A la vuelta de la pequeña acampada todo seguía normal. Normal me refiero que el gilipollas de Jimin no sé por qué coño no me habla. Bueno, si lo hace. Pero ni me ha invitado a su casa, ni a dar una vuelta, ni a hablar. ¿De qué mierda va? ¿Ya va a empezar como Suga? PUES NO. Bueno y Suga... Suga no se atreve a acercarse a mí. Al menos no por ahora.
—¿Me llamas cuándo salgas de tu casa?—Pregunta J-Hope al salir de clases.
—Si, adiós.—Me despedí y seguí caminando.
Mientras caminaba por las calles pensando en lo idiota que puede ser Jimin, tiraron de mi brazo en un callejón. Abrí los ojos asustada sin saber que hacer. Tapa mi boca con una mano y se acerca a mi oído.
—No te asustes, soy yo.
—¡Imbécil!—Le di en el brazo.—Casi me da un infarto, Jimin.
—Lo sé.—Sonrió.
—¿Lo sabes?—Grité.—¿Pero cómo se puede ser tan...?—Se abalanzó sobre mi cortándome con un beso.—¿Y con un beso crees que lo arreglas todo?—Sujeta mi cintura y me mira fijamente.—Pues sí.
Volví a sus labios. Ahora para que me enganche a él...
—Perdón si me notas frío.—Se separó unos centímetros.—No quiero levantar sospechas.
—No pasa nada.—Susurré.
Me sonrió. Rozó nuestras narices con lentitud.—Eres preciosa cuando no me gritas.—Mordió mi labio inferior.
—Y tu un precioso gilipollas.
—Gracias.—Se rió.
—De nada.—Miré el reloj de mi móvil.—Tengo que irme.
—¿Nos vemos luego?
—Puede.—Sentencié bromeando antes de irme.
Después de comer y hablar un rato con mi madre fui a casa de J-Hope donde veíamos una película. Bueno, veía yo la película, porque el se había quedado dormido sobre mi pecho. Mejores amigos para esto. El móvil empezó a vibrar, así que lo cogí y abrí la bandeja de mensajes.
Jimin: Que haces mañana?
_______: Mañana es viernes?
Jimin: Sí
_______: Supongo que nada, por qué?
Jimin: Por si querías estar un rato conmigo
_______: No
Jimin: Ah, bueno, vale...
_______: Que son bromas mi amor
_______: Quieres que vaya a tu casa?
Jimin: Si te apetece sí
_______: Claro que me apetece
