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 Así que... esta vez me tocaba a cuidar de los niños mientras las demás se ocupaban de mi querida prima. Y, por primera vez, yo estaba completamente de acuerdo. Aún no me había puesto mi vestido de dama de honor, pues me habían hecho niñera, pero mi peinado y maquillaje estaban listos.

Había acomodado a Gemma y a Joël en el sofá, pues eran los únicos que se podían mantener sentados por ellos mismos sin caerse. Habría hecho lo mismo con Neva, la hija de Seleste y Marco, si no fuera porque la niña era suicida. Si la sentaba con los otros dos era capaz de treparse el respaldo, lo que terminaría con ella en el piso, herida en la cabeza y mucho llanto. Lo sé, lo sé, lo ideal es casarse y después tener hijos. La verdad es que Seleste y Marco se iban a casar años atrás, pero por alguna razón no lo hicieron y terminaron por fugarse y casarse cuando se enteraron de que ella estaba embarazada, pero dos años después y aquí estábamos.

Ella quería la boda de realeza que se merecía. Si bien ella no era exactamente un miembro de la familia real, su esposo era primo del futuro rey y su abuelo un duque. Así que sí, se lo merecía. Y era lo que quería y estaba a punto de obtener.

Así que Neva estaba en su carriola y la coloqué frente a Joël, para que ni siquiera él intentara tirarse del sofá. Gemma era una santa y nunca haría algo así, y no fue pensando en ella que ubiqué a Sophia en la misma posición que Neva, pero enfrentando a su hermana. Ella ya tenía nueve meses y era demasiado astuta para su edad. Yo estaba sentada a a un lado de Gemma, sosteniendo al pequeño Lance, el bebé de tres meses de Candace y Souffiane, en brazos. Estaban atrapados, ya que Joël estaba contra el apoya brazos.

Seleste había decidido que Joël entregaría los anillos, mientras Gemma y Neva serían las niñas de las flores. Jackie y Joseph entrarían con ellas para ayudarlas. Al principio mi prima se cruzó de brazos y se empecinó en que la boda fuera en la inglesa, pero luego se dio cuenta de que todos estarían incómodos, teniendo en cuenta que era pleno agosto y haría calor.

Así que ahora estábamos en el mini castillo de los reyes, usando su gran jardín. Obviamente, ella había querido que fuera en el castillo, pero con todo el tema de que Ric estaba a cinco meses de la coronación, el parlamento estaba inquieto e insoportable, por lo que no querían saber nada con que se festejaran bodas que no eran de la realeza dentro de ese territorio.

—Quiero mami —dijo Neva con un puchero.

Usualmente, los adornos en su cabello rubio no duraban nada. Esta vez, sin embargo, la tiara de plástico con diamantes de fantasía —algo que ella no sabía y nunca debería saber— hacía algunas horas que estaba allí y aún no se había caído. Seleste le dejaba ponerse maquillaje de mentira, pero su madre le dijo que no. Mi tía Adelle no quería saber nada con su nieta llena de maquillaje, falso o real, a la edad de dos años. Yo pensaba lo mismo; teniendo esos ojos azules tan Morel no necesitaba nada más.

Le sonreí.

—Le verás en un segundo, Nevie. Ahora está ocupada.

Más como que estaba como loca y no en condiciones de estar con su hija. Teniendo en cuenta que había levantado a las seis de la mañana para que comenzara a ayudarla... La verdad es que hacía dos horas que estaba encerrada en esta habitación para contener a los niños y en solo una hora Seleste estaría caminando hacia el altar.

Estos momentos eran cruciales para la salud mental de mi prima.

—Quiero ahora. —Se cruzó de brazos.

Lance gimoteó en mis brazos, así que lo moví contra mi pecho. Gemma se arrodilló y besó su mejilla. Ella también llevaba una tiara en su cabeza, aunque la de ella era real. Lucinda aún era la reina, después de todo, y esa joya en especial había sido su regalo. Además, no había persona que no tuviera la certeza de que mi hija no la descuidaría.

Entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora