Capítulo 40

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4 meses después

- Fabiana... ¿Más vino? - Jorge la observa a los ojos mientras sube a la altura de sus rostros su copa vacía y la botella alcohólica, su mirada es inestable y llena de resentimiento... ha bebido más de lo que hubiese querido, pero el ardor por recordar a la única mujer que barrió el suelo con él fue insoportable y necesitaba aliviar un poco esa herida latente, a pesar de intentar fallidamente liberarse de ella después de tanto tiempo.

Fabiana siente ganas de acariciarlo, pero no se atreve... también siente culpa por haber sido insistente en su curiosidad por conocerlo más a fondo, pero él aceptó abrirse con ella y era imposible negarse a escucharlo, así sintiera como se lastimaba mientras narraba obligándose a beber más vino para soportar su dolor sin desquebrajarse.

- Dame más vino, Jorge... - extiende su copa con una tímida sonrisa.

- Es una orden - coloca una voz gruesa: - señorita Fabiana Miranda - apenas logra decir con claridad y sonriendo por inercia: - espero que ya cambiemos de tema, ya tuve suficiente de esa... mujer... ¡Hablemos de ti, de tu divorcio!

- ¿Tienes algunos 'klenex' cerca? - dice suspicaz.

Jorge niega con la cabeza guiñándole un ojo divertido.

- No tengo, pero hay otra botella de vino... ¿Te sirve?

Fabiana sonríe encantada bebiendo de su copa, comienza a hablar libremente de su fallido matrimonio... él le presta atención, pero poco a poco su mente se desvía al último recuerdo que tiene de Silvia.

«

Camilo mira impaciente el reloj de su muñeca... el tiempo comienza a agotarse y el amargo sabor de no cumplir sus deseos es intenso, nunca había anhelado demostrar tanta superioridad como ahora, esos pensamientos no se desvanecen tan fácil y lo hace perder la cordura por momentos, despotricando su odio contra el primer objeto que se cruce en frente.

- ¡VAMOS IDIOTA, no te hagas de rogar! - rechina entre dientes mientras aferra sus manos con fuerza al barandal del balcón.

Una vez más observa el reloj de su muñeca, deja de leer sus notificaciones y guarda el móvil con frustración en el bolsillo de su abrigo. Se adentra al vacío departamento de Silvia hasta caminar por todo el corredor de las habitaciones llegando a detenerse en medio del intenso destello de luz reflejado en el suelo, producto del atardecer.

Se recuesta al umbral de la puerta con sigilo; hay un juego increíble de contrastes en la habitación, hasta lo siente seductor... Sonríe complacido al fantasear recorriendo con sus manos la sensualidad emanada de la silueta de ella.

- ¡Cami! ¿Todo en orden? - ella siente su presencia y apenas le dirige su atención, sacándolo de sus pensamientos.

- Creo que nos tocará irnos de una buena vez... - replica recorriendo su cuerpo con disimulo.

- Pero tal vez tu socio tuvo algún inconveniente, espera un poquito más...

Él mete las manos en los bolsillos de sus pantalones con elegancia mientras camina hacia la cama de ella: - ¿Y qué te salga otro imprevisto?... no muñeca, ¡debemos irnos esta misma noche!

Ella siente culpa de inmediato, se incomoda y como medida de escape a esa mirada acusadora sobre sí, prefiere aliviar la tensión continuando el jugueteo que tenía con Ludwin sobre su abdomen, ambos acomodados en la cama.

Él no comprende cómo ella puede adorar tanto a ese animal.

- ¡Todo un romance el de ustedes! - dice sonriente intentando no sonar fastidiado.

¿Sabes cómo Amar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora