II

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Porque el talento que uno posee siempre debe servir para ayudar a los demás

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Desde niño había sabido hacer 2 cosas bien sin siquiera proponérselo, el pintar y el escuchar a la gente, había logrado que la gente sin importar quien le tuviera confianza para contarle los problemas que poseían, algo que en su mayoría de veces ayudaba a las personas que se lo contaban, aunque con el tiempo su método para ayudar a los demás había cambiado un poco.

El que uniera sus 2 habilidades para ayudar a la gente no fue algo premeditado, recordaba que había iniciado a pintar los problemas de los demás cuando su madre y su vecina estaban hablando de los problemas de cada una, él había tomado una hoja en blanco y comenzado a pintar alguna cosa, sus manos pintaban y sus ojos estaban enfocados en la hoja y los colores que estaban siendo plasmados en esta, pero su mente se hallaba concentrada en la conversación que había atrás suya, no estaba consciente de lo que estaba pintando hasta que su madre le llamo para preguntarle algo, fue ahí cuando los 3 lograron percatarse del dibujo que él había hecho, una mezcla de colores que representaban los sentimientos de tristeza y dolor mezclados con colores que daban esperanza dando a entender que siempre había una salida. Él no se había percatado del verdadero valor de lo que había hecho hasta que su madre lo abrazo llorando y su vecina se acercó a él para susurrarle un "gracias" antes de irse.

A sus 15 años era el pintor de vidas, problemas y soluciones o al menos así le decían sus mejores amigos puesto que una gran cantidad de personas le habían contado sus historias esperando que él les diera apoyo, el por su parte siempre escuchaba a esas personas, siempre quería dar un pequeño rayo de esperanza a esa gente.

Nunca había presentado alguna de sus pinturas a otra persona que no fuera la del problema, siempre había creído en la ideología de que ese tipo de cosas solo involucraba a 2 personas, algo así como lo de los psicólogos con la confidencialidad de paciente-psicólogo. Por eso cuando sus amigos trataban de ver otra pintura se molestaba, pues no era algo que les concerniera a ellos.

Poco antes de los 17 un hombre había aparecido ante el pidiéndole ayuda, el menor sabía que le mentía pues sus ojos reflejaban sus verdaderas intenciones, aun así no se lo hecho en cara hasta estar en el pequeño estudio de su casa. El hombre lo veía con asombro y el solo le vio con diversión, él siempre sabía cuando las personas le mentían, no por nada sus amigos decían que tenía "Los ojos que reflejaban las almas", algo completamente tonto pero era bastante cierto. El hombre dio a conocer sus verdaderos motivos, los cuales eran dar a conocer todas sus pinturas en exhibiciones.

Se negó esa y 13 veces más puesto que realmente quería mantenerlas en secreto, pero luego de que sus amigos le dijeran que nada perdía con intentarlo. El, al final con el pensamiento de que quizá luego podría ayudar a más personas, acepto la propuesta de aquel hombre.

Teniendo cerca de los 19 había sufrido un golpe bajo en su vida, su abuela había muerto de causas naturales, su padre había muerto en una explosión de un avión debido a un ataque terrorista y su madre se había sumido en la depresión hasta morir. La rabia y las ganas de mandar todo al diablo lo habían consumido, ya no tenía ninguna motivación por la cual luchar... ya no tenía a nadie.

Hubiera renunciado a todo de no ser por los recuerdos de sus amigos, ellos siempre estaban llenos de problemas y siempre le pedían ayuda, no podía dejarles solos y que se ahogaran por completo en ellos, además todavía tenía que pensar en la gente que podía ayudar, no iba a rendirse tan fácilmente.

Malditamente PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora