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Veintinueve

Estaba pensando en qué hacer. Ya era la una de la mañana. No podía ni pararse. Y para colmo, aún no se dormía, esa bebida debe de ser muy fuerte. Si entraba en su casa cargándola su papá me mata. Pero... Y si... Ya ha pasado. No creo que Mad le vea inconveniente.

— ¡Oye tú! Se supone que iba a regresar con Jess. ¡No contigo!— Maddie no había parado de quejarse— Aunque te pareces mucho a él... ¿No eres su hermano gemelo perdido que estaba en Narnia todo este tiempo, que ahora salió de un pozo y siempre ha llevado una máscara de hierro, y ahora vienes a por el reino?

Me restregué la cara con las manos. Tenía que seguir su juego si quería que haga lo que yo quiera.

— Sí, pero no se lo digas. Él no lo sabe — esto suena tonto —Ahora, voy a cargarte para jugar, ¿Si?

— Okey. Pero si te sobrepasas, ¡te digo que soy karate negra en cinta!

Ay Mad, si te escucharas hablar.

La cargué sobre mi otra vez, saqué las llaves y entré en casa, tenía que ir directo a mi habitación si no quería que mis padres se llevaran un mal concepto de ella.

— Hermano de Jessey, ¿Cómo te llamas? Ah ya sé, ¿También te llamas Jessey?— se rió

— Maddie —le tapé la boca, y le susurré que se callara — Nos van a escuchar y vas a tener un problema bien grande.

Se calló y pude entrar en mi habitación. La dejé en mi cama y fui a cambiarme, ella pesaba y me había hecho sudar.

Cuando regresé la encontré sentada y me miraba con esos ojos café adormilados.

— ¿Donde está Jess? —miró por todos lados— Se supone que él me iba a hacer reír siempre. ¿Está escondido?— hablaba en susurros

Me acerqué a ella para hablarle bajito—Según me contó, ustedes son mejores amigos, ¿cierto?

— ¡Oh sí! Somos buenos amigos, me ha ayudado cuando más lo necesité. Me molesté mucho con él cuando no me creyó, ¿sabías? Me alejé de él, él quiere a Rouse, aunque en el fondo diga que ya no. Cuando nos alejamos lo extrañaba mucho, sus bromas, sus tonterías, su voz, su cabello, sus ojos... Ahora que lo pienso tiene un bonito color, son verdes pero con un toque de avellana, ¡son verllana!

— ¿Verllana? ¿Estás segura que existe eso señorita lenguaje?— le decía así porque siempre que podía me corregía — ¿Así que piensas que son bonitos?

— Son... Lindos. Te pareces mucho, pero no tanto. Jessey uno, tiene la piel bronceada y anoche llevaba jeans, sus All Star y un polo a juego, y tú no llevas eso Jessey dos.

— ¿Jessey uno y dos? — traté de no reírme — Me gustaría seguir jugando contigo pero ya es hora de dormir, al menos si quieres subir por el árbol hoy a la primera hora antes de que tus padres se den cuenta de que no has dormido en casa.

— Hablas mucho...Pero no quiero...— dijo esto y su cabeza se posó en la mía, estábamos frente a frente. Se había quedado dormida.

La recosté y le saqué sus vans. Hoy estaba linda.

Maldito vodka, ¿en qué discoteca vas a encontrar que te sirvan agua?

Me reí por lo ingenua que había sido Maddie hoy, pero era esa característica lo que la hacía tierna.

Me eché a su lado, estaba igual que el otro día que la vi. Su rostro tenía paz. Programé alarma para las seis de la mañana, y una vez hice eso, volví a mirarla; volví a tocarle su mano, era suave; le acaricié el cabello, su largo cabello castaño. Quería que me viera con esos ojos café que a mí también me gustaban, al igual que a ella le gustan los míos. Nunca me lo había dicho. Me dormí pensando en eso.

POV Maddie

Despierta! Despierta! ¡Me está doliendo! ¡Oyeeeeeee! Ese sonido me está matando. ¡¿Qué no sabes que es hora de despertar?!

— Ahhhh — me quejé al momento que abrí los ojos y la luz me cegó— ¡Ay dolor dolor! —y mi cabeza estallaba.

Había un horrendo sonido que me había despertado. Miré alrededor de la habitación, no era mía.
Quise moverme, pero otro cuerpo me lo impedía. No me creí lo que vi.
Jessey estaba durmiendo a mi lado, y ni el sonido del despertador lo despierta.

¡Maldita sea! ¡No, no, no, no! No me digan que él y yo... Ay no, ¡no no puede ser!

Empecé a moverlo para que despertara. — Jessey, despierta. Quiero que me respondas algo. ¡Despieeertaa! —noté como abría poco a poco los ojos.

— ¿Qué? ¿Ya son las seis?—se despertó más rápido de lo que esperaba— ¡Ponte tus vans ahora! Rápido mi mamá entra a las seis con quince a mi habitación.— estaba petrificada— Maddie, ¡ahora!

Me paré de un salto. Lo cual no fue bueno, aún me daba vueltas la cabeza. Terminé en el suelo, Jessey se río.

Juro que después lo mato.

Me levante con cuidado y vi que estaba completamente vestida. Me puse mis vans mientras preguntaba vergonzosamente— ¡Hey! Tú... Y yo... ¿No pasó nada verdad?

Me miró como si estuviera pensando lo que iba a decir— Eh, ayer estuvimos muy tomados y... Creo que... Sí paso algo.— me quedó mirando comprimiendo sus labios como si retuviera algo. Y lo soltó. Una carcajada.

— No pasó nada, sería incapaz.— se escucharon pasos — Vete rápido. ¡Ahora! En la pared hay unas maderas salidas, úsalos como escalones.

Salí por la ventana lo más rápido que pude y fui a mi casa por la parte trasera. Tenía que subir pronto. Mamá entraba a despertarme seis y media también.

Noté marcas en el árbol. Las de Jessey. Subí también lo más rápido que pude y llegué justo a tiempo como para acostarme y hacerme la dormida antes de que llegara mi mamá.

— ¿Querida? Despierta ya. Aunque sea domingo, tienes que levantarte temprano, para ir a misa.— me dijo mi madre cuando entró.— Ay, Maddie Liliana, otra vez seguro que olvidaste sacar la basura, apesta horrible.

Jejeje la que apesta es Maddie.

Sh, cállese.

Me había salvado de una. Pero aún me dolía la cabeza, de tantas dudas. ¿Qué pasó anoche? Y lo más importante, ¿Por qué amanecí con mi amigo de ojos verdes y cabello azabache?

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De Mejores Amigos a NoviosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora