I

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¿Quién dice que la vida es sencilla? Esta jamás lo es.

Mucho menos si te piden ser... malditamente perfecto

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Veía a su madre en cama, como una enfermedad se la llevaba lejos de él, a un lugar donde él no podría alcanzarla, la vio sonreír ligeramente antes de cerrar sus ojos en un sueño eterno. No era más que un niño cuando la perdió, aquella luz que siempre lo ilumino en la oscuridad de la soledad se había ido para siempre.

Con el paso del tiempo las cosas iban empeorando, tanto con su padre como consigo mismo, su padre le pedía mejores notas, que viera como se vestía, que se juntara con ciertas personas y que se alejara de otras y él lo hacía, todo lo que le pedía su padre lo hacía pero ni con eso era suficiente para complacerlo.

Mientras iba creciendo veía como sus compañeros cambiaban y eran "felices", mientras que el cada vez iba peor, sus notas habían caído hasta volverse reprobados pero a él poco le importaba, su meta siempre había sido complacer a su padre pero si a él no le interesaba porque debía seguir con ello, no tenía una motivación fija y quizá jamás la tendría.

Cuando cumplo los 15 comenzó a juntarse con malas compañías, ya nada le importaba más que la sensación que sus "amigos" le hacían sentir, una falsa libertad por medio de lo único que quizá lo ataría siempre, las drogas.

No paso mucho para que su padre le gritara por estar poniendo en mal el apellido que poseían, para él era algo que ya no valía la pena, pero entre más ignoraba a su padre las cosas se tornaban aun peor hasta que algo dentro de él estallo. El permitía muchas cosas pero había algo que no y es que le dijeran inútil, de niño siempre había tratado de ser el hijo perfecto y nunca había recibido nada de su padre más que quejas, las cuales el trataba de satisfacer, pero ahora que le dijera que siempre fue un inútil toco un punto clave en su interior, un punto que despertó algo dentro de sí.

Había dejado a sus supuestos amigos y con ello las drogas, no necesitaba a nadie más que a sí mismo, él era perfecto y los demás se darían cuenta de ello. Sus notas se volvieron perfectas y era el único con un promedio perfecto en aquella academia, algo que le importaba muy poco, después de todo era algo que debía ser, alguien perfecto como él no podía tener notas tan mediocres como el resto.

Su padre ya no se metía en su vida, se había convertido en el hijo que él deseaba, un hijo perfecto que ponía en alto el apellido que poseían... o eso creía al menos. Salidas, malgastos de dinero de su padre, líos de una noche y hace como si nada sucedía al día siguiente, ese era el día a día del chico "perfecto". Su vida iba viento en popa hasta que su padre descubrió todo lo que estaba haciendo y de nuevo le echó en cara que no era el hijo que deseaba tener.

Aquello de alguna manera lo había golpeado pero quiso hacerse el loco, había salido de su casa a caminar ya que necesitaba despejarse un poco, camino pensando en todo lo que había vivido en esos casi 20 años y se preguntó si estaba haciendo bien o no las cosas, la impotencia de la imperfección volvió a él y se sintió encerrado en un ciclo que jamás acabaría.

Habían pasado unas cuantas semanas de aquello cuando su padre le dijo que deberían ir a una exposición de arte dado que la hija de uno de sus socios expondría una pintura y le había pedido su asistencia. Pudo haberse negado y hacerlo ir solo pero algo dentro de él le decía que debía ir, que era necesario que estuviera en aquella exposición, por lo que cuando su padre le pregunto si iría el asintió sin decir más.

La exposición era bastante llamativa debido a que no eran pinturas comunes y aburridas, la mayoría eran estrambóticas aunque a él poco le interesara. Su padre estaba hablando con su socio sobre la pintura aun no expuesta de su hija mientras él se mantenía en una esquina guardando silencio hasta que una pequeña multitud de gente llamo su atención.

Camino en silencio pues no quería que su padre se diera cuenta que se iba de donde debía estar y camino hasta donde estaba toda aquella gente, se notaba que todos estaban interesados en una pintura y su curiosidad lo invadió haciéndole acercarse a esta.

Sus ojos se abrieron con asombro al ver aquella pintura, no porque se identificara con esta por los sentimientos que transmitía, sino porque en aquella pintura estaba el, rodeado de varios colores un poco oscuros como si reflejaran su dolor y a un lado cercano a su rostro se leía una frase que había logrado el que quisiera llorar.

Se alejó de la pintura mientras su mirada buscaba a alguien que pudiera ser el pintor de aquella obra, quería hablarle y preguntarle porque lo había pintado a él pudiendo pintar a cualquier otra persona, no lo encontró.

Camino hasta su padre interrumpiendo su charla con su socio y pidió disculpas pues no podía quedarse más, su padre a pesar de verlo con molestia logro ver en los ojos de su hijo un tipo de malestar y le dejo irse.

El aire de invierno azoto su cara y mientras él iba caminando su mente seguía varada en la frase de la pintura ya que esta acababa de hacerle desear tener una mejor vida de la que llevaba, una frase que siempre quiso que alguien le dijera.

"Tú eres perfecto para mi"

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Espero que les haya gustado

Es corto, lo se, pero prefiero eso a hacerlo largo y arruinarlo

Mañana la segunda parte desde el lado del bello pintor

Malditamente PerfectoWhere stories live. Discover now