capitulo 6 Kerisal

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Abrí los ojos aun nublados por los bordes de mi visión, apreté los dientes al volver a sentir las punzadas de dolor de mi espalda. Dara me presionaba la herida con un trapo, Leyxa sacudió sus manos intentando deshacerse de las luces blancas que surgían de sus manos, se estaba descontrolando. Me retuerzo de dolor e intenté mantener los ojos abiertos, apreté los dientes para evitar volver a gritar. -Estoy bien.- protesté apretando los puños contra la tierra, Dara me sostenía entre sus brazos tirada en el suelo. Intenté mantener el control para poder respirar más calmada, -Leyxa, tienes que relajarte, cálmate- recé porque me escuchase, pero apenas podía alzar la voz. Ella respiraba entrecortadamente, si no se calmaba podría empeorar. No tardará en convertirse en heraclitas. De pronto vi como Leyxa cayó al suelo desplomada, sus manos hicieron retroceder su Heracles blanco. Sentí un pinchazo en el cuello, me desclave lo que pareció ser un dardo. Dara cayó desplomada a mi lado, también con un dardo en el cuello. Mi vista se nubló y sentí como me desvanecí.

Noté una agradable presión en la herida de mi espalda, un aire frio y el olor a humedad eran gratificantes. Abrí los ojos, estaba en penumbra. Entré en pánico cuando intenté moverme sin conseguirlo, me retorcí, estaba maniatada con los codos elevados y mis manos atadas detrás de la nuca. Mis tobillos también estaban atados  y parecía estar colgada. Siento frio de pronto, una venda alrededor de mi pecho me presiona agradablemente la herida de mi espalda que apenas me daba punzadas, no me dolía mas que el resto de mis heridas que tenía por todo el cuerpo gracias a los Caninades. ¿Me han curado? Me pregunté al verme el estómago y las piernas, me habían limpiado la sangre seca y las heridas habían dejado de sangrar. Tras el susto inicial me percato de donde estoy, un cuarto oscuro, la forma rocosa del suelo y las paredes me recuerda a las típicas casas de Elfendrielle, aunque el rojizo de las paredes parecía más oscuro debido a la poca luminosidad. Unos agujeros del techo deja pasar pos rayos de luz. El olor a barro y arcilla me recuerda a unas cuevas. Los gritos de Leyxa me asustaron de pronto

-¡Leyxa!- grité llamando su atención, no pude evitar sonreír al verla. Estaba frente a mí, de la misma posición maniatada. Aunque ella llevaba una venda que cubría su pecho y estómago. Llevaba puesto una falta de piel lisa marrón, acabada en pico. Me miré para comprobar que yo también llevaba esa falda aunque a mí me quedaba más corta.

-¿Dónde estamos?- preguntó confusa, rayando la histeria. Su cara también estaba rasgada al igual que sus piernas, pero estaba limpia y las heridas habían dejado de sangrar, me pregunté si yo tendría ese mismo aspecto. Nos iban a quedar unas horribles cicatrices. -¿Es Elfendrielle?- miró a su alrededor intentando soltarse de las ataduras.

-No lo creo, si hubiera sido los Eidanos estaríamos muertas- intenté tranquilizarla, tanteé el resto de la cueva oscura en busca de Dara, pero no se ve apenas el suelo. El sonido de unos pasos retumbaron por la habitación.

-¿Quién eres cobarde? Muéstrate a la luz- gruñí con fiereza, apretando los dientes. Unos pasos hacia adelante, el hombre se descubrió el rostro poniéndose bajo uno de los reflejos de la luz. Un hombre fornido, muy alto y oscuro de piel. El pelo de color negro y muy liso, casi tanto como el de Leyxa cae por su rostro delgado. Sus ojos muestran un incesante color negro con franjas rojas. Es un heraclitas... mantiene sus manos escondidas tras su espalda mientras nos miraba detenidamente a Leyxa y a mí. Vestía con un traje  de cuero negro, escamado como el cuerpo de un reptil. Se levanta por el cuello como las alas haciendo que pareciese que tenía el cuello más largo. El hombre chasqueó los dedos y una fuerte luz blanca ilumina la habitación, unas gotas de luz se mantienen flotando en el techo, frente a nosotras estaba Dara tirada y olvidada, el vestido rasgado y ensangrentado, y manchada de tierra. Las heridas de su cara habían dejado de sangrar, pero aún estaba manchada de sangre seca por sus brazo y piernas magulladas.

Hijas de los DiosesWhere stories live. Discover now