Oscuridad

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Sehun era todo oídos y latidos rápidos desacompasados, asustado de tan siquiera parpadear, perderse detalle de lo que en aquel momento parecía la cosa más interesante del mundo:

El pequeño atrapasueños que colgaba inocentemente sobre su cabeza.

Cabía perfectamente en su mano, suave y de un tono blanquecino que se había ido oscureciendo con el paso de los días. La pequeña cuenta del centro brillaba de forma misteriosa, azulada brillante; las plumas verdes y tersas, balanceándose con la ligera brisa otoñal de la madrugada.

El reloj marcaba las 3:45 am.

El sueño lo golpeaba a modo de dolores de cabeza tan fuertes como una migraña, lo obligaba a bajar los párpados apenas milímetros, milímetros que equivalían a horas de sufrimiento y angustia para Sehun.

Solía poseer una piel blanca y lechosa, suave a la vista, ojos risueños y una perenne sonrisa. Sin embargo ahora lucía sendas ojeras, oscuras como la noche propia, profundas como un abismo, posados lánguidamente sobre su ahora cetrina piel de aspecto enfermizo. Nada salía ya de su boca que no fuera jadeos de terror o gritos dignos de una persona a la que están torturando de la forma más sádica posible. No, Sehun ya no era Sehun.

4:00 am.

Jamás pasaba de las 3 primeras horas, lo sabía. Era casi como un ritual macabro, el resistirse con garras y dientes a caer a aquel pozo sin fondo que era el sueño para no despertar jamás, sentir dolor casi con alegría. Casi. Porque si había algo que él no experimentaba hace mucho, eso era la alegría.

Y ahí estaba, ojos cerrándose pese a la resistencia puesta con toda su fuerza, ahora reducida a la de un insecto diminuto y despreciable, fácil de pisar, aplastar hasta oír el crujir de su caparazón en gloriosa armonía.

Un peso se instaló en sus párpados. Era ese momento preciso en el que perdía la batalla definitivamente, momento en el que todos sus demonios se apoderaban de sus sentidos hasta hacerlo caer en el más profundo sopor...

Y oscuridad.

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La luz escaseaba en aquel cuarto al que terminaba confinado. No podía moverse, tan siquiera respirar. Solo podía abrir y cerrar los ojos como un espectador que espera ver su espectáculo favorito.

Con la diferencia de que Sehun no quería ver, no esperaba ningún espectáculo y mucho deseaba seguir en aquella habitación.

Casi como una rutina, dirigió la vista hacia el lado izquierdo de su campo visual. Y ahí estaba.

Una silueta se recortaba perfectamente entre la oscuridad; suaves proporciones, esbozadas casi con sutileza sobre aquel lienzo de oscuridad y desesperación a la cual se encontraba Sehun confinado, sin poder dejar de observar.

Latidos arrítmicos acompañaban el creciente terror que amenazaba con subir por su garganta hasta transformarse en gritos salvajes y descontrolados, justo como aquel momento.

Lo tenía contabilizado, sabía en qué preciso momento la figura empezaría a deslizarse en su dirección con parsimonia, disfrutando del paseo.

5 segundos.

La figura se adelantó lo equivalente a un paso, porque sí, al inicio aquella cosa no parecía tener pies ni extremidad alguna con la cual avanzar, solo... deslizarse.

Sehun encontró que su corazón no bombeaba más sangre, sentía entumecido su cuerpo, ahora invisible.
Contaba con 7 minutos exactamente para echar a correr en dirección contraria y alcanzar la puerta, la cual no se abriría por nada del mundo, obviamente.

Nightmare - [HunHan]Where stories live. Discover now