-¡Dara!- grité rezando porque me contestara, se movió y volví a respirar, se despertó mareada, tenía una cadena atada al cuello que la unía a la pared como si fuera un animal salvaje. -¿Le has hecho bastardo?- grité presa del pánico y de mi propia furia.

-Me temo que esos rasguños no se deben a mi causa- respondió el hombre con una voz fría y muy calmada. Se agachó hacia Dara y la sostuvo de la barbilla, ella mostraba una mirada enrabietada. –Solo la tengo aquí como salvo conducto.- se incorporó, amenacé fervientemente con mi mirada al hombre, que me devolvió la mirada pasiva y relajada. –Para que seas más dócil.

-Como se te ocurra tocarla te juro...

-no, no- me interrumpió levantando el dedo, su mano estaba envuelta en un Heracles de un intenso color verde. -vamos a ser civilizados.- me mordí la lengua para no empeorar las cosas cuando vi el gesto de súplica en los ojos verdes de Leyxa.  -Soy quien responderá a todas vuestras preguntas- dijo entonando la palabra ''todas''

–Eso lo dudo- murmuró Leyxa sin hacerse apenas notar.

–Antes de empezar quiero agradeceros que trajerais la piedra negra- reía de manera irritante y exagerada;  -me estaba costando encontrarla.- Leys y yo nos mirábamos confusas, ella desvió la mirada desganada hacia él. Nos mostró las dos piedras, una blanca y la otra negra, la blanca más pequeña que la otra.

-¿Por qué nos has curado?- comenté confusa al verlo guardar de nuevo las piedras.

-no, no- contestó con una irritante risita entre dientes mientras muestra una mueca en sus labios. –Esa no es la pregunta.

-¿Para qué nos quieres teniendo las piedras?- añadió entonces Leyxa frunciendo el ceño, él se giró hacia ella y esbozó una espeluznante sonrisa mostrando sus dientes amarillentos y torcidos.

–Que perspicaz, esa pregunta me gusta. El poder de las piedras solo puede ser controlado por el yinyared. Que soy vosotras- Leyxa y yo nos miramos mutuamente, aún más confusas, el pulso me martillea la sien. –bueno, no vosotras, vuestra unión.- rió de nuevo con esa perturbadora risa aguda. Un hombre entró deprisa en la sala, reconocí las vestimentas de este, unas telas negras envolviéndolo completamente, el hombre se colocó junto al otro,

-¿¡Donde está Ivy!?- preguntó Leyxa de pronto, en su suave voz enmarcó su duda de si estaría o no con vida después del fatal golpe que se había llevado tras su onda expansiva.

-Me encargaré de esa traidora personalmente- el hombre respondió con la voz  notablemente más tensa.

-Darkel- añadió el hombre vestido de telas negras y comenzó a susurrarle al oído, este levantó la mano y se produjo un silencio.

-Me temo que tengo que dejar nuestra pequeña conversación, y por favor, estáis en vuestra casa- Sonrió de oreja a oreja poco antes de marcharse junto al segundo hombre. Asique este es Darkel... Dara intentó llegar hasta mí, pero la cadena atada a su cuello era demasiado corta.

-¿Estás bien?-  pregunté al verla tan demacrada, a nosotras al menos habían tenido la decencia de limpiar nuestras heridas.

-Estoy bien, al menos no me ha desnudado.- respondió entre dientes, no había perdido su sentido del humor, eso era bueno. Leyxa rompió a llorar de pronto.

-lo siento, es mi culpa, lo siento...

-¿por qué?- respondí exasperada, por favor...deja de llorar me decía para mis adentros. 

-si no fuera por mi intento de salvar a Ivy no hubiera pasado esto.

-Leyxa, escucha- apreté los dientes hablando lo más serena que podía entonar, -Nunca- enmarqué bien la palabra; -Nunca te arrepientas de tu compasión.- Leyxa me miraba con ojos llorosos, mi mirada y mi voz pareció entrar en ella –Es lo que te hace humana- añadí al ver que respiraba profundamente calmándose. –Vamos a salir de aquí, rescataremos a Ivy, cogeremos las piedras y buscaremos a su hermano.- Por primera vez en mucho tiempo sentí que hablaba totalmente en serio. Me arrepiento de muchas cosas en mi vida, pero lo que más me duele y aun lo noto en mi pecho. Es el haber estado a punto de matar a una joven que está a merced de su Heracles, eso me convertiría en una persona que no soy. Y quiero demostrar a Leyxa que no soy ese tipo de persona, empezando por esta promesa.

Hijas de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora