3. Playas paradisíacas

27.2K 1.7K 81
                                    

Sicilia, una hermosa y paradisiaca isla italiana, repleta de playas y costas de aguas azules y cristalinas, dotadas por construcciones antiguas y un clima increíblemente agradable. Estoy completamente feliz de estar aquí. Playa, por fin playa para poder disfrutar. Es extraño pensar en Londres estando en un lugar como este. No hay lluvia o nubes, el cielo es completamente azul y el sol brilla sin cesar, incluso la noche es mucho más impresionante que en cualquier otro lugar que ya haya estado. Es nuestro segundo día aquí. Ya hemos hecho algunas compras, recorrimos varios sitios turísticos de la ciudad y hemos almorzado en un exclusivo restaurante. No había probado la pizza en mucho tiempo, pero al hacerlo, reviví algunos momentos de mi adolescencia. Fue divertido ver como el queso se nos escurría de la masa y se deslizaba por todas partes.

Pero hoy, es un día completo de playa, de tomar sol y bebidas exquisitas para matar el tiempo, mientras que nos bronceamos y relajamos.

—Todos están mirándote —murmura Adrien, acercándose a mi oído derecho con cautela, mientras que rodea mi cintura de modo protector. Sonrío ampliamente para mis adentros. Solo llevo un diminuto biquini y sé que la idea no le agrada, pero estamos en la playa, no puede prohibírmelo.

—Estás exagerando —respondo, acelerando el paso para caminar delante de él.

Adrien frunce el ceño, pero permanece callado por varios minutos. Me alcanza y, luego, toma mi mano y caminamos juntos sobre la arena húmeda, sintiendo como las olas nos mojan los pies con delicadeza.

Lo cierto es que varios hombres se han volteado a verme, pero no puedo culparlo. Tengo mi sedoso cabello hasta la cintura, la piel de un tono blanco llamativo y un sensual biquini que deja mucho que desear. No puedo hacer nada más, soy hermosa. No es mi culpa.

Encontramos un buen lugar en el que descansar. Adrien reservó un sitio especial para ambos, algo alejado de los demás turistas. Tenemos una amplia sombrilla, solo para nosotros, y dos reposeras que se ven muy cómodas. Me siento en una de ellas y quito de mi bolso el protector solar. Adrien se acerca sin decir nada y me lo coloca en la espalda y en los abrazos, acariciándome con suma dulzura.

—Adoro tu piel —murmura sensualmente, haciéndome estremecer por dentro.

—También me gusta mi piel —comento a modo de broma y oigo como una sonora risita se escapa de sus labios. Besa mi cuello y, luego, se recuesta sobre su asiento y se coloca los lentes de sol.

Suelto un suspiro y muevo un poco la sombrilla para que me del sol. Me relajo, respiro lentamente y disfruto de los rayos solares que calientan mi piel y me hacen sentir muy bien. Es increíble lo hermoso que puede llegar a ser el sol. Es una pena que en Londres no lo vea muy seguido. Creo que esto me haría muy bien en esos días de estrés.

El silencio y la tranquilidad me invaden por completo, hasta que oigo el familiar sonido de mi celular. Pongo los ojos en blanco, muevo mis lentes de sol hacia la altura de mi cabeza y, luego, tomo el ruidoso aparato que reproduce una vieja canción de Justin Timberlake sin cesar.

Observo la pantalla y leo "Damien"

Oh, mierda. No sé qué hacer. Si contesto, Adrien probablemente se moleste y, si no lo hago, será sospechoso y él se molestará de todas formas. Mierda, ¿Por qué tiene que ser así de complicado? Somos solo amigos, pero los celos erráticos de Adrien me fastidian y no quiero arruinarlo. Todo sale perfectamente bien.

Mi esposo me mira una vez y frunce el ceño, mientras que el celular suena. Lo miro sin decir nada y suelto un suspiro.

—Hola —digo con la voz entrecortada.

—Hola, nena —Puedo imaginar su sonrisa al otro lado de la línea—. Hace una semana que no sé nada de ti, ¿está todo bien?

—Sí —respondo en un leve balbuceo—. Todo está perfectamente bien. Estamos teniendo una luna de miel increíble.

PERFECTA 2. Dime que me amas © Deborah HirtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora