"Debes dejarlos descansar" dijo Neo indignado."No te han hecho nada"

"¿Por qué? ¿Qué sentido tiene humano? "respondió Faier.

"A que te refieres con que no tiene sentido, demonio estúpido, ese hombre estaba a punto de morir y su alma al fin descansaría de esa agonía". Eran creencias nacidas de la ignorancia de un niño que se hizo hombre en el bosque, viendo como las criaturas se comportaban cuando veían a sus pares morir.

"¿Quien te dijo que las ánimas descansan?"

Neo guardó silencio, confundido por la pregunta.

"Desde que Novus mató a mi padre, las almas están obligadas a vagar por el mundo, como bien sabes mi padre limpiaba estas almas y las depositaba en el mundo como una nueva vida, las transformaba en semillas de vida puras y revitalizadas, reutilizándose en otro ser vivo. Un trabajo noble e importante, pero desde que murió, las almas de los seres vivos quedaron obligadas a vagar por el mundo sufriendo, algunos sin memoria, sumidos en sus repetidas pesadillas... Neo, a mis ojos has visto el dolor que sienten. Yo solo recojo la basura que Novus dejó antes de su largo letargo."

"¿Y que pasa con las almas que absorbes?"

Fuertes latigazos interrumpieron su privada conversación, el eco del agudo y siseante sonido se podía escuchar en distintas direcciones y resonaban en las paredes como si cientos de serpientes amenazantes recorrieran sus negros y sanguinolentos ladrillos, vio como desencadenaban a un hombre de un palo que habían golpeado hasta que la piel dejara de cubrir gran parte de su carne, este repetia las palabra "dioses muertos, dioses muertos, dioses muertos".

Era un interrogatorio a los antiguos ministros de la antigua orden de los magos blancos, todos llevaban más de veinte años encarcelados, sus vidas otrora llenas de gloria y sabiduría, se marchitaron y ahora no son ni la sombra de lo que fueron, le arrebataron a sus familias, sus trabajos... sus vidas.

Empezó a haber más movimiento con la visita de Neo Artaban al Tormentux, causando un gran alboroto entre los prisioneros que ya desbordaban demencia y emitían alaridos que parecían ser insultos, los castigos se volvieron más frecuentes y los guardias comenzaron a abrir esas viejas heridas que solo el frió, la humedad y la oscuridad dejaron cerrar.

"¿Todos ellos son magos blancos, no estás feliz?" dijo el demonio con ironía.

"Mi vida era más apacible sabiendo que todos habían muerto, dejando de sufrir en una muerte instantánea después del holocausto blanco, pero esto... esto es una barbarie"

"Verás, yo creo que este lugar es una excelente herramienta para los hombres, donde los secretos más recónditos de la mente humana pierden valor a cambio de sangre derramada. Yo soy parte de esos secretos, la cofradía que me encerró en el bosque negro, algunos de ellos claramente no viven, pero si sus hijos... y puedo oler su sangre a leguas de distancia... no es precisamente que tenga rencor contra ellos, pero la información a cambio de su sangre incluye mi existencia, ellos saben que existo, Neo, mi rencor es contra la mano que movió los hilos, los Regivus Elementalis, o mejor dicho, los custodios de las Onirias"

"Los reyes elementales... ¿Y qué te trajo aquí demonio? ¿Acaso tu masoquismo incluye la violencia física?" preguntó Neo.

"Viktor... el pequeño Viktor Klutton" dijo mirando su rostro cubierto. "Este hombre es la llave que abrirá las puertas del infierno".

"¿Cuál es tu objetivo?"

"Tranquilo sabandija, serás el primero en verlo, pero en su debido momento."

"¿Y si muero primero?"

"¿Que dices? nunca había visto a alguien aferrarse a la vida como tú, Neo Artabán, podría decirse que tu eres un prodigio... aunque claro, solo en eso..."

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroWhere stories live. Discover now