EPÍLOGO

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EN EL HOSPITAL

Thomas Laing había sido salvado por el cuerpo de bombero pero cuando ellos intentaron entrar para rescatar a Isis la estructura cedió y cayó en todo su peso. No lo podía creer, nunca en su vida había sentido tanto dolor como en ese instante, olvido su debilidad y corrió hacia donde el edificio se desplomaba, Ian lo observo y corrió tras de él y fue cuando una pared cayó encima de ambos. Paul y otros de cuerpo de bombero tuvieron que actuar de inmediato y por suerte ambos estaban vivos. Las lagrimas de Laing no se hicieron esperar y fue llevado a un centro médico donde fue atendido por los doctores y había sido hospitalizado por unos días debido a unas fracturas, pero ese día estaba por irse de aquel lugar, aquella fractura en su pierna no le evitaría salir de aquel sitio. Ian pasó a despedirse y el apenado le pidió disculpa, el muchacho tuvo dos costillas rotas y de cierto modo fue su culpa.

Se sentía más fuerte y sobre todo seguro. Después de aquel suceso había sido liberado de algo a lo cual nunca perteneció. Su padre había dicho que iría a verlo en Búfalo y él no era nadie para impedirlo. Realmente quería abrazar a su viejo.

Al igual que Isis él había perdido a su madre desde muy temprana edad, no recordaba mucho aquellos días pero algo que nunca olvidaría eran los abrazos de ella, siempre cuidando de él, cuidando de sus miedos. Solo tenía siete años cuando falleció y nunca cuestiono aquel suceso pero ahora podía decir que sabía la respuesta.

Tal vez, quizás Lucille la había asesinado como a su abuela.

Los celos podían ser a veces el detonante perfecto para una tragedia, y al parecer desde su nacimiento había sido condenado a ellos. Lucille lo cuidada, lo amaba y por esa razón nunca dejaba que nadie se acercara a él.

Sacudió su cabeza para seguir en la tarea de guardar sus pertenencias, si no estaba mal, ese día llegaría de Inglaterra su padre y por esa razón estaba alegre de salir de aquel hospital. Levanto su abrigo para colocárselo y observo como algo cayo a la cama, aquel reloj que perteneció a su tatarabuelo seguía en sus pertenencias, sonrió al tomarlo y lo guardo de inmediato en uno de los bolsillos de su pantalón, como siempre lo hizo desde que lo tuvo en sus manos.

Aun seguía cuestionándose su salud, pero llego a la conclusión de que el cuerpo humano no está acostumbrado a ser sometido a algo fuera de este mundo, y menos si ese algo es el fantasma de un antepasado enojado.

Cuando ya había terminado de recoger lo suyo y giro su cuerpo no pudo evitar sonreír. La suerte estaba de su lado y agradecía por eso.

En el marco de la puerta de su habitación, estaba observándolo en silencio mientras acomodaba todo a su alrededor, ambos se regalaron una sonrisa la cual prometía que todo lo que viniera iba a ser mejor.

Isis había sobrevivido sin ningún rasguño de aquel incendio y aquel derrumbe, cosa que muchos se cuestionaron.

Ni siquiera Thomas había logrado entender pues frente a sus ojos aquella estructura había caído sin mucho cuidado.

El vecino de Isis; Leo, entro detrás de ella a la habitación tomando las pocas pertenencias que tenía en la clínica y le sonrió, era alguien agradable y por supuesto digno de conocer.

-Te esperamos abajo doctor Laing –Siempre respetuoso a la hora de hablar, era de esas personas con las que puedes hacer amistad- Mi esposa preparará un almuerzo en honor a todos – Leo salió con lo que él ya había acomodado en dos maletas e Isis le sonrió ayudando al doctor a usar sus muletas.

Ella había estado en un derrumbe terrible y quien usaba muletas era Thomas.

-De verdad que tienes mucha suerte –Le dijo intentando acostumbrarse a aquella ayuda- Debes contarme tu secreto de supervivencia.

-Cuando llegue el día te lo diré –Ambos se sonrieron y salieron de aquel centro de salud.

-Tienes razón, ya tendremos tiempo de hablarlo. Hoy llega mi padre y me encantaría presentarte con él –Ella volteo a verlo en la entrada- Si, además deseo formalizar lo nuestro.

-¿Lo nuestro? –La chica sonrió divertida.

-Sí, sobrevivimos gracias a esto que sentimos –Se sentía incomodo e inseguro, lo cierto es que siempre había sido así-¿Te parece apresurado?

-Para nada, ya te habías tardado –Ella le dio un beso y seguido de eso escucharon unas risas fuera del centro de salud. Ambos voltearon y allí estaba la familia Grimm dispuestos a ayudarlos en lo que su futuro les trajera- Quiero presentarte a mi papa... Y a mi abuelo.

-Sera un honor conocerlos –Siguieron caminando, al menos Isis lo hacía, para Laing era difícil acostumbrarse a aquella ayuda extra que tenia- Sigo sin entender el porqué soy yo el que usa estas cosas.

-Así suele suceder amigo de Isis –Le dijo una niña de cabello castaño y su madre la jalo de inmediato para que entrará al auto y no interrumpiera a los enamorados.

-Deseo llevarte a mi hogar –Dijo sin pensarlo mucho.

-Deseo conocer tu hogar –Le respondió Isis con suavidad.

-Deseo no interrumpirlos pero tengo un menú que preparar y tu padre doctor Laing estará pronto en el aeropuerto –Le dijo Juliet divertidamente y ambos correspondieron la sonrisa.

Laing observo con alegría el cielo azul, ese día todo cambiaría. Era libre y estaba al lado de quien amaba, Leo cerro la maleta del auto y camino hacia el lado del conductor, su esposa ya estaba en el puesto del copiloto, al igual que su hija. Ese día era el comienzo de una nueva vida llena de experiencias y amor.

Ya no abrían mas almas buscando venganza, almas pidiendo ser escuchadas, alertando la tragedia, ese día prometía ser mejor. Desde ese día ambos podrían estar juntos por siempre.

¿Qué podía ser mejor que amar y ser amado?

*

Todos se cuestionaban su suerte pero no había sido eso lo que la salvo. Ella sabía la verdad.

Había sido Lucille.

Ante sus ojos nublados por el humo, antes de desaparecer en medio de esa luz blanca, Lucille la abrazo con cariño y le sonrió, su rostro se veía hermoso, sus ojos azules claros emanaban tranquilidad y su cabello ahora era de un rojizo claro, era la mujer más linda que sus ojos habían visto, por primera vez ella acepto su miedo, ahora no estaría sola nunca más porque saber a qué le témenos es saber quiénes somos.

Todo a su alrededor cayó con fuerza y estruendo, el polvo, los objetos... Todo fue aplastado. Excepto donde ella permanecía sentada. Lucille evito su muerte, al menos era lo último que podía hacer después de todo el daño que causo.

Incluso antes de partir ella pudo redimir sus pecados.

La observo con sorpresa y vio aquella sonrisa sincera en sus labios, Lucille se acerco a su rostro y le dio un suave beso en su mejilla para luego susurrarle en un tono suave y amoroso antes de partir de ese mundo:

-El amor no solo puede convertir a una persona en mounstro. También puede cambiarlas para bien.

Isis le sonrió y ella desapareció dejando en el aire su último deseo, el cual planea cumplir, porque ahora aquello se había vuelto parte de su Sueño Escarlata.

-Por favor nunca dejes solo a Thomas...

-Nunca lo haré.




Sueño Escarlata [FanFic Crimson Peak]Where stories live. Discover now