0| Prefacio.

9.5K 421 29
                                    

Dylan.

Golpeé la ventana con fuerza, logrando llamar la atención de quien estaba dentro. Realmente me importaba poco la propiedad o que pudiesen confundirme con un ladrón.

Estaba molesta.

No.

Estaba furiosa.

Él se giró y vi el pánico en sus ojos. Insistí con un golpe más, él negó ante mí obvia petición de entrar. Me importaba poco lo que estuviese haciendo o con quien.

No podía quedarme con la duda.

—¿Qué haces? —interrogó a través del cristal, o eso era lo que me parecía que decía.

—Ábreme —ordené intentando parecer calmada—. O prefieres que tus vecinos acaben llamando a la policía al ver a alguien intentando entrar por tu ventana.

Sus hombros se tensaron y accedió acercándose a la ventana. Suspiré y entré a esa habitación, la cual no me imaginaba de esa forma.

De un tono azul, con muebles marrones oscuros, amplio y con un olor a menta que parecía envolver mi ser. Sonreí cuando observé la estantería llena de maquetas.

Había sido sincero con eso.

—¿Qué haces aquí? —insistió, recordándome lo que venía a reclamar.

—¿Qué hago aquí? —pregunté retoricamente en un tono alto. Él me mandó callar a los segundos—. No me hagas callar, Liam.

—Mis padres te oirán —recordó señalando la puerta. Fruncí el ceño confusa—. Se me olvidaba que mi casa es un palacio y puedes gritar como te dé la gana.

Aún en esta situación, no dejaba de criticar y usar la ironía conmigo. Respiré hondo recordando el tutorial en YouTube.

"Cuenta hasta 10."

1...

—Vas a decirme qué es lo que te trae a mi casa.

4...

—¿Dylan? Oh, Dios, ya empiezas.

7...

—Dylan.

10.

—Eso no funciona —susurré aún sintiendo rabia en todo mi ser. Miré a Liam unos segundos y me decidí a preguntar—. ¿Por qué tu novia dice que tú y yo la hemos engañado? —interrogué con felicidad fingida. El rostro de Liam cambió a completa sorpresa—. Y no sé lo dice a sus amigas o a cualquier persona del instituto, no —reí irónica—. Se lo dice a mi madre.

—¿A tu...

—A mi madre —reiteré pasando una mano por mi pelo—. Y no le bastó con eso, ya que lo hizo delante de amigas de mi familia y mi abuela —añadí y oculté mi rostro avergonzada de recordar a la abuela preguntar confusa cómo funcionaban ahora las relaciones—. ¡A mi abuela! —el grito salió de mi ser.

Antes de poder seguir hablando, la mano de Liam cubrió mis labios y se pegó a mi cuerpo.

Él estaba dispuesto a ocultarme, si alguien se había percatado de mí. Dos minutos fue los que estuvo casi abrazándome mientras su mano no dejaba nada salir de mis labios.

Él no parecía perturbado por la cercanía y yo solo sentía calor en todo mi ser. Por él, por Liam De Luque.

Definitivamente tenía que olvidarme de él y su fibroso cuerpo.

No me merecía este tipo de tentaciones.
No me merecía tener sueños extraños con él.
No me merecía que oliese así de bien.

—Te he dicho que no grites —ordenó firme pero con voz suave. Liberó el agarre y se alejó como si estuviese abrazando un poste de luz—. Ahora explícame todo con tranquilidad.

Y no me merecía esta indiferencia.

—Sadie, tu novia —añadí molesta porque, aunque no fuesen sus acciones, él era un motivo de que yo me convirtiese en el objetivo de esa chica—, se acercó a mi madre y abuela para comentarles lo malvada que es su hija y nieta por robarle al novio —informé recordando la risa segura de mamá de que ese no era el problema. Aunque la preocupación reflejada en el rostro de mi abuela me hizo lanzar una alerta—. Si eres tan amable de decirme porque va diciendo eso por el club.

Estúpido sitio elitista donde solo saben hablar de la vida ajena, algo que apreció cuando el tema no son los Harries, más concretamente las hijas.

—¿Cómo ha hecho para entrar? —susurré confusa de que hubiese llegado tan lejos dentro de ese sitio.

—El club —murmuró burlón y sonrió divertido. Lo miré enfadada porque ignorase mi problema—. Eres lo más clasista que he oído en mi vida —comentó y eso me molestó mucho más. Golpeé su brazo para que detuviera sus bromas—. Ey —se quejó alejándose de mí.

—¿Por qué? —interrogué molesta y decidida a ignorar lo de que acababa de decirme—. Solo dime cuál es el motivo.

Liam elevó una ceja divertido porque le hacía gracia esa situación tan surrealista. Carcajeó y fruncí mi ceño mucho más molesta por su reacción.

—Disculpa —dijo cubriendo su rostro con su mano. Aún escuchaba su risa—. Tiene que hacerme quedar mal de alguna forma, Dylan —explicó con tranquilidad—. Tras lo que descubriste, sólo podía romper con ella.

¿Lo que descubriste? Yo solo hice lo que me dijo la otra animadora. Y ahora todos creían que yo había hecho un PowerPoint con capturas y pruebas de una infidelidad, que intuía pero no confirmaba.

Yo, que no sabía ni usar Word, soy la más acertada para hacer esa maravillosa y entretenida presentación.

Nótese la ironía.

—Te he dicho mil veces que me engañó esa pelirroja —gruñí molesta. Él solo sonrió demostrando que seguía sin creerme—. Pero vuelvo a mi pregunta de qué tengo que ver yo en eso.

—Según Isaac, está intentando ocultar todo con el hecho de que tú y yo —elevó sus cejas con connotaciones sexuales. Abrí mis labios impresionada y sentí todo mi rostro sonrojarse—. Con lo de que eres fácil según varias personas.

—¿Me estás jodiendo?

—Según todos, sí —respondió.

Sentí la necesidad de asesinarlo en ese instante. Esto solo podía ir de mal en peor.

¿Cuánto tiempo podía pasar hasta que tía Katy lo escuchase? O peor, ¿qué se empezase a esparcir más allá del instituto Alva?

Murmuró algo entredientes y para si mismo porque me dio la espalda al segundo.

Un sonido repleto de ofensa salió de mi pecho. ¿Cómo podía tomárselo con tanta pasividad?

Oh, cierto. Él es el victorioso, quien tiene a Dylan Harries correteando por y para él, y yo la robanovios que siempre será una fácil.

—¿Y qué hacemos?

—No venir a mi ventana como si realmente estuviese mancillando tu honor, Dylan —se burló de mala manera—. Es una sugerencia, no te lo tomes como una orden —pidió aún usando la ironía conmigo—. Solo ignoralo, como haré yo.

—Para ti es fácil —suspiré elevando mis manos molesta—. ¿Sabes cómo me miran PJ y mi madre? —cuestioné ocultando mi rostro nerviosa.

—Espero no...

La puerta se abrió y no pude hacer otra cosa más que mirar a quien sea que entrase en ese momento.

PJ y el señor De Luque estaban detrás de la ella.

Oh, genial.

—Te lo dije —habló PJ mirando al señor De Luque con una sonrisa burlona.

Problemática.Where stories live. Discover now