos aterrado del coqueteo discreto de la muchacha. —He perdido el interés. —Formular esa última frase le costó lo suficiente para hacerlo trastabillar y recargarse sobre su casillero.

The Killer °Billdip°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora