1. Un Gran Partido

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CAPÍTULO EDITADO

La emoción y los gritos se expandían por todos lados. Sosteniendo el trofeo a lo alto, las manos de mis compañeros me sostenían cantando al unísono nuestra canción representativa. Mi cabeza se dirigía a todas las direcciones a toda velocidad. El sudor me corría a mares. Habíamos ganado.

-¡Por el equipo! –grité en una inmensa sonrisa, levantando el trofeo a la par que escuchaba mi nombre por todos lados.

El grupo del periódico Universitario sacaba fotografías por todas partes. Me preguntaba qué portada elegirían para las próximas noticias.

Mis amigos me bajan –por no decir que me tiran con brusquedad –y saltamos. Enseguida que me aparto a tomar agua, Emily –una de las chicas más populares del instituto –se acerca y me contempla un par de segundos mientras bebo.

-Oye Drake, has jugado increíble –me comentó sonriente, y me dio una palmada en el hombro –. Me preguntaba...Emmm, haré una fiesta para celebrar. ¿Te gustaría venir?

-Claro –afirmo, y observo las gradas. Nuevamente me llenó el vacío de volver a descubrir los asientos vacíos de mis padres. A pesar de la costumbre, siempre hay una sensación fea al chocar con la realidad. Siempre estarán ocupados para ver mis partidos y a mi hermana –. Envíame la ubicación después.

Emily me guiña el ojo y logro ver algo de malicia en su forma de verme. Luego me dirijo hacia los cambiadores donde se encuentran mis amigos, aun celebrando el inolvidable Touchdown final, y me baño rápidamente. No cuento con mucho tiempo, así que me dirijo a mi casillero para vestirme y dirigirme a casa.

Saco las llaves de casa del bolsillo de mi tejano y abro la puerta.

-Soy Drake –anuncié para que mi madre no pensara que fuera un ladrón. Créanme, ya me ha pasado, y he terminado con los ojos ardidos. Una experiencia para nada agradable.

-¿Lucy ha llegado? –le pregunté, dejando las llaves sobre la mesa de la cocina, y dándole un beso en la mejilla después.

-No cuento con mucho tiempo. Está arriba –dijo apresuradamente, poniendo sobre la mesa tres platos –. Dile que baje, debo irme pronto y quiero compartir el almuerzo.

Reí. Pasé las manos por mi cabello e intenté relajarme. Esperaba un saludo, no un mandato.

-Irónico que no preguntes por mi partido, madre –bromee subiendo las escaleras y escuché un suspiro a mis espaldas.

Mientras camino por el pasillo en el segundo piso, me apresuro al cuarto de mi hermanita.

-¡Lucy! –Abro la puerta –Vamos a almorzar.

-Hola, yo también te quiero –me saluda con cara de pocos amigos. Diablos. Me odié por un par de segundos. Acababa de hacerle lo mismo que mi madre hacía unos segundos a mí.

-Lo siento –sonreí, intentando desvanecer el pensamiento que acaba de tener, y comenzando de cero, entrando en la habitación nuevamente como si no hubiera empezado con el pie equivocado -. ¿Cómo está la hermana más hermosa del mundo? Muero de hambre, ¿te parece si almorzamos?

-Espera –guardó una libreta debajo de su almohada.

-¿Qué escribías? – le pregunté cuando se acercó hasta la puerta para darme un beso.

-Que chusma eres, Drake –rio Lucy.

-Supongo que a los 8 no puedes tener novio –corrí por las escaleras. Lucy corrió por mí hasta la sala. Le daba vergüenza admitir que le gustaba un pequeño de su clase.

-Ya cálmense, tigres. Comamos –dice mi madre sentándose.

Durante el almuerzo hablamos sobre mi partido y cómo había pasado mi hermana en la escuela. Entonces Lucy le preguntó a Mamá si iría a su obra en la academia.

Me partió el corazón. Sabía el discurso que tendría que soportar.

-Lucy... hablamos de esto –suspiró –. Casi no tengo tiempo para esas cosas. Mi trabajo me ocupa mucho tiempo al igual que a tu padre.

-Pero, es un domingo ¡Son vacaciones!

-No tengo vacaciones, querida –dice mi madre acariciando la mejilla de Lucy –. Tengo una reunión importante el domingo.

-Además, quizá otro día mamá pueda ir –dije tratando de mantener las esperanzas en mi hermana.

-Quizá un 30 de febrero –bromeó Lucy. Posteriormente, se levanta excusándose con que no quiere comer, y que quiere tomar aire. Dios, estas niñas parecen vivir problemas a corta edad como un adulto en quiebra.

-Hazme un favor, Drake –se dirigió hacia mí, mi madre, una vez Lucy se fue. Asentí llevando vasos hacia el lava vasijas –. Ve a la obra de tu hermana.

-Es ridículo el ballet. Es aburrido –arrugué la nariz en una mueca de desgano.

-Sólo te parece aburrido porque no entiendes las historias. Pero ella sólo bailará.

-Agh... ¡BIEN! –Grité derrotado –. Iré a esa maldita obra.

Me largué de allí buscando a mi hermana, quien estaba sentada en el borde de la piscina. Me senté a su lado en silencio.

A pesar del drama que pudiera realizar, la entendía. Cuando tenía su edad, solía pensar que mis padres no me querían. Más tarde, comprendí que no tenían tiempo para apreciarme como tanto deseaba que lo hicieran. Me amaban a su manera. Sin embargo, y a pesar de pensar así, jamás defenderé sus acciones. Muchas reuniones fueron innecesarias, y pudieron postergarlas por su hijo. Y ahora podrían hacerlo por Lucy. Al menos una vez.

-Lamento que papá y mamá no puedan asistir.

-Me gustaría que mamá no trabajase –susurró.

-Tengo una sorpresa para ti... aunque quizá no es lo que esperas –murmuré, disimulando lo que diría después. La noticia la pondría contenta, y lo supe en el momento en que sus ojos me miraron atónita –. Iré a tu obra.

Sus ojos brillaron, por fin alguien la hacía sentir especial.

...

Estaba acostado con el móvil. Horas altas de la madrugada, ni una pisca de sueño pero debía dormir. En cuanto dejé de lado el móvil en la mesa que la mayoría de nosotros tenemos próxima a nuestra cama, aquel comenzó a sonar. Hice un pequeño esfuerzo por no tomarlo, pero la curiosidad me invadió. Era Emily.

Emily: La fiesta es el domingo a las 20:00hrs. En mi casa, ya conoces la ubi ;) No faltes, chao: v

-Mierda –maldije. Respondí con un simple "Estaré allí" y recibí otro mensaje de mi mejor amigo, Brian.

Brian: Bro, ¿irás a la fiesta de la que hablan todos?

Yo: Tengo que ir a la obra de mi hermana :(, ¿Qué tal tú?

Brian: No podré. Mis padres dicen que debo hacer otras cosas aparte de partidos y fiestas.

Yo: ¿Y si me acompañas a la obra?

Brian: Vaya planes para un domingo. Pues si es lo que hay...

Yo: Nos encontramos en la academia, a las 21:00.

Brian: Quizá haya lindas bailarinas y no me arrepienta de la experiencia.

Dejé el móvil con una sonrisa. Quizá, después de todo, no estaría tan solo en mi aburrimiento. Brian se aburriría conmigo apreciando aquellas ridículas piruetas. A decir verdad, nunca pensé en las posibles chicas que podría haber en la obra. Supongo que esa es la diferencia que mantenemos mi mejor amigo y yo. Y quizá los padres de Brian tengan razón con respecto al cambio de rutina que debería hacer. No obstante, me pregunto cómo podrá cambiarla si hasta sus pensamientos lo traicionan. 

LA BAILARINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora