Capítulo 43

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El invierno se acercaba, en la caseta hacía mucho frio ya. En el complejo, el frio era casi insoportable. Por las lluvias todo se embarraba y se les quedaban los zuecos atrapados en el barro, algo que a los SS les hacía bastante gracia. Aquella mañana cayó algún copo de nieve, por suerte no llegó a cuajar.

Al ver la nieve, tres personas recordaron y pensaron lo mismo. Los tres querían estar en la granja, cuando nevaba se ponía preciosa. Los colores tristes del invierno se tapaban por un manto blanco que hacía que todo estuviera más iluminado.

A Laila le encanta la nieve, esa mañana se levantó de mejor humor al verla, aunque solo fueron unos copos, bastó para que la tristeza aflojara un poco. Echaba de menos su vida anterior, pero por lo menos los nazis no podían quitarle la ilusión de ver la nieve y su belleza m.

Adler la había contado dos noches atrás que su hermano se tomó muy mal lo de su padre. Y que Blaz se había puesto muy a la defensiva al saber que los nazis que llegaron nuevos hacía apenas unos días le buscaban a él. Laila le pidió a Adler que le rogase de su parte que no se metiera en problemas y que intentase pasar desapercibido, algo que ya le había advertido él, pero no surgió efecto. Esperaba que si lo pedía ella si le hiciera caso, aunque igual él pensaba que le decía que lo había dicho ella porque todos sabían de sobra que Blaz a Laila siempre la hacía caso.
Blaz tenía una mente muy retorcida y nunca se sabía con qué podía salirte. Eso la daba miedo. Además, era bastante cabezota.

Temía por ellos. No quería que les pasara nada, y Adler... arriesgaba su vida por ellos todos los días. Llevaba desde el principio de la guerra arriesgando su vida. Primero por Iris y ahora por su familia y ella.

Recordó cuando Adler le contó su aventura del rescate de Iris al campo de Bergen Belsen. Tuvieron que disimular mucho, hacer como si no se conocían de nada. Fueron unos momentos muy duros. Estaban aterrados los dos, y Dirk, desde aquí, sin saber qué estaría pasando. Los tres lo pasaron muy mal. Había intentado muchas veces imaginárselo, pero pasar tanto miedo... No había forma de saber lo que era hasta que te tocaba vivirlo.

Dirk, en su intento de salvar a Iris había terminado muriendo él. Iris en el campo, después de ser violada y maltratada y ver a su novio morir. Solo imaginar que eso pudiera pasarle a Adler o a ella... La dieron ganas de llorar al imaginárselo. No soportaría una vida donde él ya no estuviera.

No sabía cuánto le quedaba a la guerra o si llegarían a salir de ahí con vida si quiera. Pero por lo que escuchaba de los soldados que deambulaban por ahí, los aliados ya ganaban bastante terreno. Mucha gente estaba convencida de que la guerra acabaría pronto y que acabarían por fin con los nazis y el fascismo, menos en España... se entristeció al recordar las noticias que llegaban de allí.

Estaban acabando con todos los del bando republicano, al cual ella perteneció en su tiempo. Les tenían en campos, prisioneros y en unas condiciones pésimas. O en cárceles, incluidas las mujeres con sus hijos. Todos los días fusilaban a gente. La situación en España era de pánico, horror y muerte. Cuando Adler le contaba ese tipo de cosas no podía ni imaginarse como lo hacían para sobrellevar todo aquello. Echaba de menos España, pero ahora mismo no volvería allí ni en broma.

Llegó la noche, se fue a la caseta después de dejar todo en orden. Se metería a la cama directamente. Adler no vendría, pues tenía que ir al campo a ver a sus hermanos y amiga. Les echaba mucho de menos.

Se durmió pensado en ellos.

***

El día fue duro. Todos los días eran muy duros desde que mataron a Dirk. Solo podía sentir odio por aquellos que le hicieron eso por amar a una judía. Una judía sí, pero mujer y persona igualmente.

Se avergonzaba de cómo pensaba antes. Laila le había cambiado y mucho. Ahora se sentía más orgulloso de sí mismo. Ayudaba a la gente y se sentía más vivo. Estaría en deuda con Laila siempre.

La quería mucho, ya no concebía la vida sin ella. Quería que se acabase la guerra ya y sacarla de allí, aunque no sabía si él podría vivir con ella después de todo aquello. Alemania estaba empezando a perder, si perdían la guerra por completo, los hombres de Hitler, incluido él, serían juzgados y muy probablemente fusilados. Pero eso ahora no le importaba demasiado, en ese momento no.

Fue caminando hacía el campo, a ver a sus amigos y asegurarse de que estaban bien. Estaba preocupado Blaz, los soldados nuevos le buscaban y con lo orgulloso que era...

Se fue acercando a su lugar de encuentro. Comenzaba a diferenciar dos siluetas. "No habrá llegado Iris aun, siempre suele retrasarse." En cuando más se acercaba, mas diferenciaba las dos siluetas que ahora ya eran personas. Iris si estaba. Se fue aproximando más hasta que llegó hasta ellos.

Solo estaban Iris y Gabriel. Los dos no parecían tener muy buena cara. Miró a Gabriel.

- Tienes que hacer algo Adler... -le pidió Gabriel.

- ¿Qué ha pasado y dónde está Blaz? -Preguntó con voz temblorosa. Estaba asustado y las caras de Gabriel e Iris no ayudaban mucho.

-Se lo han llevado esta tarde unos compañeros tuyos. Le han preguntado el nombre y al contestarles le han pegado en puñetazo en el estómago y se lo han llevado. Pero... ¿por qué? si se estaba portando bien.

-No lo sé. -Se quedó pensativo un momento- el puñetazo se lo han dado para que no opusiera resistencia a la hora de llevárselo, o por lo menos eso creo. Pero no sé por qué se lo han llevado...

Gabriel se le acercó más, Iris desde el otro lado de la alambrada solo observaba y escuchaba asustada y preocupada.

-Por favor haz algo...

- ¿Sabes a dónde se lo han llevado? -preguntó Adler demasiado nervioso para vocalizar en condiciones.

-No... Ojalá.

Adler miró a un lado y a otro. Les dio la comida.

-Comed rápido y marchaos. Yo buscaré a Blaz o intentaré saber que ha pasado.

Los dos asintieron. Adler dio media vuelta y se marchó.

Amor en el infierno  (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora