Cosas de familia

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Tener a mi hermano mayor como hermano mayor no era fácil. No tanto por tratar con él, desde chico había aprendido a hacer eso. Es complicado ser alguien si te conocen como "el hermano de...". Ser el hermano de Castiel no solo era complicado en ese sentido, lo era un poco más de lo normal. Solo entrar a la escuela secundaria (para dar un ejemplo) y el director ya me odiaba. Genial ¿eh?

De todas maneras, no solía importarme mucho. Adoraba a mi hermano mayor. Adoraba fastidiarlo tanto como él adoraba fastidiarme a mi.

-¿Tomás?

Alcé la vista al oír mi nombre en los labios del director. No dije nada unos instantes mientras intentaba imaginarlo como lo habría visto mi hermano: menos canoso, con menos o quizás casi ninguna arruga y probablemente con el ceño aún más fruncido.

-Pasa -me indicó e hice caso en silencio.

-Yo no debería estar aquí -fue lo primero que dije en cuanto ambos nos sentamos.

-¿Ah no? ¿Y quién dejó las bombas fétidas en el salón del segundo piso?

Tuve que esforzarme para esconder una sonrisa burlona.

-No fui yo -dije tranquilamente, riendo por dentro.

-¿Y sino?

-Yo qué sé. No pude castigarme solamente porque no sabe quién fue. Y tampoco y mucho menos porque soy hermano de Castiel.

El director frunció el ceño con la sola mención de mi hermano y enrojeció de vergüenza y cólera.

-Eso no tiene nada que ver -balbuceó.

-Ah ya...

-Mira, yo sé que no eres como tu hermano, lo has demostrado en varias ocasiones, pero tienes que entender...

-Ya... sé cómo es Castiel... ¿Me puedo ir?

-Sí, sí, supongo que sí. Disculpa el contratiempo.

Asentí y salí de la oficina en silencio. Una vez fuera del colegio y mientras caminaba para poner unas cuantas cuadras de distancia llamé a mi hermano.

-¿Y? -preguntó de tal manera que pude imaginar su expresión entusiasmada y ávida de información a la perfección.

-Fue un éxito total -le conté sonriendo con orgullo.

Castiel soltó una carcajada.

-Estoy muy orgulloso de ti -me dijo entre risas.

-Me vas a deber lo que ofreciste. La profesora salió chillando como loca. Olían horrible. Eran el asco ¿De dónde sacaste esas porquerías?

-Aún tengo mis contactos...

-¿Tomás y Javier?

-¿Estás loco? Ese par de inútiles... -dudó unos segundos- ...aunque en realidad sí conseguían cosas buenas para las bromas... Esos tarados... La cantidad de líos que se metieron y nos  metimos juntos... Pero no, estas me las consiguió Hernán.

-Hernán -sonreí al recordar cuando todo el grupo de mi hermano se aparecía por mi casa y yo trataba de ir con ellos.

-¿El director no te hizo problemas?

-¿Castiel? -se escuchó una voz detrás de él.

-Carajo -masculló mi hermano.

Yo solté una carcajada.

-¿De qué hablas? ¿Problemas con el director? -esta vez la voz sonó más cerca.

-Te voy a poner en altavoz para que te rías un rato -me dijo apresuradamente mi hermano en un susurro.

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