Capítulo 3 : Conectados.

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Miriam llevaba conduciendo varias horas cuando llegamos a Edale. Estaba a cuatro horas de Londres pero lo suficientemente lejos para que los que me buscaran se despistasen y tuvieran que pensar en donde podía estar. Llegamos a una pequeña casa que estaba en la pradera cercana a la escuela y, a siempre vista, parecía una casa solitaria, sin mucha vida.

 Llegamos a una pequeña casa que estaba en la pradera cercana a la escuela y, a siempre vista, parecía una casa solitaria, sin mucha vida

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Pero, cuando entramos con las maletas, vimos que por dentro estaba perfectamente cuidada con muebles nuevos y con calefacción. Miriam me dijo que mi habitación estaba arriba así que subí y me encontré con que en la casa había otra habitación llena de imágenes de un niño con el pelo castaño y los ojos azules. Me sonó su cara pero no podía ser que lo conociera, nunca había estado antes en Edale. Había una guitarra eléctrica encima de la cama y una foto de un puente en la pared de enfrente. Parecía la típica habitación de un chico de mi edad pero sentía algo extraño, algo que no encajaba, una sensación. Salí del cuarto y me fui al mío para ordenar mis cosas en el armario que estaba al lado de la cama. Miré mi habitación fijándome en cada detalle y me tumbé en la cama mirando al techo.

¿Ahora qué iba a hacer?

¿Qué era lo siguiente de lo que tendría que huir? 

¿En dónde estaría segura?

¿Sabes esa sensación de que no encajas en ningún sitio? ¿Esa sensación de que todo ha cambiado en una décima de segundo?

Por lo menos seguía teniendo a Miriam, ella parecía que estaría a mi lado, quizás era por la promesa de protegerme que le hizo a mi madre. Salí fuera de la casa y di un paseo por el pueblo. No vi a nadie, quizás estaban todos en el colegio ya que era lunes o estaban trabajando, el caso era que las calles estaban desiertas excepto por los coches que pasaban ocasionalmente.

¿De quien sería la habitación que estaba perfectamente ordenada? ¿El dueño todavía seguía viviendo ahí? ¿Era seguro que él me viera?

Un chico paso corriendo y sentí un dolor en mi garganta. Mis colmillos salieron haciendo que sólo pudiera oler la sangre que tenía ese chico en su interior. Corrí detrás de él sin poder controlar mi instinto, sólo era transportada por la sed que me había invadido de un segundo a otro. Pero en el camino me vi parada por Miriam que apareció y me agarró del brazo. Tiró de mí hacia la casa aunque yo me resistía, quería de verdad probar la sangre de ese chico, mi cuerpo me lo pedía.

Entramos en casa y Miriam me sujetó contra la pared hasta que mi otro "yo" desapareció y dejé de sentir la quemazón en la garganta.

-  Debes controlarte, no puedes ir por ahí cazando a humanos. ¿Me entiendes?

Asentí y me quedé paralizada cuando un chico bajó por las escaleras. Mi otro "yo" volvió a aparecer pero esta vez fue en forma pacífica, casi hechizada. Era él, el chico de la discoteca. Su mirada se encontró con la otra y de un segundo a otro volví a salir de la casa por miedo. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué sentía esas corrientes cuando ese chico estaba presente?

Que vergüenza, ¡le había besado para escapar de los que me perseguían! Seguro que me creía una cualquiera, o algo peor.

-  ¡Ey!

Me giré y lo vi corriendo hacia mí. Quise huir pero algo me hizo quedarme en el sitio. Sus ojos se encontraron con los míos pero al sentir la intensidad de su mirada los bajé, por alguna extraña razón sentía que no podía resistirme a él.

Mate.

Levanté la mirada y sentí su mano agarrando la mía y llevándola a mi clavícula donde se formó una media luna. Lo toqué pero ya se había marcado en mi piel como un tatuaje.

-  ¿Qué es esto?

-  Mi marca.

-  ¿Tu marca? - pregunté irónica a punto de pegarle en la cara -. ¿Por qué me has marcado?

-  Me perteneces.

Me reí. 

¿Qué queríais que hiciera cuando un desconocido al que había visto dos veces me decía que le pertenecía y me hacía un tatuaje con su mano como si estuviéramos en Las Vegas? 

Me aparté de él y anduve devuelta a la casa todavía riéndome, ¿prefería llorar de lo confusa que estaba? No, no lo prefería.

Miriam me interceptó nada más llegar.

-  ¿De qué va ese chico? ¿Se ha fumado algo o está loco?

-  ¿Qué chico? - inquirió para después asentir -. ¿Kai?

-  ¿Ese estúpido se llama Kai? Que pena porque el nombre me gusta.

-  Joyce, él es...Digamos que estáis conectados.

-  ¿Conectados? Miriam, por favor, dime que no hay más cosas raras que tengas que contarme.

-  En verdad sí, pero no lo haré sino quieres ahora.

-  ¿Lo podemos dejar para más tarde? Estoy cansada, sólo quiero dormir un poco.

-  Claro, cariño, ve a descansar y te avisaré para la cena.

Subí las escaleras y entré en mi habitación. Me cambié la ropa para ponerme el pijama y acostarme en la cama sin poder conciliar el sueño. La marca en la clavícula picaba así que me encontré llevando la mano al lugar y sintiéndome extraña, era como si a Kai le estuviera pasando algo, como si lo pudiera sentir. 

Sin hacer caso a los dictados de mi cerebro, me puse una sudadera y bajé corriendo para salir de la casa. No sabía donde estaba pero mis pies parecían guiarme hasta donde Kai estaba. Bajé la ladera y vi a Kai rodeado de unos hombres bastante amenazadores que lo tenían atado a un árbol. 

¿De verdad quería ayudarlo?, me pregunté a mí misma.

Debes hacerlo.

Me acerqué a ellos escondiéndome entre los arbustos hasta que estuve un poco más cerca, lo suficiente como para ver como quemaban la marca que tenía en la clavícula haciendo que yo lo sintiera. Mi piel sintió como estaban quemando la de Kai y tuve que aguantar el grito que luchaba por salir de mi garganta. 

Piensa, piensa, ¿qué puedo hacer?

Puedes ayudarle si te marcas una runa en el brazo. Sabes como hacerlas, tu madre las hacía, recuerda.

Puse mi mente en blanco e intenté encontrar el recuerdo hasta que vi a mi madre marcando su piel con la punta de su dedo índice. Retuve la imagen del símbolo que mi otro "yo" había llamado runa. 

Hice lo mismo para después acercarme a los hombres y apuntarlos con el brazo del que salió una especie de humo

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Hice lo mismo para después acercarme a los hombres y apuntarlos con el brazo del que salió una especie de humo. Los hombres quedaron ciegos retorciéndose de dolor a la vez que yo me internaba entre ellos y soltaba a Kai que estaba medio incosciente. 

Lo llevé lejos de los hombres y noté como él ponía su mano sobre mi clavícula haciendo que el uno sintiera al otro más que nunca. 

-  Ahora más que nunca estamos conectados. 

Beyong To My Mate [SD1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora