De princesas y piratas

Corazón

Le tomó la mano y la obliga a sostener algo en ella.

—¿Qué se supone qué es esto?

Su voz era todavía fría, todavía tenía esa ventaja de la apatía y de la furia gelida subyacente.

—Es mi corazón, Swan.

—Puedo ver eso. ¿Por qué demonios está en mi mano? 

Killian se limitó a mirarla con suavidad, conteniendo las lágrimas.

—Es tuyo, amor. Ha sido así por un tiempo.

Cerró suavemente sus dedos alrededor de la luz.

—Y si ya no lo necesitas, Emma, ​​yo tampoco.

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SIN NOMBRE

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