Capítulo 2 : Aiden y Ana.

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Ha pasado una semana desde que me transformé y suelo hacerlo todos los días. El dolor de la transformación fue disminuyendo cada vez que cambiaba de forma hasta el punto de que ya no me duele nada de nada. 

La casa que por tantos años compartí con mi abuela se me hace grande sin ella, sin su rica comida, sin sus mimos porqué sí... En resumen, desde que se marchó esta casa ha dejado de tener tanta vitalidad, por eso me he propuesto, junto con Sia mi loba, hacer que vuelva a tener esta vitalidad de antes. La he pintado de colores lila claro, porque el blanco me recordaba a un hospital y el morado me daría dolor de cabeza. Por lo tanto, se queda en un punto intermedio que da un toque de alegría y tranquilidad a la vez. Sin embargo, por fuera la dejé de un color blanco porque quería darle un toque formal y elegante. Así es como lo querría mi dulce abuela.

Sia y yo siempre estamos manteniendo algún tipo de comunicación, pues somos conscientes de que nos tenemos sólo la una a la otra

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Sia y yo siempre estamos manteniendo algún tipo de comunicación, pues somos conscientes de que nos tenemos sólo la una a la otra. Pero hoy está muy intranquila, supongo que es por nuestra visita a la manada Luna Blanca. Nunca suelo ir allí, no me siento en casa, no siento que sea mi lugar, allí todos me miran con lastima, ¿y cómo no? Soy la pequeña Yanira, la niña que quedó huérfana de niña y hace un año perdió a su único familiar. Pero lo que ellos no saben es que no soy una princesa que necesita ser salvada, prefiero ser una salvadora. Tengo sentimientos, sí, pero eso no me hace débil, no me hace frágil. Frágil y débil son adjetivos para definir a quién tiene sentimientos y dice no tenerlos. Eso es de cobardes. Todos sentimos y todos sufrimos, ¿pero no es eso en lo que consiste la vida? ¿En caer y levantarse? Resumiendo que me voy del tema, hoy tengo que ir a hablar con el Alfa porque tras mi transformación necesita ver a mi loba e informarme en qué grupo debo estar. Espero que sea en los guerreros o en los protectores, porque no me gustaría pasar el resto de mi vida siendo una rastreadora. No es que desprecie a ese grupo, sin ellos no serían posibles los rescates, pero no creo que sirva para ello.

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-Manada Luna Blanca-

- ¿Sia te pasa algo? Desde que salimos de casa te noto rara... - Me decidí por preguntarle a mi loba.

- No sé que me pasa Yani... Sólo es que siento que algo malo va a ocurrir, Manten los ojos bien abiertos - Me dijo Sia con la vista fija en la nada.

Puse todos mis sentidos a funcionar, como Sia me dijo, y seguí mi camino hacia la entrada de la casa del Alpha.

Después de 10 minutos caminando y mirando de reojo a todos los lados, llegué a la puerta. Toqué dos veces y enseguida me abrió una mujer mayor que por sus rasgos facilaes supe que en su juventud fue una licantropa muy, muy linda. Me abrió la puerta y me invito a entrar después de darme esa sonrisa triste que todos en la manada solía darme. Le respondí a la sonrisa y me paré en la sala de estar. ¡Jodeeeeeeeer, no recordaba que fuera un jodido castillo!

- ¡YANIRA QUE TE HE DICHO DE DECIR PALABROTAS! - Me reprendió Sia con voz ronca.

- Pero Sia, sólo he visto la entrada y ya me he quedado sin palabras... ¡Era necesario decirlas!

El dolor de un rechazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora