Empecemos por el favor.

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01: Para comenzar, busquemos a alguien que sepa más de feminidad que nosotras.


Ryû no tenía ni idea de cómo había pasado, simplemente se había enamorado de Kagami Taiga. Estaba desconcentrada, mientras miraba las gradas, dónde estaba Seirin, y los demás chicos de la Generación de Milagros; incluyendo a Akashi. Todos habían ido a apoyarla en su campeonato de fútbol femenino.

—¿Femenino? ¿Y tú tienes vagina? —se había burlado Aomine, a lo que recibió un fuerte golpe en el estómago, dejándolo sin aire. No volvió hablar por un buen rato.

Al contrario, Kagami le había deseado buena suerte y Kuroko le había dicho que no se rindiera por nada del mundo.

—¡Ryûnosuke, despierta! —la capitana de su equipo vociferó.

La castaña dio un rápido giro, y vio la pelota volando rápidamente hacia ella. La paró de pecho y dominó dos veces para recuperar su concentración el partido y el poder sobre la pelota. Comenzó a correr pateando la esfera negra y blanca hacia el arco enemigo, esquivó a todas sus rivales y pateó el balón con una fuerza increíble.

—¡GOOOOOOL, CONCHETUMAREEEEE*! —Gritó su capitana, corriendo hacia Ryûnosuke y tirándose arriba de ella—. ¡GANAMOS, HIJOS DE PUTAAAA!

La capitana gritaba groserías a todo pulmón, incluso algunas que nadie entendía, eran de su país natal, claro.

Ryûnosuke sonrió, feliz, y comenzó a gritar cosas impropias junto a su capitana, no le importaba que las echaran de la cancha, pues, ya eran campeonas; Seirin no sólo se había hecho con la Winter Cup de baloncesto, sino, que también con la de fútbol.

Luego de haber recibido la copa, la capitana felicitó a su equipo, conteniendo lágrimas de alegría en sus ojos.

**

—¡Estuviste genial, Ryû-cchi! —chilló Kise cuando la chica se había ido a reunir con sus amigos.

—Gracias, Ryouta —agradeció, con una leve sonrisa en su rostro. Estaba tan cansada que apenas podía mantenerse de pie.

—¿Por qué no vamos a la casa de Kagami-kun para celebrar tu victoria? —propuso Kuroko.

—¡No invites a todo el mundo a mi casa sin mi permiso! —gritó en pelirrojo—. Pero... está bien, ¿por qué no?

—Accedes rápido, idiota —suspiró Aomine, rascándose la parte inferior de la nuca—. ¿Tú qué dices, Satsuki?

—¡Vamos, Dai-chan! —aceptó alegre la pelirosa, aferrándose a Kuroko. Claro, dónde Kuroko estuviera, Momoi también andaría a la siga.

El basquetbolista de piel morena (negra, técnicamente) se puso delante de Ryûnosuke, dándole la espalda y se agachó.

—¿Crees que no me he dado cuenta de que apenas puedes mover las piernas? Te esforzaste bastante, buen trabajo.

La castaña no se hizo de rogar y se subió a la espalda de Aomine, el cual la cargó todo el trayecto a la casa del As de Seirin.

—Gracias, Daiki.

—Todavía no me agradezcas nada...

Ryûnosuke quedó algo confundida con esas palabras. Frunció el ceño y entró a la casa de Kagami.

Sintió que su celular vibró en su bolsillo; un mensaje. No pudo evitar poner los ojos en blancos cuando saltó el nombre de Aomine en la pantalla, miró al de ojos azules. 

MANUAL: Cómo conquistar a Kagami Taiga. [CANCELADA]Where stories live. Discover now