Capitulo 1

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Todos los días de esta semana pensé en visitar la veterinaria después de ir a trabajar, la verdad no iba a comprar alguna mascota, pero había escuchado que tenían la opción de adopción de gatitos callejeros.

Y créanme, había demasiados por esta zona, simplemente un día apareció la camioneta de la perrera y perdí de vista a todos, algunas tiendas de mascotas habían rescatado algunos para darlos en adopción y así evitar que tuvieran ese trágico fin, sin embargo solo sería por un tiempo antes de entregarlos ellos mismos.

Darle la oportunidad a alguien que necesitaba una familia era prioridad para mí, yo más que nadie sabía cómo se sentía ese horrible sentimiento de no tener nada ni a nadie quien te cuide y éste ahí para tí.

Suspiré mirando mis zapatos mojados del agua encharcada de las calles mientras estaba sentada en la parada pública, dándome valor para poder hablar, no era muy buena expresándome con las personas. Pero tal vez tenía que convencer a alguien para que me dieran un gato en adopción responsable.

Volví a ver la puerta de la veterinaria, un charco de agua y la banqueta me separaban de ella, estuvo lloviendo por casi todo el día completo demasiada gente comprando pan y café. Aún así no fue un buen día para las propinas.

¿Cómo iba a mantener otro gato?

No estoy segura pero tendría que hacer otro turno en la cafetería tal vez.

Ya tenía un gati-hijo esperándome en casa, la renta estaba por vencer, mi sueldo ya casi era lo que debía en la tienda de abarrotes para poder comer durante la semana, bueno casi medio comer.

Mi semestre de la universidad, todavía debía la mitad, además tenía que ir caminando durante 40 minutos para llegar ahí y así ahorrarme los pasajes.

Mi turno escolar es en la tarde ya perdí una clase, muchos dicen que los del turno matutino son los más inteligentes, pero en mi caso yo trabajo por las mañanas, salgo de la escuela cuando ya es muy noche, tomo el tren vía y llego a casa de nuevo.

Van a pensar que por vivir en la ciudad las personas la llevan mas fácil, algunos sí, otros no corremos con la misma suerte.

Soy una persona que no creció con su familia numerosa con una casa bonita, autos y estudios en la mejor escuela que quisieras.

El estado le había quitado la custodia a mamá por ser irresponsable además a ella no le importó mucho al igual que a mi padre biológico, y no la culpo por tener mala suerte en elegir a mi padre, ni siquiera lo conozco.

Solo sé que eran unos adolescentes hormonales que no sé cuidaron.

Jugaron a la casita por un par de meses y el se fue con alguien más antes que yo cumpliera mi medio año de vida, mi madre por su parte había buscado el amor de nuevo o la mayoria de ellos solo iba una vez a la casa, se metían a su habitación y yo solo me tenía que poner los audífonos del silencio. No comprendía nada, tenía la edad de 4 años.

Solo tenía la esperanza que uno se quisiera quedar para que fuera mi papá.

Cuándo finalmente conoció a Rubén, creo que yo fui la más feliz, al principio el era amoroso con las dos, el fue el primero en regalarme un chocolate en forma de tableta.

¿Imaginan? Un chocolate para mí sola y no estaba caducado. Eso era lo más genial de todo porque su sabor estaba ahí intacto.

Íbamos a comprar para la comida sin tener que contar las monedas más de dos veces, mi mamá me dijo que éramos una familia, ella también estaba muy feliz. El se fué a vivir a la casa, llegó un sábado con sus maletas, sabía que día era porque al otro día fuimos a rentar una película. Pasaron ocho años y cuando tenía doce recién cumplidos, mi mamá y él tuvieron una fuerte discusión, mamá salió de la casa hecha una furia diciendo que iba a joder a alguien, una nueva amante más joven que ella de 17 años que ya esperaba una bebé.

MAFIA HERNÁNDEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora