Capítulo 27.

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Me tumbaron en el suelo. Limpiaron la pistola y la pusieron en mi mano para que pareciera un suicidio. J-hope entró por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja que desvaneció al verme allí.

—¿Qué habéis hecho hijos de puta?—Se tapo la boca. Tenía lágrimas en los ojos.

Jimin y Suga se miraron entre sí y asintieron. J-Hope corrió hacia mi y empezó a llorar.

—Mierda J-Hope.—Jimin quitó el seguro de la pistola y la apoyó en la frente de él.—Te hubieras salvado, gilipollas.

J-Hope cerró los ojos.—Nos veremos en el infierno.

Jimin apretó el gatillo. J-Hope se desplomó a mi lado, y empezó a sangrar.



—¡Ho Seok!—Grité sentándome en el sillón.

Jimin y J-Hope dieron un salto en el mismo sitio donde estaban acomodados. Con respiración rápida miré a todos lados. Empezaron a salir lágrimas rápidas de mis ojos sin avisar.

—Tranquila.—J-Hope tiró de mi brazo y me abrazó fuertemente.—Sólo fue un sueño.

—Pero fue tan real.—Me escondí en su pecho.

(...)

Lo estás haciendo. Parate. ¿Por qué coño sigues caminando? Vuelve a tu casa. El te hace solo mal. ¡_____! Hazme caso. ¡Llama a J-Hope! Él te sacará de aquí... Dios. No lo hagas. ¿Por qué vas a ir? Solo recuerdo el último mensaje que enviaste que fue 'Cojo las llaves y salgo.' y ni siquiera avisaste a Ho Seok. Te levantaste y te fuiste. Al menos Jimin seguía durmiendo. ¡No toques el timbre! ¡No lo hagas!

El timbre retumbó en todo el interior de la casa.

Mierda. Mira que eres gilipollas.

La puerta se abrió.—¿Así que era verdad que ibas a venir?

—Hola, Suga.—Sonreí.

—Pensé que bromeabas.

—Sólo vengo a hablar.—Le empujé y entré a su casa.

Eres gilipollas.

—¿Ho Seok sabe que viniste?

—No, más vale que no se lo digas.—Le señalé.

—No, tranquila.—Se sentó en el sofá y me miró por unos largos segundos.—¿Quieres hablar de lo que pasó con Leyre?

—¿Quieres que me vaya?

—No.

—Entonces mejor que no hables del tema.

—Pero es que nosotros no eramos nada.

—Pero me dijiste que no lo habías hecho con nadie.

—Pero...

—Me mentiste.—Le interrumpí.

—Tú me dijiste que tampoco.

—¿Y acaso me acosté con Jimin?—Si, después de la pelea, pero .Sólo nos besamos una vez.

—¿Y qué? Igualmente mentiste.

—Mira, me voy.—Me levanté y caminé hacia la puerta.

Al abrirla, él detrás mía la cerró con una mano, me giró y me empujó sobre ella.—No quiero que te vayas.

—¿Y para qué sacas esta mierda?—Le miré decidida. Se acercó a mí. Giré la cabeza.—No. Contéstame... ¡Y suéltame por el amor de dios!

Malditos sentimientos.-Jimin, Suga y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora