Bajamos de la canoa y nos dirigen a unas mesas de madera para comer. Nos sentamos en una mesa, Riley, Lucas, Farkle, dos chicos de la otra clase y yo. Mr Matthews empieza a repartir mini-cocinas*, caldo de sopa, fideos y sal, y Ms Kossan empieza a explicarnos como cocinarlo, y así lo hacemos, después empezamos a repartir la comida.
- Woah.- Comenta Riley, y observo a donde sus ojos observan: el plato de Farkle.
- No sabia que tanto caldo cupiera en ese pequeño cuerpo desnutrido.- Río. El seguidamente erupta.
- ¡Que asco tío! - Grita Riley moviendo su mano enfrente suya.
- Un erupto es científicamente el aire que tragamos al comer, beber y etc, que sale con olor a comida y a líquidos del cuerpo, no tendria que darte asco. - Dice este.
- Has hecho que me de mas asco aun.- Dice Riley, seguidamente ríe.
- Zay no para de perseguir a esa animadora, ¿Huh?- Pregunto viendo a la mesa donde el esta sentado. Lucas ríe.- Pues espero que le salga bien.- Digo moviendo un hombro.
- ¿Y tu? ¿Estas persiguiendo a alguien? - Pregunta uno de los chicos, con ojos claros y pelo oscuro.
- ¿Yo? - Pregunto, y siento como mis mejillas se ponen rojas, no me esperaba esta reacción en mi misma. - No, yo no persigo, me persiguen.- Digo intentando ser arrogante con una sonrisa al final.
Lucas ríe.
- Mas quisieras.- Dice este.
- Deberían de perseguirte, eres preciosa.- Dice aquel chico.
- Lo se.- Digo con una sonrisa egocéntrica.
- ¿Querrías quedar algún día?- Pregunta y sus mejillas se ponen rojas.
- Cla-
- No.- Dice Lucas, cortandome.
- Tio, deja que conteste ella. - Dice el chico sentado al lado del rubio, pelirrojo con gafas y ojos oscuros.
Tengo que admitir que me encanta ver a Lucas así, peligroso, celoso.
- No me hables así. - Dice Lucas, con un tono de voz que me asusta.
- No, no podemos quedar. Lo siento.- Contestó yo. Para parar todo este caos.
Farkle le susurra algo a Lucas que no llego a oír y Lucas asiente.
Me levanto, cabreada, por alguna razón que no entiendo y camino hasta un árbol, donde me siento en el lado que da sol. La mayoría de gente se sentaría en el lado que da sombra para que no les de el sol, pero a mi me gusta que me de el sol, no se porque. Simplemente me gusta. Cierro los ojos y dejo mi cabeza caer atrás, sintiendo el calor del sol.
- ¿Que fue eso? - Dice Lucas sentándose a mi lado.
- Eso debería de preguntarte yo a ti.- Digo aun sin abrir los ojos.
- Dijistes que te gusto y yo te lo he dicho antes, entonces...
- Eso no significa nada.- Respondo.
- ¿Mis sentimientos no significan nada?- Pregunta.
Abro los ojos y le miro.
- Me refiero a que, aun así, no debería estar contigo, y tu no debes estar conmigo. Es lo mejor. - Contesto.
- ¿Por que no eres lo suficiente buena para mi? ¿Por que eres mala para mi? ¿Por eso? - Dice alterado, yo asiento. - Seré yo quien decida si eres o no buena para mi, se lo que siento, y se que tu también lo sientes.
- No lo sabes.- Digo.
- Me lo has di-
- No importa lo que haya dicho. - Digo. El me mira en silencio, mi mirada cae a su camisa. - Cuando odio a alguien, odio mucho, tanto que puedo llegar a pegar a esa persona o a intentar hacerle daño de otra manera y cuando no puedo hacerlo, me siento impotente y lloro. Pero cuando quiero, quiero demasiado, tanto que puedo llegar a herir a alguien. Y no quiero que eso pase.
Después de un segundo en silencio, siento mi corazón partirse y mis ojos arder pero contengo mis lágrimas. La mano de Lucas va a mi barbilla y me obliga a verle a los ojos.
- No me importa, me gustas, Maya. Con y sin fallos.
- Pero tengo demasiados fallos.
- No para mi.
- Tu eres Mr Perfecto.
- Bueno, pues a lo mejor necesito a alguien con muchos defectos, de esa manera yo me quedo con algunos de tus defectos, y tu te quedas con mi perfección. Aun que para mi, ya eres perfecta.
Una lágrima cae de mi ojo, el frunce el ceño y la seca rápidamente.
- ¿Por que lloras?
- Nunca nadie se a importado tanto por mi. - Susurro, y mi voz se rompe.
No puedo detenerme y le abrazo, mi cabeza queda en su pecho y me deja escuchar como su corazón se acelera cuando yo estoy cerca.
- Gracias.- Digo, aun con un nudo en la garganta.
- ¿Por que? - Pregunta el, su voz rebota en su pecho.
- Por existir.
Cuando digo esas palabras, aun sin verle se que sonríe.
