Capitulo 22

2.9K 122 16
                                    

La mañana del 14 de Agosto, un día caluroso pero ventoso, desperté muy nerviosa. Lo primero que divisé al abrir mis ojos fue una caja de cuero de Louis Vuitton colocada delicadamente en la mesa de luz. Eso no estaba ahí antes ¿qué se suponía que era? Con mucho cuidado me incorporé en la cama y tomé la pesada –para mi sorpresa- caja Vuitton y la coloqué entre mis piernas. Luego de colocar las dos llaves con una forma extravagante pero romántica que debían ser giradas al simultáneo escuché el ruido que indicaba que la caja había sido destrabada.

Con mi corazón bombeando a mil y mis manos un poco sudadas mediante movimientos torpes debido a que hacia cuestión de minutos que había sido despertada por la dulce melodía de Vivaldi que me propició de golpe mi despertador, empuje la tapa de la caja para que el brillo impoluto de aquella obra de arte me cegara los ojos momentáneamente y luego me hiciese estallar en llanto. La caja contenía a la Rosa de Strathmore, una tiara que le habían regalado a la reina madre el día de su boda, y hoy, casi 100 años más tarde, se me era prestada a mí para usarla el día de mi boda.

La tiara además había sido acompañada por unos pendientes hechos a pedido de Elizabeth y Philip por Harry Winston, eran con un motivo florar también que hacia juego con la tiara pero a su vez eran modernos.

A las 10 vinieron el ejército de peluqueros, maquilladores y mi dúo mágico con su vestido. Mi madre lloraba a mares mientras yo le suplicaba que simplemente se detuviera porque me volaba los nervios.

El maquillaje parecía muy natural, mi rostro estaba repleto de base pero no lo aparentaba, mis ojos tenían un suave delineado interno y mucha mascara de pestañas para que estas parecieran pobladas y largas, mis gruesas cejas, que yo siempre cuidaba al estilo Cara Delevingne habían sido peinadas cuidadosamente. Mis labios solo tenían gloss transparente y humectante con vitaminas.

Mi cabello estaba recogido estratégicamente para que la tiara fuera la protagonista, en estos momentos me arrepentía de mi cabello rubio, porque el rubio no resaltaba los diamantes como lo hacia el castaño, y aunque desde que tengo 18 años uso rubio platinado, desde el compromiso se me pidió que usara un tinte que me hiciera ver más natural, por eso me pasé a los rubios cálidos al puro estilo Blake Lively, repito, este estilo no resaltaba los diamantes ni la tiara como lo hubiese hecho mi castaño natural.

Mario Testino había estado capturando cada momento de los preparativos, pero no sería el fotógrafo de la boda puesto que él era uno de los invitados.

Cuando mi padre vino por mí, le di un último abrazo a mi madre, quien lloraba desconsoladamente. Mi rostro estaba algo serio, porque presagiaba que mi futuro sería difícil, al parecer Mario tomó una captura de ese momento en que mi madre lloraba y me abrazaba y yo con cara de "aquí voy, a enfrentarlo todo" le sujetaba la parte trasera de su cabeza.

Mi padre con los ojos vidriosos pero sonrientes me llevó del brazo por todo el trayecto, desde mi habitación en el castillo de Windsor, donde toda la servidumbre se encontraba en los pasillos haciendo reverencias a nuestro paso, al salir del castillo en el carruaje descapotable la nos encontramos con miles de personas por todo el lugar gritando y flameando banderines del Reino Unido, mientras mi padre y yo, solo dos argentinos en su carroza estábamos siendo alabados pero a la vez intimidados por este grandioso pueblo.

Al llegar a la capilla de San Jorge la gente se cuadruplicaba, Harry era una persona muy popular y adorada, como el "Príncipe del pueblo" y prácticamente todo el Reino Unido, las colonias y el extranjero entero moría por asistir a su boda.

Al llegar a la capilla, recibí ayuda de guardias reales para descender del carruaje mientras mi padre batallaba con la cola de 3.50mts de longitud de mi vestido, sí, 3.50. El pobre hombre de casi 60 años casi muere en el intento. Luego de descender yo, y mi larguísimo vestido los guardias se dispusieron a ayudar a mi padre a descender. Una vez fuera del carruaje, entrelazamos nuestros brazos nuevamente y mientras mi prima, mi dama de honor, acomodaba mi inmensa cola, y trataba de tener a las tres niñas flor organizadas en sus posiciones, mi padre y yo nos dispusimos a dar el último saludo a la multitud.

Imposiblemente posible [Príncipe Harry fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora