Llegada a Cádiz

21.4K 1.6K 119
                                    

~ Narrador ~


Anisa nunca antes ha tenido que comerse sus palabras y ahora está ahí. Bajo las miradas curiosas, sarcásticas o acusadoras del grupo. Maldice internamente, preparándose. Es evidente que todos pueden darse una idea de lo que ocurrió entre ellos. No solo por su aspecto, sino por el olor de él, que aún continúa en su cuerpo. Las expresiones de sus caras lo dicen y prácticamente puede adivinar lo que dirán.

―Eviten hacer cualquier tipo de comentario al respecto ―advierte de mala gana, comenzando a alejarse del grupo.

―Pero...

Farah intenta provocarla, pero le deja claro que no soportara burlas. Su mirada fulminante y la intervención mental de Armen aligeran la tensión. Él tampoco habla, se mantiene distante de ellos y al mismo tiempo alejado de ella. ¿Le tiene miedo? La idea le causa gracia.

Nadie dice nada mientras caminan, pero puede sentir las miradas oscilar entre ambos. Él también la observa. ¿Qué demonios me ve? Piensa triturando un par de rocas que ha recogido del piso. De alguna manera quiere desahogar su malestar.

Le alivia saber que su creador no le reprocha nada, aunque nota la sorpresa en Irina y Uriel, y ni mencionar a Gema. Decide no darle importancia y se repite, el hecho de que ellos deberían saber que solo había una manera de sobrevivir. Al demonio.

―Acamparemos aquí ―escucha decir a Uriel. Lo fulmina con la mirada. Lo único que desea es poder llegar a Cádiz y librarse del ambiente incómodo. Al menos ahí podría encontrarse con Abiel y pedirle que le asigne una tarea, para mantenerse alejada de él.

―Deberíamos seguir ―insiste sin ocultar su ansiedad.

―No ―niega Uriel y su irritación crece de nuevo.

"Contrólate, Anisa". Nuevamente Armen interviene, ordenando que acate la orden.

De mala gana se deja caer al piso y observa como todos se reparten deberes. Vigilar, buscar alimento y encender el fuego.

En medio del movimiento, sus ojos se encuentran, pero rápidamente rompe el contacto y finge no verlo. No entiende porque desde que lo hizo, parece tener un imán que la obliga a seguirlo. ¿Qué demonios te pasa, Anisa? Se reprende.

Escucha las conversaciones en silencio, sin prestar realmente atención. Su cabeza es un caos. Hasta que su voz se deja oír, captando su atención.

―Yo también lo creí ―dice y de nuevo lo mira―. Y lo habría hecho, de no ser por ella.

Al menos lo admite.

Piensa girando el rostro.

Es consciente que la odia, ella también a él. Pero al menos es agradecido después de haberse arriesgado de ese modo. No solo a caer de esa altura, sino a enfrentarse a esas cosas.

Observa las llamadas de la fogata en silencio. Escucha las respiraciones de Alain, Gema y Kassia. Farah y Uriel aun hacen guardia. Prácticamente todo está en silencio. Levanta los ojos y de nuevo están ahí los suyos. Esta vez no aparta la mirada. Se miran fijamente.

Es como aquella ocasión que se encontraron en la residencia Regan, cuando supo que él era quien deseaba asesinar a Armen. Solo que ahora sus ojos no reflejan desprecio, ni odio. Hay algo más, algo que no le gusta.

***

Pen observa la imponente ciudad, apenas emerge detrás de la colina. Nota el alivio en la mayoría de los rostros. Pero él no puede sentir lo mismo que ellos. No ha dejado de pensar en las personas que ha dejado atrás. Las mismas que confiaron en él y a las que de alguna manera les ha fallado, dejándolas a su suerte. Una parte de él se siente culpable, pero tal como se lo hizo saber el rubio, era eso o morir. Jamás espero que Aquiles pudiera traicionarlo y sobre todo, estar dispuesto a sacrificar a Gema. Eso desde luego que no pensaba permitirlo. Puede que se equivocara, pero ella no lastimo a nadie.

La Donante Extras (#1.5)Where stories live. Discover now