Capítulo I Daniel

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         Acabo de despertar en algún lugar oscuro, no veo nada, sé que estoy despierto porque puedo sentir el dolor en mis músculos, la boca seca y lo que creo que es sangre corriendo a lo largo de mi brazo. El ambiente es húmedo y frío, escucho agua gotear en alguna parte pero no puedo moverme para beberla, estoy en una cueva de eso es de lo único de lo que estoy seguro. No sé cómo llegué aquí ni cuánto tiempo he estado, no puedo recordar nada de mi pasado: mis amigos, mi hogar, mis pasatiempos, las cosas que me gustan, mi familia; ni siquiera estoy seguro de haber tenido algo de eso alguna vez.

No sé nada acerca de mi además de mi nombre, Daniel, y una cara familiar de una chica que no sé quién es. Su piel es blanca y su cabello es largo y rojo vivo, y se mueve como si fuera de fuego, es más baja que yo, me está sonriendo y al parecer me conoce, pero, yo no puedo recordar quién es ella.

BOOM BOOOM BOOOM CRASH. Unos sonidos me sacan de mi ilusión seguidos de un montón de polvo y escombros que caen encima de mí y me hacen toser lo que hace que me duela la garganta seca. Una luz penetra desde algún lugar por encima de mí, después de tanto tiempo tirado en la oscuridad total la luz me quema y me deja cegado.

Escucho un fuerte rugido frente a mí y cuando mis ojos entornan veo a un escorpión gigante de color negro. De su cola puntiaguda gotea un veneno rojo como la sangre, y sus pinzas gigantes rozando mi garganta como si estuviera dudando de si debería matarme o no, <No sé que es peor, que me mate un escorpión gigante o morir en esta cueva si saber quién soy> pienso. El momento de duda del escorpión no dura mucho tiempo así que levanta una de sus pinzas para aplastarme, cierro los ojos esperando lo peor. Moriré solo, olvidado, sin saber quién soy, a manos de un escorpión gigante sin oportunidad de defenderme.

Pero en lugar de sentir como me aplasta una pinza de varias toneladas, siento una ráfaga de aire frío que me refresca la vida. Cuando abro los ojos veo lo último que pensé que podría pasar, algo que yo habría considerado completamente imposible hasta ese momento.

Con mis propios ojos vi como encima del escorpión se formaba una nube de tormenta de la nada y empezaban a caer rayos, el agua parecía quemarlo como el ácido y un rayo le cortó la pinza que estaba en el aire la cual cayó a mi lado con un estruendo sordo. Al otro lado había una chica, no la vi bien porque estaba en las sombras, pero vi que tenía sus manos al aire como si ella causara la tormenta y una luz azul salía de ella. La luz le daba un poco de brillo a su cara pero era tan tenue que no se distinguían bien sus rasgos.

Tienes que levantarte, te ayudaré a salir de este lugar pero tienes que ayudarme o ambos moriremos- Me gritó ella por sobre el ruido de la tormenta - ¿Puedes moverte?

Estaba a punto de decirle que me estaba desangrando por el hombro, pero cuando volteo a ver mi brazo resulta que estaba en perfecto estado y el dolor en mis músculos se había esfumado sin que me diera cuenta, así que me levanté y me puse a su lado.

Ella me miró estudiándome de arriba abajo y luego se concentró en el escorpión - ¿No vas a hacer nada?- Me preguntó.

< ¿Qué se supone que debería hacer? > Ni siquiera sé lo que está pasando. Justo en el momento en que este pensamiento pasa por mi mente el escorpión nos ataca con su cola disparando un chorro de su ácido, como si estuviera planeado, yo salto y ruedo por el suelo lejos del ácido el cual quema el suelo y suelta un vapor que me hace llorar los ojos, no veo a la chica por ningún lugar.

OYE, HEY TÚ, LA CHICA QUE ME ESTÁ RESCATANDO- se que no suena muy bien pero no se me su nombre y ella justo está haciendo eso: Rescatándome.- ¡¿Dónde estás?!

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Gracias por votar el capítulo, me ayuda a seguir escribiendo la historia y es gratis, o eso creo. 


La Llegada De Un HéroeWo Geschichten leben. Entdecke jetzt