-Demasiado bueno para ser verdad. -Murmuré poniendo el plato a lavar.

-¿Decías? -Ian se puso a mi lado.

-Néstor estaba siendo demasiado amable y sabía que eso no podía ser duradero. -Me reí con amargura.

-Sí, te está tratando diferente, en el sentido de que te está tratando muy bien en este viaje. -Sonreí.

-Me gusta eso. -Asentí a mis palabras.

-¿Sientes algo por él, preciosa? -Preguntó con una media sonrisa y una ceja levantada.

-Claro que no. -Me apoyé en la encimera. -No te miento si te digo que cuando es "bueno", me siento bien, pero como con todos. -Él asintió y, con la cabeza, me hizo una seña para salir de la cocina.

Ian salió de la cocina y le seguí para ver que, en la sala, solo estaba Mike terminando de recoger algunas latas de cerveza sobre la mesa y tirándolas a una bolsa que llevaba en la mano.

Despidiéndome de ellos, que se quedaron hablando, me fui a acostar mirando la puerta de la habitación de Néstor en el camino, pensando en si estaría ahí o no.

Mi pregunta mental se vio respondida cuando entré a mi habitación y lo vi sentado en la orilla de la cama con el teléfono móvil sonriendo a la pantalla, cosa que no me gustó y se sintió como si hubieran golpeado mi pecho con un martillo.

Carraspeé y él, lentamente arrastrando la mirada, me miró y volvió a mirar el teléfono móvil. Me sentí ignorada y eso solo me hizo fruncir el ceño con bastante enfado mientras mis mejillas se inflaban volviéndose rojas.

¿Qué tanto miraba y sonreía?

Con bastante molestia cerré la puerta un poco más fuerte de lo normal y me miró, fui hasta el armario ignorándolo, saqué mi ropa interior, un pantalón por las rodillas, una camiseta grande, y me metí en el baño del dormitorio.

Me di una rápida pero caliente ducha, me vestí, y salí de nuevo a la habitación aún ignorando su confusa mirada en mi persona que ya no estaba en el maldito teléfono.

-¿Qué te pasa? -Preguntó en nuestro idioma íntimo mientras yo le ignoraba metiéndome en la cama. -Pequeña, ¿qué te pasa? -Se acostó de lado pasando un brazo por mi cintura.

-Nada. -Respondí secamente.

-No puedes decir "nada" cuando estabas bien hasta hace unos minutos en la cocina y ahora estás enfadada. -Le ignoré.

Me conocía tan bien a pesar de llevarnos tan mal delante de los demás.

-¿Qué te pasa? -Volvió a preguntar y me giré para verlo.

-¿Por qué no, en vez de preguntarme tantas veces que qué me pasa, te pones a sonreírle al maldito teléfono? A lo mejor así me dejas en paz. -Me volví a girar y a acostarme de espaldas a él.

Le oí reír a carcajadas y eso solo me enfadó más. No solo me ignoraba por su teléfono móvil, encima se reía de mí porque me había llegado a molestar su estúpida acción.

Sentí la cama moverse por su lado mientras seguía riendo, pegó su pecho a mi espalda por completo y puso la cabeza en el hueco de mi cuello mirando hacia adelante, donde puso su teléfono delante de nuestras caras.

-Sonreía por esto. -Dijo parando de reír.

Me mostró nuestra foto, la que nos sacamos esta mañana y yo subí a las redes sociales mencionándolo, pero le dio a "mostrar comentarios" para ver cómo, la mayoría, afirmaban que éramos pareja.

Me sentí estúpida mientras intentaba ocultar mi sonrisa, así que sólo moví el hombro para que se quitara de ahí y poder sentirme estúpida en soledad, así que él se apartó, pero a los segundos volvió a esa posición sin el teléfono.

-¿Estabas celosa por si le sonreía a alguien más? -Preguntó con diversión.

-Por supuesto que no, solo me molestó que me ignoraras. -Contesté algo menos brusca. -¿Y tú? -Miré mi hombro para verlo apoyado ahí.

-¿Yo, por qué? -Frunció el ceño.

-Ian. -Respondí y él se apartó para ponerse boca arriba.

-Claro que no, no sé de dónde sacas esa estupidez. -Se rió en seco.

-Cuando hablo, río o estoy con él y tú estás delante, se te ve molesto, como incómodo. -Me puse de lado frente a él.

-Lo estoy porque sé que te has acostado con él. -Dijo entre dientes mirando al techo.

-Tú te has acostado con otra mujer, así que estamos iguales. -Suspiró.

-No es lo mismo, después de eso, nunca más supe nada de ella y tú, por obvias razones, sigues en contacto con Ian. -Me miró.

-¿Por qué no supiste más de ella? -Se encogió de hombros poniendo una mano en su nuca.

-No quise. -Me miró.

-¿No te lo hizo bien? -Rió.

-Fue un desastre. -Reí yo. -Fue como estar con un árbol y encima no me atraía nada. -Reí más. -¿Y tú? -Preguntó.

-¿Con Ian? -Asintió. -No me esperaba menos sabiendo como es él, la verdad, fue muy dulce, tierno, atento. -Asintió de nuevo.

-¿Y tú cómo eres? -Golpeé su hombro riendo. -Solo es curiosidad. -Se excusó.

-Depende del hombre, supongo. No me gusta quedarme quieta y que me hagan, me gusta colaborar, innovar, hacer cosas, muchas posturas. -Asintió.

-A mí también me gusta hacer cosas diferentes. Es cosa de dos no solo del hombre. -Asentí dándole la razón.

-Y no siempre hacerlo en el sitio convencional. En otros sitios estaría bien. -Mordí mi labio.

-Estoy de acuerdo. -Sonrió de lado. -Creo que tú y yo seríamos una mezcla explosiva teniendo sexo. -Empezamos a reír pero le di la razón.

-Néstor... -Le llamé e hizo un sonido de garganta de que siguiera. -¿En serio estamos hablando de esto? -Seguimos riendo.

-Tienes razón, mejor vayamos a dormir. -Sonrió abriendo el brazo invitándome a acurrucarme con su pecho.

-Soñaré con esto. -Le dije apoyándome en su cuerpo.

-¿Con Ian o conmigo? -Bromeó.

-Con los dos a la vez. -Respondí bromeando y dejándolo callado unos segundos asimilando mi respuesta.

-¿Te gustaría? -Preguntó pero no había nada de broma en su voz así que solo le ignoré por no responder.

-Buenas noches, Néstor. -Besé su cuello abrazando su abdomen, como cada noche.

-Buenas noches, pequeña. -Y él besó mi frente acariciando mi espalda, como cada noche.

I hate you, don't leave meWhere stories live. Discover now