—En ti si. En el lugar donde estamos no tanto— inhaló y exhaló dándose ánimos —Vale, vale. Estoy lista— asintió con la cabeza varias veces convenciéndose a ella misma.

—¿Segura?

—Si, hagámoslo.

En Virginia Beach el bungee jumping es una atracción turística, Rayder la había visto y todo sucedió rápido: un reto y un momento después estaban los dos en la jaula subiendo lentamente mientras los turistas observaban desde tierra esperando el momento que saltarían.

El cuerpo de Jade tembló todo el camino mientras que la plataforma de metal ascendía, la grúa tenía cincuenta metros de altura, bajo ellos un inflable era lo único que los salvaría si algo malo ocurriera. Los dos tenían ya una soga elástica atada a sus tobillos que los unía y arneses de seguridad en su pecho eran toda su protección.

Se acercaron a orilla de la plataforma, Jade se apretó al cuerpo musculoso de Rayder al notar lo alto que estaban, cerró los ojos con fuerza, él la abrazó protegiéndola.

Entre sus nervios pudo escuchar la voz del instructor gritando la cuenta regresiva.

—¡Tres! ¡Dos! Uno!

Y se dejó llevar descendiendo en el aire a toda velocidad, no pudo evitar soltar un grito al sentir la caída, el corazón le palpitaba a mil y la combinación de emociones la abrumaron: miedo, euforia y nervios al lanzarse al vacío abrazando con todas sus fuerzas a Rayder que la sostenía contra su pecho.

—¡Ahhh!— gritó Jade seguido por una sarta de groserías que se le salieron involuntariamente cuando la cuerda elástica se estiró por completo e hizo el primer rebote en el aire —¡PASU PUTA MAAA....!¡AHHHH!

—¡Wooo hooo!— en el rostro de Rayder no había miedo, lo disfrutaba al máximo, era un soldado acostumbrado a experiencias más osadas que bungee jumping.

Las cuerdas rebotaron un par de veces más, cada vez con menos intensidad y en menos de cinco minutos todo había acabado, al final quedaron quietos colgados en el aire, Jade se sentía valiente porque había superado el miedo de haber saltado.

Con cuidado fueron descendiendo hasta llegar a tierra donde los esperaban otros chicos para ayudarles a quitarse los arneses de seguridad y las cuerdas atadas a sus tobillos, se acostaron en la arena mientras el equipo era retirado.

—No sabía que de esa boquita salieran tantas groserías— le dio un dulce beso —¿Quieres hacerlo otra vez?— preguntó Rayder juguetón al mismo tiempo que le quitaba un mechón de cabello que se le había escapado de su coleta.

—¡NUNCA!

Se levantaron de la arena, él la atrapó entre sus brazos y le dio un beso.

—Eres valiente Jade Asher, estoy impresionado.

—Igual yo. Debo admitir fue increíble, pero nunca volveré a subir a esa cosa. Vámonos de aquí antes de que se te ocurra lanzarnos otra vez— lo tomó de la mano y se lo llevó lo más rápido que pudo.

Después de la parada en el bungee jumping siguieron su camino, veinte minutos después estacionó la camioneta en Ocean Sand Resort, hotel ubicado frente a la playa. Rayder había hecho reservaciones y quería darle la sorpresa a Jade. En el vestíbulo los atendieron una señorita de uniforme y peinado pulcro.

—Buenos días, bienvenidos a Ocean Sand Resort.

—Buenos días, tengo una reservación para dos personas a nombre Hunter.

La chica tecleó y miró el computador frente a ella —Si señor Hunter, su suite está lista— le entregó una tarjeta de plástico y le hizo una señal al botones para que llevara sus maletas.

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now