Capítulo Cinco.

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Lucas casi gritó de frustración, pero su nerviosismo ganaba la partida. Ya estaba llegando a un punto en pensar en alquilar una casa fuera de la cuidad solo para tener sexo con Andreas, para que nadie les molestase; siempre eran interrumpidos en la mejor parte, debería ser un cruel chiste del destino. Pero aun pensando en que era detestable, se alarmo como nunca en su vida, al igual que Andreas, que le miro impresionado.

-Esto tiene que ser una broma.- susurro Andreas-. ¿Por qué siempre sucede lo mismo?

Lucas le miro, casi como incinerándole con la mirada.

-No es momento de discutir eso, idiota, escóndete.

Se separó más de él, y le tomo de los hombros, casi empujándole para que quedase abajo, tapado con la encimera, y se acercó al borde, para que pareciese que no había nada allí estorbándole el camino, y se apoyó en la superficie fría, con pose aburrida.

Escucho pasos, y se maldijo, pensando en cosas poco excitantes para que su erección bajase. Miro hacia abajo a Andreas que se estiraba para agarrar sus pantalones y su ropa interior, y pensó que si le seguía observando no iba a servir en nada lo de pensar en su papá en tanga, lo cual, era un recuerdo real, escondido y bastante suprimido en su subconsciente de cuando tenía diez años.

La primera en asomarse, después del alarmante sonido de las pisadas acercándose, corriendo directamente a la barra con una enorme sonrisa, fue Cianna, su hermana menor. Tenía puesta una cola amarrando su oscuro cabello, y sus ojos azulados brillaban como siempre, con la inocencia y jovialidad de una niña de nueve años, en su rostro infantil con pecas en sus mejillas redondas.

-¡Hermano!, mira el lindo vestido que me compro Gian.

Dio una vuelta agarrando el borde del vestido floreado con una sonrisa de oreja a oreja.

-Te ves preciosa, Conejita.

Cianna rio, y corrió hasta el, montándose en una de las butacas de la barra e inclinándose hacia el estirando sus brazos para darle un sonoro beso en la mejilla. Lucas lo recibió inclinándose más para al frente, tratando de tapar a Andreas, el cual quedo, para su mala suerte, con su cara cerca de su entrepierna.

-Hablando de conejos, hermano, papá me ha prometido comprarme uno.

-Eso es genial, con lo mucho que te gustan.

-Sí, ya quiero ver al viejo cuidando un gordo y esponjoso conejo.- Lucas giro hacia la voz, viendo a Giancarlo entrar, con un montón de bolsas de compras con logos de tiendas de ropa, y casi se ríe, por ver que lo habían arrastrado -obviamente obligado por su padre- a ir de compras con Cianna-. No me lo puedo imaginar, es más, de seguro lo mata y se lo come en a la cena.

Lucas le miro mal, mientras Cianna tapaba su boca con una mirada horrorizada. Oyó, bajo él, una suave risa, casi inaudible, que él solo llego a escuchar. Disimuladamente miro a Andreas observarle con una chistosa sonrisa, haciéndole casi girar los ojos por lo idiota que se veía, fulminándole con la mirada.

-No digas eso, Gian, es horrible...

Cianna le miro con reproche y se cruzó de brazos, sentándose con un fuerte golpe en la butaca, con una pose de berrinche, y Lucas rio un poco al verla así, inclinándose más hacia la barra apoyándose en sus antebrazos.

-Es cierto, Gian, no debes hablar así de conejitos muertos.- Giancarlo bufo, y se acercó a ellos, apoyándose en la barra al lado de Cianna, colocando un tanto nervioso a Lucas. Si se le ocurría pasar a la cocina, estaría acabado-. Además, vas a tener un hijo, deberías aprender a ser más sensible con los niños. Llevas nueve años al lado de Cianna y nunca has sabido cómo tratar a un niño con sutileza, idiota.

Danger Zone (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora