Ly
Los chicos dicen que la diferencia entre Long Beach y Moscú es de aproximadamente ocho horas, así que, a riesgo de equivocarme, ten un maravilloso primer día y no te olvides de enviar fotografías de los chicos guapos. 07:50

Gracias por todo, Ly. 07:51

Salí apresurada de la casa. No tenía mi auto aquí y la verdad ya no quería tener nada que me recordara lo miserable que se sintió no estar donde uno realmente deseaba. Gia me llevaría a la universidad hasta que yo estaba lista para comprar otro auto con el dinero que mis padres dejaron para que pudiera vivir aquí con muchos lujos.
Al llegar al lugar, mi mandíbula cayó al piso. Casi se fracturó de tan impresionada que estaba. La facultad era hermosa. El edificio tenía vidrios que reflejaban el cielo y no permitían que se visualizara absolutamente nada de lo que estuviera en el interior. Gia condujo hasta el estacionamiento. Mi corazón se detuvo al verlo. Era un chico realmente guapo caminando fuera del lugar para seguramente dirigiese a su clase. Su presencia le dio un vuelco a mi corazón. Su cabello estaba perfectamente peinado hacia arriba, sus facciones eran tan ... definidas, su nariz recta e ideal para su rostro, sus labios rosados ​​y carnosos, y esos tatuajes que adornaban sus brazos ...
-¿Quién era ...? -pregunté abrumada- ¿Quién demonios era él?
-¿Él quién? -preguntó con la mirada fija en el lugar que pretendía estacionarse.
-Nadie. Olvídalo.
Finalmente entramos al lugar. La gente caminando distraída por los pasillos, los grupos de amigos conversando en el campus, estudiantes con chaquetas del equipo de fútbol ... esperen ¿qué? ¿Equipo de fútbol?
-Hoy habrá una charla para todos los que quieran ir respecto a los negocios y todo aquello de la facultad de ...
-Si, si, sé cuál es. Lo investigué antes de venir.
-Chica lista -dijo sonriente-. Entonces vamos. Tus clases no empiezan hasta las nueve de la mañana así que, por la siguiente hora eres toda mía.
Rodé los ojos divertida. Tenía mucho que averiguar con respecto a esa universidad, principalmente el hecho de que tuvieran un equipo de fútbol y no apareciera en su página web. Muchos estudiantes llenaron el auditorio. Podría mentirles diciendo que no busqué al chico que había visto anteriormente, pero no tenía sentido, era demasiado obvio que lo buscaría hasta por debajo de las piedras.
-Él es el profesor Luke Hansson. Es un muy buen profesor según Alexia.
-¿Alexia?
-En un rato la conocerás. Se quedó dormida, pero llegará a sus clases a tiempo.
Mi cabeza comenzó a doler. Durante los siguientes minutos traté de aguantar las punzadas en mis sienes, respiraba pausadamente para controlarme. Mis ojos cayeron en el castaño de ojos oscuros que me miraba intensamente desde la distancia. Regresé la mirada al frente de inmediato. Nerviosa, traté de observarlo por el rabillo del ojo, pero ya no estaba.
«¿Me lo imaginé?»
-Quiero ir al baño.
-Claro. Cuando salgas, gira hacia la derecha y camina en línea recta por el pasillo.
-Gracias.
Me levanté del asiento y me abrí paso entre las piernas de los estudiantes para salir de la hilera de sillas. Necesitaba agua, beberla y sumergir mi rostro en ella. Me detuve a la mitad del pasillo cuando las punzadas en mi cabeza se hicieron más fuertes.
-¿Estás bien?
Abrí los ojos asustada al escuchar esa voz tan cerca de mí. Tuve que pestañear varias veces para asegurarme de que era real. Sonreí cuando entendí que no era mi imaginación, el chico acosador si existía.
-Si, creo que sí -respondí- ¿podrías indicarme como llegar al baño?
-Claro, ven conmigo.
-Por cierto... -comencé-, soy Peyton Reynolds.
Se giró hacia mí complacido, como si hubiera estado esperando a que yo diera ese paso. Fruncí el ceño, pero de todas formas estreché su mano cuando la extendió.
-Jordan Jones a tu servicio -una sonrisa petulante comenzó a expandirse entre sus labios-. Aquí es, señorita.
Observé la puerta blanca con el logo de una chica con vestido. Me parecía increíble que desde la distancia no hubiera podido verla. Mis ojos recorrieron al chico de pies a cabeza. Tenía puesta una chaqueta azul con el nombre de la universidad en la espalda. ¿Era parte del equipo?
-Gracias.
No supe exactamente cuánto tiempo me quedé como estúpida mirándome al espejo mientras en mi mente se producían un millón de preguntas, pero deduje que fueron bastantes minutos al ver como Gia entraba al baño totalmente fuera de control junto a una chica de ojos azules demasiado profundos y llamativos.
-¡Aquí estás! -exclamó agitada- ¡creí que te había sucedido algo! ¡maldita sea, Peyton!
-Pudiste haberme llamado, ¿sabes? -abrió la boca indignada- Tengo teléfono.
-Ingrata. -jadeó con la mano en el pecho.
-Eres la reina del drama -rodé los ojos y escuché la risa de la chica a su lado-. Disculpa, soy Peyton Reynolds.
-Alexia Forbes. -estrechó mi mano.
-Ah, tú eres la amiga de Gia.
Era una chica muy guapa. Sus ojos eran muy azules. Tanto o más que el mismo océano. Igual de profundos.
-Al... -se miró a sí misma- parecer sí.
-Todas seremos grandes amigas, pero ahora debemos ir a la clase.
Nos tomó a ambas de la mano y salimos a toda velocidad por los pasillos. Alexia al final se separó de nosotras porque su facultad quedaba del otro lado del campus. Más tarde, mientras el profesor Miles Lindberg explicaba, mi mente divagaba. No podía dejar de pensar en ese chico de los tatuajes. ¿Quién era él y por qué mi corazón se había detenido al verlo como si lo conociera de toda la vida? ¿Era normal, era un deja vú o simplemente una coincidencia?
-¡Peyton! -exclamó Gia.
Al escucharla tuve que pestañear varias veces para enfocar la vista en mi alrededor. No quedaba casi nadie en el aula de clases. Observé a Gia, quién me miraba perpleja.
-Perdón, ¿Qué sucede?
-¿Estabas respirando siquiera? -preguntó preocupada. Fruncí el ceño ante sus palabras.
«¿Qué? ¿Respirando?»
-No entiendo.
-Estabas en otro mundo.
-Estaba pensando.
-Bien. Te decía que el profesor Jonas tuvo un accidente esta mañana y no podrá asistir a la última clase de hoy.
-¿Y...?
-El horario de hoy es más corto que el de los otros días y con ese profesor teníamos dos clases seguidas, es decir... ¡es hora de irnos! -chilló emocionada.
-Oh, genial. -respondí tratando de sonar emocionada, pero el sarcasmo se hizo presente cuando fue imposible detener mi boca.
«¿Alguien puede golpearme la cabeza, por favor?»
-¿Vendrás a casa conmigo?
-No. Quiero caminar y comenzar a familiarizarme con el lugar. Después de todo, este será mi hogar por casi un año.
-Bien, pero no te tardes ¿eh? -chocó su cadera contra la mía.
-Te lo prometo.
-Te veo en casa.
Apreté los labios formando una fina línea recta. Ella intentaba sacarme una sonrisa desde que había llegado y yo sólo parecía una maldita ogra. Salió del salón e imité su acción, pero ambas nos fuimos por lugares diferentes. Mi mochila rebotaba en mi espalda con cada zancada que daban mis piernas. Caminar me hacía sentir bien. Además, necesitaba despejar mi mente por algunos minutos.
Todo era demasiado abrumador y nada parecía ayudar. Ese chico y... ¡demonios, ese maldito chico! ¿Quién era? ¿Por qué mi mente no podía simplemente dejarlo ir y ya? ¿Por qué parecía tener una importancia que yo desconocía?

Between lovesWhere stories live. Discover now