Durante la primera infancia, hablamos de los dos o tres primeros años de vida, la provisión de amor que recibe el infante es importantísima para los procesos de maduración y para la inscripción en el inconsciente de dos conceptos básicos de la mente humana: lo bueno y lo malo.
Todo niño nace con la capacidad de madurar de la forma correcta, sin embargo, si este sufre terrores, angustias o sufrimientos extremos la historia cambia.
Si en vez de recibir apoyo y comprensión vivió castigos severos, violentos o abusos por parte de sus padres y de las personas a su alrededor, es probable que el niño esconda su verdadero ser para crear uno falso. Ahí es cuando todo se vuelve un problema ya que ese verdadero ser se puede interiorizar como un psicópata o un antisocial.
Cansado de esperar un amor que nunca llegó, Evan quedó encerrado dentro de sí mismo, envuelto en odio y egoísmo.
En consecuencia a la terrible infancia que tuvo quedó incapacitado de amar, ya que esos sentimientos así como también la empatía no los interiorizó tan bien como los de destructividad e insensibilidad.
La tendencia normal al bien, después de tanto sufrimiento, se vio eclipsada por todo el odio y rencor en su interior.
Evan Darling, un niño desprovisto de amor, desesperado y desdichado, sintió que el único camino que le quedaba eran las conductas psicopáticas para devolverle a la sociedad una probada de lo que él tuvo que enfrentar.
