Cincuenta

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Lucas aceleró con su coche para llegar a la floristería lo antes posible. 

Cuando ya las tuvo condujo veloz hasta la cafetería y allí, en la entrada pudo observar a un Eloy más nervioso de lo normal y Lucas se dio cuenta de que Greta le había calado a fondo.

Bajó la ventanilla y le llamó.

—¡Nenaza!

Eloy salió de su trance y se acercó al coche, mientras de este salía Lucas.

—¡Tío, menos mal! ¿La has traído?

—¿A las tías buenas de la floristería? No, pensé que ya tenias suficiente con Greta.

—Las rosas, idiota.

—Eso... Sí —abrió la puerta del copiloto y sacó el ramo.

—Necesito otro favor —dijo Eloy rechazando las flores que su amigo le tendía.

—No me jodas...

***

Greta y Regina, su hermana, estaban llegando a la cafetería. Greta no dejaba de morderse las uñas y Regina no paraba de reñirle porque estaba estropeándose la manicura.

—¿Sabes lo que le vas a decir? —preguntó Regina girado en una rotonda.

—Hola.

—Mmh... Sí, buen comienzo.

Greta notaba que su corazón iba a estallar, no podía respirar bien. En un segundo cogió el volante a traición y obligó a Regina a parar el coche.

—¡No puedo hacerlo! —gritó bajando del coche.

—Respira.

—¡Ya estoy respirando!

—Sabes, creo que el sexo es una buena manera de congeniar, propónselo.

Greta la fulminó con la mirada mientras volvía a subir al coche un poco más calmada.

***

Lucas se encontraba metido en todo este lío por su amigo Eloy, y lo iba a matar si luego no se la follaba. Sólo por tener que hacerle este favor.

Eloy le miraba desde una mesa próxima.

Cuando dos chicas entraron por la puerta ambos se pusieron en alerta. Lucas se escondió tras una columna mientras maldecía internamente y Eloy miraba con disimulo.

***

Greta y Regina entraron el el local, Greta respiraba agitadamente y Regina mostraba una seguridad que era impresionante.

Greta no se contuvo y le pidió lo que tanto rato había querido pedirle.

—Ve tú.

—¿Perdona?

—Ve tú y le dices que soy yo.

—Entonces... si tiene un buen culo ¿Puedo follármelo por ti? —dijo por el simple hecho de ver a su hermana roja de ira.

—No.

—Vaya gatita... ¿Quién lo hubiera dicho?

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