2.

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Ninguno me dejó bajar las maletas, así que ahora estaba entrando a la enorme casa con pasos lentos y corto, con la mano derecha en el bolsillo, detrás de esos cinco hombres.

Sería mi nueva casa a partir de hoy, sí, pero no podía coger confianza tan rápido de un día para el otro. No podía, no me habían educado así.

Seguramente me costaría bastante acostumbrarme a usar las cosas sin pedir permiso o sin tener vergüenza. Sobretodos los primeros días.

-Tu habitación está en el piso de arriba, la primera a la izquierda, como en tu casa. -Dijo tío Michael.

-Esa es mi habitación. -Habló Néstor extrañado.

-¿Te importa compartirla? -Volvió a decir Michael. -Si te importa, podría quedarse con otro, pero tu habitación es la única que tiene aseo, por eso lo dije. -Aclaró.

Néstor me escaneó de arriba a abajo durante unos segundos que me parecieron eternos y me hizo amedrentarme un poco a la vez que me hizo sentir pequeña.

Parecía pensarse la respuesta.

Levantó una ceja, aún con los brazos cruzados, y volvió a mirar a tío Michael asintiendo con la cabeza lentamente.

-Está bien. Se puede quedar. -Dijo finalmente.

Yo pensé en lo arrogante que había sido al pensarse la respuesta y me dieron ganas de decir que preferiría quedarme con otro, pero ya Mike estaba subiendo por las escaleras.

Mike me ayudó a subir, o mejor dicho, él subió las maletas hasta esa habitación mientras los demás chicos se desperdigaban e iban a hacer sus cosas.

Néstor nos acompañó también pero unos segundos más tarde, después de hablar, o murmurar más bien, unas cosas con Ian.

-Hazle hueco en el armario para que meta sus cosas. -Tío Michael señaló con la cabeza el mueble. -Iré a hacer algo de comer porque no sé tú, Kay, pero yo me estoy muriendo de hambre. -Reí un poco cohibida.

-Sí, yo también. -Él asintió y salió cerrando la puerta de la habitación.

Miré todo aún de pie, me daba bastante respeto y vergüenza sentarme o ponerme cómoda aunque sería mi habitación también a partir de ahora, pero tendría que coger confianza y que acostumbrarme.

A parte de que su actitud arrogante, fría y distante, no me daban la confianza suficiente como para poder ponerme algo cómoda.

Si hubiera sido otro de los chicos, quizás sí, pues intentaban socializar conmigo y entablar amistad, pero Néstor no hacía nada porque eso sucediera.

En el camino del aeropuerto a aquí en el coche, los demás chicos me hablaron, intentando hacerme sentir una más, ya que me quedaría aquí por tiempo indefinido.

Néstor a penas me había hablado, por no decir que no habíamos cruzado ni una sola palabra desde que llegué hacía apenas una hora y media.

Solo me miraba de esa forma intimidante con los brazos cruzados, una ceja levantada y a veces fruncía el ceño ladeando la cabeza.

Volviendo a la actualidad, la habitación en sí era pequeña, mas lo suficientemente grande para los dos.

Tenía una cama de dos plazas, un escritorio, un pequeño sofá, la puerta al aseo del que antes habló Mike y el armario donde Néstor estaba haciendo hueco.

Un cuadro grande de todo el elenco de actores de aquella serie estaba en la pared de la cama y la ventana a la izquierda de esta, frente a la puerta.

Las paredes eran azules, un poco oscuras, las sábanas de la cama eran de otro tono pero también del mismo color y el sofá, frente a esta, era negro.

-¿Te gusta? -Preguntó y le miré.

Estaba de brazos cruzados mirándome con una ceja levantada y en su cara no había indicio de ninguna sonrisa o gesto amigable.

-Si... Ah... Si tengo un sitio donde poder dormir... Ehm... Está bien. -Respondí intentando tener su misma expresión pero mi nervioso inglés me delataba.

-Ya te he hecho hueco en el armario y en los cajones para que metas la ropa. -Asentí.

-Gracias. -Él fue hasta la puerta y salió cerrándola detrás de sí cuando estuvo fuera, en el pasillo. -Qué gilipollas. -Murmuré ya en español. -Gracias por la ayuda. -Seguí murmurando en mi idioma natal con bastante molestia.

¿Qué más le daba ayudarme?

Tenía un brazo escayolado que no podía mover, qué menos que haberse ofrecido, ¿no?

Quizá hasta le hubiera dicho que no por simple vergüenza, pero hubiera agradecido un poco de amabilidad por su parte.

Aunque llevaba aquí a penas hora y media, pero había descubierto que Néstor y amabilidad no eran sinónimos.

Al menos, no conmigo.

Como pude, con una mano, subí el bolso de viaje a la cama y comencé a sacar la ropa, intentando que se mantuviera doblada porque yo sola no podría doblarla de nuevo, y metiéndola en los huecos del armario.

Cuando el bolso estuvo vacío, lo metí debajo de la cama, porque no sabía donde guardarlo, e hice el mismo procedimiento con la maleta de ruedas.

Me costó sudor y dolor, mucho dolor, subirla a la cama, pues pesaba bastante más que el bolso, así que me tuve que ayudar de las rodillas y el resto de todo mi cuerpo menos el brazo inútil.

Hice el mismo procedimiento que con el bolso guardando los útiles, no solo ropa, también mi champú, cepillo de pelo, mi ordenador portátil y más cosas que había dentro, para luego meterla junto al otro equipaje debajo de la cama.

Me senté en la orilla de ésta a descansar un poco y me sequé el sudor con la manga de mi brazo derecho para luego abrir, salir al pasillo e investigar la casa.

Frente a la puerta de esta habitación había otra y el pasillo a la izquierda tenía otras tres habitaciones, así que en total eran cinco.

Ellos eran cinco, así que cada uno tenía una habitación, por eso Néstor tuvo que compartir la suya conmigo.

Pensaba que eso lo había hecho por cortesía hacia su amigo, tío Michael, no por mí o porque realmente quisiera compartirla conmigo.

A la derecha estaban las escaleras, así que las bajé despacio con la mano derecha metida en mi bolsillo trasero y mirando a todos lados.

Frente a las escaleras estaba la puerta de la cocina, a la izquierda una puerta que daba a un jardín trasero, a la derecha la sala, la puerta de la entrada y otras dos habitaciones a la derecha de la pared donde estaban las escaleras.

Una tenía que ser un baño y la otra el ¿sótano?

La sala se unía con la cocina mediante una barra y los chicos estaban ahí sentados, hablando entre ellos hasta que llegué con pasos cortos y Mike me hizo unas señas con las manos de que me acercara.

Fui lentamente, aún bastante cohibida con sus miradas puestas en mí, hasta su lado y me apoyé en la encimera mirándolo que me miraba de vuelta y reímos.

Me sentí un poco menos tímida así.

-Ya casi está la comida. -Avisó y asentí. -¿Estás bien? Sueles hablar mucho y desde que has llegado a penas has dicho algo. -Me ruboricé un poco.

-Estoy... Estoy bien. -Me encogí de hombros.

-¿Es por el idioma? Si es por eso, no hay problema, tres de nosotros hablamos español también. -Me respondió pasando un brazo por mis hombros.

-No, está bien. Solo me tengo que... Eh... -Pensé. -¿Cómo se dice "acostumbrar" en inglés? -Le susurré y se echó a reír junto a los chicos.

Menos Néstor.

Él solo me miraba con el ceño fruncido.

-Oh, Kay... No te preocupes, que ya aprenderás. -Sentenció.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora