Capítulo 04

13.5K 978 68
                                    

[1 mes después]

Alex:
–Señor Alexander –llamó Jenny, interrumpiendo mi charla con mi jefe sobre la próxima exposición de arte–, su prometida llamó. Dice que se sintió muy mal y decidió ir al hospital.
De acuerdo, eso no podía ser bueno. Jess era de las chicas que ni disfrutaba de visitar a un médico, mucho menos un hospital, a no ser que se trate de algo serio ¿Pero qué? Si, era cierto que últimamente no parecía estar sintiéndose bien, pero no creía que fuera algo para visitar un doctor de forma tan urgente.
–Alex –llamó Federico, mi jefe y dueño de la galería de arte–, si quieres ir con Jessica puedes hacerlo, no hay problema. Mañana terminamos de arreglar los pormenores de la exposición.
Una de las mejores cosas de que tu jefe te conozca y sea tu amigo desde que eras un niño es justamente esta clase de cosas. No creía que otra persona en su lugar hiciera lo mismo.
–Muchas gracias, hombre –dije abrazándolo brevemente, a lo que él respondió palmeándome la espalda un par de veces antes de apartarnos y que comenzara a encaminarme hacia mi oficina.
–Dale un beso a Jess de mi parte –dijo antes de que lo perdiera de vista.
*
*
*
–¡Jess! –la llamé en cuanto pude localizarla entre las demás personas de la sala de espera.
Automáticamente ella volteó su rostro hacia donde me encontraba, buscándome con la mirada. Me localizó bastante rápido, entonces sonrió, para rápidamente después ponerse seria y fruncir el ceño. Se puso de pie y atravesó el pasillo blanco que nos separaba, apartando a las personas que se interponían en su camino hacia mi.
–Alex, ¿que estas haciendo aquí? La secretaria de Federico sino que estabas en una reunión co él –dijo ella en cuanto llegó a mi lado.
–Tu dijiste que venías al hospital, pensé que se trataba de algo grave y Federico me dejo salir antes ¿Es algo grave?
–No... No se. Me sacaron una muestra de sangre y orina para hacer análisis. Ahora solo hay que esperar.
–¿Te darán los resultados hoy?
–Si, el médico pidió los análisis de forma urgente.
Muy bien, eso significaba que podía llegar a ser algo malo, y no me agradaba nada. Nada podía ocurrirle a Jess, si algo pasaba con ella... No se si sería capas de asumirlo. Definitivamente no podría aceptarlo.
–De acuerdo, entonces esperemos –fue lo único que pide decir.
*
*
*
–¡Señorita Jessica Medeiros! –llamó una enfermera en voz alta casi tres horas después de que llegara al hospital.
Jess se puso de pie de forma inmediata y avanzó hacia ella. La mujer le entregó dos sobres, cada uno correspondiente a cada análisis.
–Llévale esto al doctor y él te dirá lo que ocurre con los resultados –le dijo la enfermera.
–Muchas gracias.
Luego nos dirigimos al consultorio del médico que atendió a Jess, a unos cuantos pasillos de donde estábamos.
Jess golpeó la puerta con un letrero que informaba que se trataba del consultorio número ciento siete y que se encontraba a cargo del doctor León Souviers. Esta se abrió revelando a un hombre canoso, de cabello corto, no muy viejo pero tampoco joven. Seguramente estaba en sus cuarenta y tantos años.
–Señorita Medeiros, ¿ya tiene sus resultados? –preguntó el hombre. Se veía como alguien serio, muy profesional, y algo amargado.
–Si, aquí los tengo.
–De acuerdo, entonces echémosle un vistazo –anunció, y fue entonces cuando pareció percatarse de mi presencia –¿Este chico viene con usted?
–Él es mi prometido, Alex.
–Muy bien, Alex, ¿quieres entrar con tu novia? –preguntó el doctor Souviers con una pequeña sonrisa. De acuerdo, no era tan amargado.
–Si.
–Muy bien, pasemos entonces.
Nos introducimos en la pequeña habitación que conformaba su consultorio y tomamos asiento en cuanto él nos lo indicó. Luego de eso se dispuso a sentarse en su propio asiento y abrir los sobres con los análisis de Jess, los cuales leyó de forma lenta y atenta. Nada en su rostro indicaba que los resultados fueran malos o buenos, por lo que deberíamos esperar, y eso no me estaba haciendo mucha gracia.
Casi diez minutos más tarde el médico bajó los papeles y nos observó.
–¿Hay algo malo con los análisis, doctor? –preguntó Jess. Su cuerpo se encontraba rígido. Estaba preocupada, lo que era algo obvio. Yo mismo estaba bastante nervioso. De esa manera tomé su mano y la estreché entre firmemente entre la mía, mientras esperaba a que el doctor Souviers se dignará a hablar.
–Bien –comenzó él con un suspiro–. No hay nada en los análisis de lo que se haya que preocupar.
–¿Entonces? –pregunté un poco desorientado –¿Qué es lo que tiene Jess?
El médico no respondió, sin embargo comenzó a escribir en una receta en blanco, luego la arrancó y se la entregó a Jess.
–Te eh recetado hierro, debes tomar las pastillas diariamente y también debes coordinar una cita con el ecógrafo.
«¿Eh?».
–¿Con el ecógrafo? –preguntó Jess, tan perdida como yo.
–Si. Señorita Medeiros, me complace anunciarles que van a ser padres.
Nuestra respuesta fue automática y sincronizada.
–¿Qué?
-
-
Emma:

Todo estaba saliendo mal. Luka se marchó sin pensarlo dos veces, sin dejarme terminar de explicarle lo ocurrido. Para colmo mamá también se enteró, tanto por la culpa de mi, para nada discreto, ex novio, como por el chismoso de Teo. Asi que se imaginan, ¿no? Comenzó a soltarme la reprimenda más larga de toda la historia, recordándome una y mil veces cuan decepcionada estaba de mi. Y para empeorarlo aún más, llevaba una semana enferma en cama, por vaya a saber dios qué, sintiéndome como la peor cosa sobre la faz de la tierra. Para lo único que dejaba la cama, a estas alturas, era para ir al baño cada cinco minutos (estaba empezando a sospechar que todo esto se trataba de una infección urinaria), o para comer.
La puerta de mi habitación se abrió estrepitosamente, dándome un buen susto y haciéndome saltar de la cama ¿Por qué no me sorprendía al ver a la persona de pie en el marco de mi puerta?
–Vamos, Em. Tienes que salir un poco, no podes seguir en cama –dijo mi hermana, adentrándose en la habitación–. Vas a terminar empeorando en vez de mejorar si sigues así.
Nani se acercó a la cama y se sentó a mi lado sin despegar su mirada de mi.
–Es fácil para ti decirlo, no te estas sintiendo como un pedazo de popo andante –respondí con mi voz ronca por el sueño. Últimamente lo único que quería hacer era dormir y dormir.
Ella chistó.
–No puede ser tan malo.
–Hablo enserio. Ni siquiera eh podido descansar bien estos días, por más que duerma siempre me despierto más cansada que cuando me duermo. Esto me está matando –expresé. Aquello parecía más una queja que una explicación.
–Llamemos a un médico entonces.
–No quiero, no me gustan –dije rápidamente, sintiendo el pánico, en pequeñas cantidades, recorrer mis venas–. Estoy esperando que se me pase. Voy a estar bien.
Creo que el peor trauma que eh tenido desde que tengo memoria (sin contar mi fobia a los insectos) han sido los hospitales y los médicos ¿La razón? Más que nada, y sobre todas las cosas, las agujas.
Si, esas pequeñas y finas maquinas de tortura. Solo el hecho de llamar a un médico o ir a un hospital, asi sea por una mínima cosa, trae la posibilidad de que una de esas «cosas» termine bajo mi piel, de nuevo. No, no y no. Prefiero morir antes.
–Emma, no seas bebé. Hace como una semana que estas esperando a que se te pase ¿Qué pasa si es algo serio? –se quejó mi hermana
–Si fuera algo serio mamá ya habría llamado.
–Mamá esta trabajando y no está casi nunca en casa, es imposible que se de cuenta. Voy a decirle a Teo y vamos a llamar a un médico.
–¡Hey! Ya estoy grandecita, ¿no? No le digas nada a Teo, ya te dije que no quiero un médico.
–Aquí la hermana mayor soy yo, asi que calladita te ves más bonita, gracias. Además, ya es hora de que superes ese trauma, ¿no? Tienes diecinueve.
–Déjame decirte que no te comportas como una, y técnicamente el hermano mayor aquí es Teo.
–Solo por dos minutos y medio, no molestes –reprocho haciendo un mohín
–Se supone que de los tres la que actúa como la mayor soy yo. Esto no es justo.
–La vida no es justa, bebé. Ahora vuelvo –Y dicho eso se puso de pie y salió de la habitación. Lo peor era que no tenia fuerzas para detenerla. Demonios –¡Teo!
–Ufff...


Mi vida con KnoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora