Capítulo​ γ': FUERA DE LA REALIDAD

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Coraline nos regaló una sonrisa antes de salir de la habitación

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Coraline nos regaló una sonrisa antes de salir de la habitación.

—Bueno, será mejor que los deje para que puedan desempacar sus cosas.

Una vez que Coraline se fue, quité el brazo de Et de mi cuello y lo miré con curiosidad.

—"¿Estamos entre familia?" ¿Qué fue eso? —dije, parándome frente a él y cruzándome de brazos. Et levantó una ceja, disfrutando del momento.

—Es cierto, somos primos terceros. Pero, si tú quieres —dijo acercándose de forma coqueta—, podríamos ser algo más que primos.

Esto me hizo reír, y Ethos se unió a mis risas.

—Buena ocurrencia, pero dejemos los chistes de incesto para después —intenté controlar mi risa, pero no pude evitarlo.

—Vamos, Lía. El gran Zeus se casó con su hermana, lo cual significa que nosotros también podríamos tener algo —dijo de manera sensual—. ¿Crees que no me doy cuenta de cómo miras mi trasero?

—Está bien, admito que tienes un buen trasero —dije cruzándome de brazos—, pero eso no cambia el hecho de que seamos familia. En mi opinión, el incesto no está bien. Además, también tengo un trasero firme, y sé que tú también lo miras.

Et levantó las manos en señal de rendición.

—De acuerdo, hagamos como si lo que acaba de suceder nunca hubiera pasado. De ahora en adelante, solo nos trataremos como primos, sin ninguna relación más que el cariño familiar.

—Está bien —respondí con una sonrisa.

—Oye, cambiando de tema... ¡Reclamo la cama junto a la ventana! —Et comenzó a correr hacia ella.

—¡Ni hablar! ¡También la quiero!

Rápidamente, saqué mi arco en un movimiento ágil.

—¡Alto ahí! —grité apuntándole con una flecha—. Si te mueves, haré que te enamores de una ardilla.

Et se giró lentamente, levantando las manos en el aire. Sonreí satisfecha.

—Así me gusta —dije mientras caminaba hacia la cama y dejaba mis cosas en ella—. Me alegra que nos entendamos —le guiñé un ojo.

Et solo me miró con una expresión molesta.

—Ganas esta vez, Lía —dijo con una sonrisa irónica, mientras se acercaba a la otra cama.

♡ ♡ ♡

Después de un rato de desempacar y organizar nuestras cosas, finalmente habíamos terminado. Me dejé caer en la cama y, segundos después, Et hizo lo mismo.

Señaló mi brazalete.

—¿Puedo verlo?

—Claro —dije mientras se lo pasaba.

—¿Por qué no se transforma en un arco conmigo? —preguntó mientras hacía movimientos extraños con él.

—Es un regalo de Hefesto. Solo yo puedo usarlo.

—Genial.

Noté que su mirada se desviaba hacia mis flechas, que estaban colocadas en la cama.

—Puedes tomarlas, pero ten cuidado de no pincharte. Un solo pinchazo y te enamorarás locamente de la primera persona que tengas en frente —lo miré fijamente, tratando de parecer seria.

Ethos me miró incrédulo. Al ver su expresión preocupada, no pude contener la risa.

—No te preocupes, Et. Sé que no eres tan tonto como para pincharte con ellas.

Le pasé las flechas para que las tomara.

—Sabes, creo que será mejor que me mantenga alejado de ellas —Et sonrió nerviosamente.

—Eres un miedoso.

Et bufó y luego sonrió.

—Eres una tonta —me revolvió el cabello—. Será mejor que durmamos, mañana será un día bastante interesante.

•••

Me encontraba en el Olimpo, pero ¿cuándo había llegado aquí?

Llevaba puesto un largo vestido azul, pero no recordaba haberme cambiado. Confundida, caminé por los pasillos que estaban extrañamente vacíos.

—¿Hola? —grité—. ¿Ethos, estás aquí? ¿Afrodita?

Silencio. No se escuchaba ni el más mínimo sonido. Todo estaba extrañamente silencioso.

—¿Padre?

Continué caminando hasta llegar al final del pasillo, donde se encontraba la sala principal. Sin dudarlo, me dirigí hacia allí.

Y como esperaba, no había nadie.

De repente, una especie de niebla negra comenzó a aparecer desde el pasillo por donde había venido.

¿Pero qué diablos...?

Retrocedí lentamente mientras la niebla se acercaba más.

—Corre —susurró una voz. Busqué de dónde provenía, pero no había nadie a la vista—. ¡Corre! —esta vez estaba más cerca.

Detrás de mí, de pie, había una sombra oscura. Traté de ver quién era, pero solo pude distinguir dos orbes brillantes: unos ojos azules eléctricos.

De la niebla emergió un gran lobo negro. Se acercó hacia mí, pero la sombra de ojos azules fue más rápida. Desenvainó su espada y comenzó a luchar contra el animal, que en cuestión de segundos se transformó en un hombre.

—¿Qué esperas, Axelia? ¡Te dije que corrieras! —Al escuchar mi nombre, reaccioné y obedecí, comencé a correr.

Corrí hasta llegar a las afueras del Olimpo. Ya no tenía a dónde ir, si continuaba, solo caería al precipicio y aún no tenía mis alas.

No sabía qué hacer, la niebla negra se acercaba cada vez más mientras volvía a adoptar forma humana.

—Vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí? —canturreó,  esa "cosa"—. El jefe estará contento de ver lo que encontré.

Comenzó a correr hacia mí, empujándome hacia el precipicio.

•••

Desperté de golpe. ¿Había sido solo un sueño? Porque la mirada de ese chico era tan intensa que parecía real. Y esa niebla... ¿Qué era esa cosa?

Hija de CupidoWhere stories live. Discover now