I

9.7K 420 74
                                    

Joder. 

Maldigo mentalmente cuando noto como la puta luz se proyecta directamente sobre mi rostro haciendo que me diera la vuelta hundiendo mi cabeza de nuevo en la maldita almohada. Pero nada, es imposible volver a conciliar el sueño por lo que no me queda otra que levantarme ya con mala hostia de buena mañana. Lo primero que logro visualizar cuando mis ojos se abren, es una enorme mancha de color negro que ya casi ocupa la mitad del techo, casi parecía que cada vez que pintábamos la pared se hacía más grande la cabrona. Esto ni siquiera debe ser sano, pero en fin, de algo la tendré que palmar.

Tras levantarme cagándome en toda mi vida – y en los gritos que se escuchaban por toda la maldita casa y que seguramente provenían de la cocina- me voy directamente al baño para mear, y ya de paso, desmaquillarme toda la porquería que tengo en la cara de la noche pasada. Por si fuera poco, casi me asusto cuando entro al baño y veo mi cara salida de una película de terror. El puto maquillaje ha decidido montar una macro fiesta por mi rostro durante la noche.

Tras quitarme el maquillaje con una de esas toallitas para el culo de los bebés que siempre tenemos por ahí, me doy cuenta que doy aún más miedo sin maquillaje. 

Putas ojeras y puta también la madre que las parió.

El trayecto a la cocina no es mucho mejor, pues los gritos de mi mejor amiga consiguen que mi maldito cerebro quiera salir de mi cabeza dándose chocotones contra esta. Todas las putas mañanas igual, si es que hay que joderse. No obstante, se me hace imposible no reír cuando llego a la cocina y me encuentro con tal espectáculo. Su cabello pelirrojo se encuentra atado en un moño desprolijo en lo alto de su cabeza, bastante hecho mierda ya que seguramente durmió con él. Sus caderas se mueven de forma bastante exagerada mientras intenta hacer algo parecido a cantar, pero que se parece más a un hámster al que le están estrangulando fuerte y dolorosamente. Me acerco sigilosamente por su espalda y le quito uno de los auriculares, haciendo que pegue una especie de salto y tropiezo antes de mandarme una mirada asesina que para nada da miedo, más bien risa.

-Joder Emery, ¿qué coño te pasa? -exclama llevándose su diestra hasta su pecho unos segundos, justo antes de quitarse el otro auricular y hacerme una peineta debido a la risa que brota de mi garganta.

- Era eso o sufrir una explosión de tímpanos, deberías preocuparte un poco más de mi salud auditiva. —me burlo caminando hacia una de las sillas para pillar una manzana y llevarla a mi boca, pegando un pequeño mordisco a la vez que cruzo mis pies encima de la mesa. Me parece escuchar un "Maldita exagerada" mientras repaso mentalmente todo lo que tengo que hacer esta mañana, lo único que se me ocurre es que tengo que ir a donde el viejo Marcus a comprar tabaco porque no queda después de la noche de ayer, y a trabajar, claro.

- Em, ¿me estás escuchando? –la voz de Carrie me saca de mi ensimismamiento haciendo que volviera a prestarla atención, negando a su pregunta con la cabeza mientras doy otro mordisco a la manzana. Ella bufa y yo río. –Te estaba diciendo que no me esperes para comer hoy. —automáticamente frunzo el ceño, sabiendo el motivo.

- ¿Ah sí? ¿Y eso por qué?- quería escuchar la verdad, aun sabiendo que seguramente iba inventarse una trola. Y en efecto, juega por unos segundos con sus dedos, colocándose y recolocándose los anillos que rodea alguno de ellos antes de apoyarse en la mesada y alzar su rostro de nuevo hacia mí. Oh sí guapa, a mí no puedes mentirme. Me mantengo en silencio, comiéndome tranquilamente la manzana antes de sonreír y alzar las cejas con mis mofletes llenos de fruta, animándola a que hable o más bien, confiese.

- Tengo doble turno en la tienda esta tarde.- y bam, ahí está la trola. Quise reír, pero la fruta que aún permanece en mi boca me lo impide, por lo que tengo que llevar mi diestra hasta mis labios para no escupírselo todo en la cara. Noto como me lanza una mirada de odio muy típica en ella antes de rodar los ojos. Sé que es una trola por que el cabrón de su jefe es un viejo asqueroso que le encanta que sus empleadas hagan dobles turnos para tener algún tipo de posibilidad de meterlas manos, y por eso ella nunca hace dobles turnos. Y por eso también solo duré una semana en aquél lugar.

Alzo una de mis cejas, tragando por fin el contenido acumulado en mi boca antes de pillar el móvil que se encuentra encima de la mesa para comenzar a juguetear con él, pasando o haciendo que paso de ella porque sé que me está mintiendo y también sé lo mucho que la jode el hecho de que la ignoren. – Bien mierda, quedé para comer con Adam. – admite de una vez por todas haciendo que un enorme bufido se escape de mis labios al escuchar su nombre. Me dan arcadas de solo pensar en él. Era bazofia, mierda social. Un aprovechado de mierda.

- ¿Sabes? Hoy he soñado que lo habías mandado a tomar por culo, con razón me he despertado de tan buen humor. Pero no, era demasiado bonito como para ser cierto.- le mando una falsa sonrisa haciendo que ahora sea su turno de bufar.

- Él nos ayuda con la casa Em, deberías estarle agradecida. Además, me quiere. – bufo, ya lo que me faltaba por escuchar. Adam es un idiota con demasiado maldito dinero que sabe aprovechar demasiado bien nuestra decadencia para aprovecharse de mi mejor amiga. Está más que claro, siempre haciéndose el gilipollas con su coche de lujo y la ropa de marca, burlándose de ella cuando vestía con la ropa que nos podemos permitir. Joder, ojalá poder aplastar su cráneo tan fuerte que tuviera que gastar toda su puta pasta en una reconstrucción de rostro. Y aun así diera tan puto miedo que no pudiera salir de su casa y se convirtiera en un don nadie, porque si tuviera que tirar por la inteligencia le iba a ir de puto culo.

- No necesitamos que nos ayude, nos va bien.- dije haciendo que se cruzara de brazos. Joder, tampoco es como si estuviésemos viviendo debajo de un puente o algo. – Bueno, vale, nos podría ir mucho mejor. Pero Carrie, estoy segura de que van a ascenderme pronto y no tendrás que seguir saliendo con ese cabronazo. Es decir, ni siquiera creo que folle bien. – río haciendo que ella soltara una carcajada antes de tirarme un de esos bollos de chocolate que venían guardados en una especie de envoltorio de plástico. 

Ella sabe perfectamente que tengo la razón, siempre la tengo.

- Bueno, me piro. Por favor, termina de lavar los platos y de recoger las botellas de cerveza del salón. Te he dejado un trozo de empanada en la nevera, por lo que solo tendrás que calentarlo y punto. ¿A qué hora entras? – veo como corretea hasta pillar el bolso del perchero mientras rebusca en él unos segundos intentando ubicar las llaves.

- Dentro de una hora, pero antes tengo que pasar a comprar tabaco.- asiente con una sonrisa y me lanza un beso ganándose una mueca de asco de mi parte antes de salir por la puerta. Suspiro refregándome el rostro con las dos manos, bostezando mientras camino hacia la nevera para pillar el bote de zumo de naranja para beberlo directamente del envase. Qué puta pereza de vida.

Tras desayunar -o algo parecido- camino de vuelta a mi habitación para darme una ducha rápida, pero muy necesaria. Me miro al espejo por unos segundos, notando mi melena rubia realmente enmarañada junto con unas enormes bolsas de color morado debajo de mis ojos. Qué puta cara de mierda. Odio con mi vida ser tan blanca, siempre parece que soy un puto cadáver.

Tras llenar el cupo diario de autoasco decido desnudarme y meterme en la ducha, dejando que el agua tibia relaje todos y cada uno de mis músculos. Mientras me enjabono no puedo evitar pensar en cómo habían cambiado las cosas en tan solo un par de años. Ahora Marco no está y esto no es una maldita habitación de una residencia universitaria donde nos tirábamos a escuchar música y a fumar hierba sin importarnos nada más. Ahora todo es diferente, y una mierda. No tener pasta es una jodida mierda, y tener que partirnos la vagina trabajando para que no nos echen y poder llegar a fin de mes también lo es.

Una vez que salgo del baño me encuentro igual de tensa o más que antes de entrar, por lo que no dudo en enredar una toalla en mi cuerpo sin ni siquiera mirar mi reflejo y caminar hacia mi armario. Pillo rápidamente algo de ropa interior junto unos vaqueros y una sudadera de color negro, obviamente. Solo utilizo el negro, es precioso, y además dicen que realza. Bueno, y que tampoco me veía vestida como un puto arcoíris viviente. El negro es genial, y ya está. 

Dejo que mi cabello se seque mientras me lavo los dientes y me maquillo lo suficiente como para que mis ojeras no se noten tanto. Ahora sí sonrío a mi reflejo, hora de trabajar Emery.

Qué puto divertida es mi vida.

Rebel (h.s)Where stories live. Discover now