Capítulo 15: Los apuntes viajeros.

Comenzar desde el principio
                                    

Una lágrima se deslizó por mi mejilla.

Me senté en mi cama y me encogí, doblando las piernas sobre mi vientre. Las abracé y apoyé mi mentón entre las rodillas.

Miré de reojo mi maleta abierta.

Mañana viajaríamos a Kings y todavía no había comenzado con el equipaje. Sólo había escrito una lista que vagamente contenía algunas cosas de las que tenía intención de llevar.

<< Ojalá pudiera meter a Paul en la lista >>.

Cogí el pedazo de papel que había sobre mi almohada y escribí “Paul” justo al final. Sonreí con cierta amargura.

Entonces me levanté, caminé hacia mi armario y deslicé la puerta dejando a la vista toda mi ropa, que mi madre, para no variar había hecho el favor de colocar.

Y eso que yo no era especialmente desastrosa doblando camisetas.

Además no era mi culpa que se deslizaran solas y acabaran formando burruños en los estantes.

Subí la maleta vacía sobre mi cama y comencé a introducir algunas prendas. Un par de pantalones vaqueros, el vestido azul marino que me dejaba los hombros al aire, me encantaba ese vestido.

Algo de ropa interior, unos cuantos jerseys por si hacía frío. Mis botas de nieve y las de no nieve. Unos botines. Calcetines.

No pude resistirme a meter los apuntes de física que Paul había escrito para mí. También metí los ejercicios para practicar. Y un par de novelas históricas.

Ah y un libro de anatomía.

A la media hora fui consciente de que llevaba más libros que ropa. No me quedó más remedio que seleccionar sólo los imprescindibles o el exceso de peso de la maleta me lo harían pagar en el aeropuerto.

– ¿Estás de vacaciones y pretendes llevarte apuntes a Kings? – de repente escuché a mi padre.

Había entrado silenciosamente. Tanto que sobresalté al oírle a mi espalda.

Me giré respirando agitadamente.

– Qué susto me has dado – dije a modo de saludo –. Me llevo los apuntes porque Paul me dijo que practicara estas navidades.

– Veo que tomas muy en serio a Paul. No sé qué tiene él que no tenga yo – bromeó él.

Reí.

Y luego se me escapó un cantarín:

– Os quiero a ambos.

Sentí la mirada inquieta y punzante de mi padre.

– Es muy buen amigo y buen profesor. Lo quiero como tal – intenté rectificar.

– Ya, me lo imagino – siseó mi padre, que había decidido finalizar su amistosa visita –. La próxima vez que venga Paul, tendré unas palabras con él. De hombre a hombre.

Tragué saliva.

– Venga, papá. Eres un exagerado – traté de calmarle.

Mi padre, arrastrando su pijama de terciopelo azul y con lo que le quedaba de pelo alborotado, se giró y dijo:

Becca Breaker(I): Contigo © Cristina González 2013/También disponible en Amazon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora