Tras lanzarme una mirada desconfiada sonrió divertida.

-Te burlas de mí -sentenció -En todo caso, es tu casa. Tú decides.

-Ese es el punto -esperé a que nuestras miradas se encontraran para continuar -quiero que esta sea nuestra casa.

Valerie me miró fijamente, en silencio unos segundos. Luego, como si recién procesara mis palabras, se paró de un brinco.

-Estás bromeando ¿verdad?

Sus ojos se habían humedecido y toda su cara resplandecía junto a la sonrisa radiante que adornaba sus labios.

-Sí -respondí con la mayor seriedad que pude -No quiero que vuelvas a pisar este departamento de nuevo. Solo era para sacarte pica.

Ella rió haciéndome una mueca a manera infantil y sacándome la lengua.

-No bromees con esto -pidió.

Me puse también de pie y me acerqué, abrazándola de la cintura.

-Este apartamento es nuestro. De ambos. ¿Quieres venir a vivir conmigo?

-Yo... pues... -balbuceó.

-Ay, vamos. Prácticamente hemos estado viviendo juntos desde que me mudé al apartamentito. La de veces que te has quedado a dormir, incluso a casa de mi mamá o yo a la tuya. Si hasta hemos desayunado en la casa del otro. Y ya desde antes con lo del perrito... que ya está medio viejo...

Valerie rió nerviosa, ligeramente avergonzada recordando probablemente las primeras ocasiones que dormimos en casa del otro.

-No sé cómo mis papás no nos mataron la primera vez que te quedaste.

-Quizás porque al día siguiente los recibimos con un super desayuno y habíamos lavado todo lo de la cena y arreglado el destrozo que había hecho Schatz.

-Probablemente -sonrió soltando una risita.

-¿Entonces?

-Obvio que me mudo contigo -me dio un beso en la mejilla y apoyó su frente contra la mía.

-Te advierto que los gastos se comparten.

-Tarado -me golpeó juguetonamente el pecho, riñéndome.

-Y otra cosa.

-¿Ah sí? -alzó las cejas como incrédula -¿Qué más quiere el príncipe?

-Que remodeles este lugar como te plazca.

-¿De veras? -abrió los ojos entusiasmada.

-Me ahorras bastante trabajo -le guiñé un ojo.

-Me vas a ayudar -me lanzó una mirada como de advertencia.

-No prometo nada -bromeé.

Valerie se apartó un poco y contempló a nuestro alrededor como si lo mirara por primera vez. Una sonrisa ilusionada y satisfecha apareció en su rostro antes de que me abrazara, escondiéndolo en mi pecho.

-Mamá va a extrañar a Schatzie -susurró.

-Es tu perro, se hará con la idea -contuve la risa.

-Ahora va a ser nuestro perro -me miró con cierta severidad.

-Titán era mi perro. Este es tuyo.

-Si no lo tratas bien, me voy -me advirtió.

-¿Preferirías al perro que a mí? -reí.

-Yo que tú no me arriesgo -bromeó alejándose en dirección a la salita interior.

-Ya debemos irnos, angelito -le dije alzando la voz sin moverme de mi lugar.

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