Capítulo 28 "¿Qué sucedió?"

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Saber que se casaba ese mismo día, en sólo un par de horas la hacia temblar. No sólo el hecho de que temía por los preparativos. Sino que también, no estaba a pleno. Se suponía que debía estar feliz. Pero, ¿cómo? Bien sabía que no amaba a Richard. Le temía. ¿Hacía bien en casarse? Ya era tarde para retractarse. Cientos de invitados y súbditos la esperaban ver llegar al altar.

-Debería comer, alteza, está muy pálida-le decía la criada.

-Me duele el estómago, no tengo hambre.

Eran apenas las siete de la mañana. Catherine estaba acostada en su cama, con una bandeja y su desayuno en ella. Estaba muy cansada para bajar al comedor principal, así que la mujer creyó que llevarle la comida daría hambre a la futura reina. Pero no, ella tenía el estómago cerrado.

-¿No comerá?

-No, gracias. Creo que debería levantarme...

-Oh, si. La señora que se encarga de su maquillaje y cabello no tardará en subir.

-Está bien.

Se desperezó y bostezó, intentando quitarse ese molesto sueño. Es que últimamente, no había dormido nada. Los preparativos y el encuentro de su padre la tenían loca.

-¿Cat? ¿Puedo pasar?-una voz femenina al otro lado de la doble y enorme puerta de su habitación. Era Kiara.

Sin dudarlo, ella corrió para abrirle a su prima y la abrazó en cuanto la tuvo cerca. Su olor a vainilla con chocolate la llenó de una extraña paz. Quería quedarse con ella, para de alguna manera, estar tranquila y no sobrellevar las responsabilidades. Kiara la apartó luego de unos minutos y la miró sería.

-¿Qué te pasa?

Estuvo a punto de llorar y contarle todo lo que sentía, pero se contuvo. Suspiró de una manera profunda para tragarse el dolor y carraspeó, alejándose un poco de la rubia. No tenía que abrirse, no ahora. Se iría todo.

-Nada, Ki, estoy muy nerviosa, eso es todo.

-¿Estás contenta? ¿Emocionada?

-Bueno...si...

Diablos. ¿Por qué su duda había sido tan obvia? Esperaba que Kiara no se diera cuenta. Salió rápidamente de sus pensamientos cuándo dos golpes en la puerta, rápidos, sonaron. Seguro era la modista.

-Adelante.

Dos de las costureras más rápidas del reino, llevaban en sus manos un abultado vestido blanco e intacto. La modista perfeccionista, encargada siempre de sus prendas, apareció atrás de ellas con esos aires de superioridad que siempre había tenido. Sus hermosos trabajos siempre habían gustado a todo el mundo. Era la mejor.

-Su vestido está listo, alteza. Me gustaría ver como le queda, en caso de que halla que realizar algún mínimo ajuste. Se ve radiante, por cierto.

-Gracias. Y si, ahora me lo pongo.

Se puso la prenda y le sentó como guante. Nunca había estado tan hermosa. No de está manera. Con un vestido blanco, nítido, y ese aire de pureza.

-Si, por lo que veo, está perfecto. ¿Algo que desee cambiar?

-No, está hermoso. Le agradezco su hermoso trabajo.

Y así, ya estaba lista para llegar a Richard y unirse en sagrado matrimonio. Sólo tenía que ir hasta el salón en donde la ceremonia se preparaba, cruzar el pasillo y dar el sí.

Unos golpes nuevamente rápidos en la puerta, y el pequeño Tim que entró corriendo a la habitación de su hermana, estaba llorando.

-¿Qué sucede? ¿Qué pasó?-cuestionó ella.

Bailando con lobos ©Where stories live. Discover now