Cuarenta y tres

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Eloy se encaminaba hacia el supermercado, como cada martes. Consecuencias de haberse independizado tan joven, tenía que ir a hacer la compra muy a menudo y sin contar que en su mísero empleo tampoco le daban una gran cantidad de sueldo. Aún suerte que había conseguido un trabajo.

El caso, Eloy se encaminaba hacia el supermercado, como cada martes cuando oyó algo que le llenó de curiosidad.

-¿Has oído eso de la playa? -dijo una señora cerca de él.

-¿Lo del mar? -preguntó en respuesta otra.

-Si, eso habrá que verlo yo no me creo que el mar sea rosa...

Eloy se paró en seco olvidándose completamente de la compra y se dirigió a las señoras.

-¿Qué es eso de que el mar es rosa?

-¿No te lo han contado? La gente va como loca, dicen que ahora el mar es rosa.

-Pero será mentira -se quejó la otra.

Eloy salió disparado sin responder a las mujeres, corriendo cogió el autobús que iba hacia la playa y se subió.

Tenía que comprobar si era cierto que el mar era rosa...

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