Parte Única.

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Silencio.

Era lo único que lo acompañaba mientras los segundos transcurrían, lentos, imperativos y desesperantes.

Su Omega yacía tumbado a su lado, la mullida cama se acoplaba a la forma de su cuerpo, mientras el pequeño inhalaba y exhalaba lenta y tranquilamente. La paz reinaba en sus sueños mientras sus ojos hacían espontáneos movimientos por debajo de sus párpados reposantes. Las blancas sábanas completaban el ambiente, tornándose al rededor de sus piernas evitando el paso del frío aire matutino a ellas.

Harry lo observaba intranquilo. Lo amaba como nunca se había amado antes, todo lo que sentía al verlo era la necesidad pulsante de protegerlo; protegerlo y amarlo hasta el final de sus días.

La triste habitación era el escenario ideal para portar la melancolía que adjuntaba el momento. Un pequeño departamento con paredes verdes, de las cuales el tapiz comenzaba a desgarrarse y caer como resultado de sus década de existencia, el olor a humedad que día con día aumentaba y las plagas que habitaban el lugar junto con ellos. Harry estaba decidido a sacarlos a ambos de esa pocilga, lo haría por Louis pues sabía que merecía algo más que una fría habitación y un pequeño puñado de nueces acompañadas de un tazón de cereal como desayuno eterno. No les alcanzaba para más, pero mientras se tuvieran el uno al otro sería suficiente, ¿no es así?

Sólo un pensamiento cruzaba su mente al ver al Omega dormir, era macabro desde cierto punto de vista, pues sus límites aún no habían sido puestos a prueba. Existía la posibilidad de que no se controlara en una situación en la que su pequeño estuviera en riesgo, aún no lo sabía, pero no le molestaría descubrirlo por su castaño.

«Mío, tú eres mío, pequeño»

Desgraciadamente, las cosas no marchaban como se suponía que deberían. El pequeño lo odiaba, pero también lo amaba; eso lo sabía por qué él mismo se lo había dicho, lo que hacía su "relación" complicada.

Él era su Omega, de eso estaba seguro pues podía sentirlo en su piel, en cada exhalación que daba, en las fuerzas invisibles que estrujaban su corazón cuando no podía estar más a su lado. ¿Por qué las almas felices no siempre están destinadas a serlo?
Oh, intrincada realidad, nunca lo sabremos. Enigma acontecedor que reposa junto a los misterios del universo y los banales pensamientos de la raza humana.

Por fin, el reloj marcaba las doce del día. El Alfa se acercó a Louis y posó su mano sobre aquel pequeño hombro ajeno, gran deleite fue el que sintió al rozar las llemas de sus dedos con el suave tacto de terciopelo que tenía su piel. Lentamente comenzó a moverlo, intentando desvanecer sus sueños y hacerlo volver a la nada prometedora realidad. Lo que daría él por qué las cosas estuvieran mejor, por que las preocupaciones no existieran en la mente de el hermoso hombre que descansaba sobre la cama, por mantenerlo por siempre en una tierra de ensueño.

-Il est temps de se lever, mon cher- [Hora de levantarse, cariño mío]

Aquellos párpados causantes de desvelos se plegaron en un lento vaivén, descubriendo un par de zafiros puros, brillantes. Harry sintió como una corriente eléctrica recorría su cuerpo de arriba a abajo y en todas direcciones cuando sus miradas se cruzaron por primera vez en el día. ¿Era acaso eso lo que pasaba cada que veía a su amor? Si, y le encantaba.

-Bonjour- [Buenos días]

El pequeño despabilaba mientras ocupaba sus primeras fuerzas mañaneras para colocarse en una posición un tanto más cómoda, optó por sentarse. Cada movimiento minuciosamente observado por el Alfa, probablemente su Alfa, aún que eso estaba por verse.

Déclin [l.s] a/b/oWhere stories live. Discover now