001 ➳ he asked my name

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Maddy no podía creer lo que le acababa de pasar.

El chico que había llamado su atención desde el día en que se mudó, el chico de cabello oscuro que siempre tocaba guitarra y bendecía los oídos de la muchacha con su melodiosa voz; después de bastante tiempo, había notado que existía. Maddy estaba muy feliz.

Encendió el estéreo y no le importó en que emisora se encontrara; solo le subió todo el volumen, tomó al cachorro en brazos y bailó.

Luego de un par de minutos tuvo que alistarse para ir a la academia de arte al que asistía. Se colocó unos jeans negros, una sudadera gris, una casaca verde militar y unas zapatillas Adidas Superstar.

Le dejó un poco de comida y leche al cachorro, tomó su mochila y salió del departamento.

Era una fría tarde de septiembre, donde las hojas de los árboles caían delicadamente con el viento. Era algo temprano para que caigan las hojas. El cabello de Maddy flotaba en el aire, a pesar que tenía puesta la capucha de la casaca.

Ella caminaba rápidamente hacia la institución, con un lienzo en brazos: su trabajo final. Era la última revisión antes de la presentación.

Cuando por fin llegó a la academia, caminó por los pasillos dirigiéndose a la sala de arte. Sin siquiera levantar la mirada, ella podía sentir que todas las personas que pasaban a su alrededor la miraban, pero de una manera extraña. Lo mismo pasaba en la secundaria.

Apenas llegó, colocó su lienzo en un trípode y lo tapó con su chaqueta. No quería que nadie más lo vea; solo el profesor, y obviamente ella. Tomó un banco y se sentó, esperando al profesor.

(...)

— ¡Maddy! —Exclamó una fina voz a lo lejos. La muchacha paró en seco, y se dio la vuelta.

Pudo ver a una muchacha con gafas y cabello ondulado agitando su mano para que ella la pueda ver. Era su hermana, quien había ido a recogerla.

—Hola —saludó Maddy apenas llegó a su lado.

— ¿Qué tal te fue con tu lienzo? —Preguntó Juliet mientras ambas caminaban hacia su auto.

—Bien —respondió ella—. Pero no tan bien como lo que sucedió antes de venir —añadió, jugando con sus dedos y la mirada en el suelo.

— ¿Qué sucedió? Oh por Dios, Maddy, dilo ya —exclamó su hermana con una sonrisa.

Maddy miró a los costados, asegurándose que no haya nadie quien la pueda escuchar.

—Calum preguntó mi nombre —suspiró Maddy, subiendo al auto también.

— ¿Calum Hood? ¿El muchacho del departamento de al lado que estudia música y tiene la misma edad que tú? ¿El que está en tus clases de Historia, Inglés y Lengua? —Bromeó Juliet, con toda la información que Maddy le había dado. Ella le dio un golpe en el brazo.

—Sabes que odio que hagas eso —bufó Maddy, cruzándose de brazos y mirando al frente, con los auriculares puestos; así ya no podría escuchar a su hermana.

Juliet quitó de un tirón los auriculares de su hermana y habló nuevamente.

—Maddy, cuéntame cómo pasó —pidió Juliet, esta vez con una compostura seria.

—El cachorro salió del departamento —comenzó Maddy—. Calum lo vio, y como la puerta estaba abierta, él entró y me devolvió al cachorro. También preguntó por mi nombre y sonrió —culminó ella, recordando con una sonrisa.

—Te lo dije, Maddy —exclamó Juliet—. Ese muchacho tarde o temprano se iba a fijar en ti.

El resto del camino, Maddy y Juliet conversaron sobre temas varios, hasta llegar al tema del cachorro.

— ¿Aún no tiene nombre? —Preguntó Juliet.

—No, aún no. No sé cuál ponerle.

— ¿Qué tal Pickles?

—No me gustan los pepinillos.

— ¿Socks? El cachorro tiene las patas de otro color y pareciera que trae medias.

—No me gusta. Juliet, déjalo así. Cuando se me ocurra un nombre bueno se lo pondré y te avisaré.

Apenas llegaron al edificio, Maddy bajó del auto y subió a su departamento junto a Juliet.

Maddy abrió la puerta, encontrándose con su desordenado departamento, y el cachorro durmiendo en el sofá.

—Julie, fíjate si el cachorro tiene comida. Si no, ponle más —indicó Maddy dirigiéndose a su estudio, dejando su mochila y su lienzo ahí.

Maddy regresó a la sala y se encontró con su hermana acariciando al cachorro.

—Maddy, ¿te parece si vamos a cenar con Ashton? —Preguntó Juliet, levantando la mirada hacia su hermana—. Es miércoles, y hoy hay descuento en un sushi bar.

—Prefiero quedarme en casa.

—Vamos, Maddy. Sabes que te encanta el sushi, y te mueres por ir.

—Está bien —contestó Maddy.

(...)

— ¿Hoy fue la última revisión de tu trabajo final, verdad? ¿Qué tal te fue? —Preguntó Ashton con la boca llena de sushi. Maddy rió internamente.

—Bien —contestó ella—. Nada del otro mundo.

— ¿Quieres ver algunos de sus lienzos, Ash? Hoy estuve en su departamento y tomé fotos de algunos —Preguntó Juliet. A Maddy se le heló la sangre.

—Juliet, no... —susurró Maddy sin levantar la mirada, avergonzada. A ella nunca le gustó que la gente observará sus cosas, ni siquiera su móvil.

Ashton aceptó, y desde el móvil de Juliet observó los lienzos de Maddy.

— ¿Cuántos años tienes, Maddy? —Preguntó Ashton mirando uno de los lienzos con bastante atención.

—Diecisiete. ¿Por qué preguntas? —respondió Maddy, insegura.

—Tienes bastante talento para ser tan joven, Maddy —sonrió Ashton, devolviéndole el móvil a Juliet y metiéndose otro sushi a la boca—. Escucha, tengo un amigo que tiene un pequeño museo de arte. ¿Quisieras que hable con él para poner alguno de tus lienzos ahí?

Maddy no supo qué decir. Pensó por un rato, y luego respondió:

—Lo voy a pensar.

Ashton aceptó la propuesta de Maddy, y los tres continuaron su cena.

(...)

— ¿Mañana tienes clases? —Preguntó Juliet a su hermana, quien bajaba del auto para subir a su departamento.

—Tengo escuela, pero no academia. Tampoco quiero compañía. Gracias, Julie. Te quiero. —Maddy dio media vuelta y caminó hasta el edificio.

Ella llamó al ascensor y marcó el piso siete automáticamente.

Cuando por fin llegó, el cachorro la recibió con bastante entusiasmo y desesperación de felicidad. Maddy sonrió y lo tomó en brazos.

Estuvo jugando con el cachorro por más de media hora. Ella había encendido la televisión y se encontraba viendo El Rey León, mientras el cachorro mordía sus dedos del pie.

En eso, tocaron el timbre.

Momo ➳ calum hoodWhere stories live. Discover now