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Luego de pasar desperdiciando cinco minutos de mi vida, imaginando cómo sería tener un caballo en mi casa, opté por llamar a José, si al que le he estado diciendo que no, pregunté si estaba disponible y dijo que sí.

El punto era que, estaba nerviosa, ningún chico había venido a mi casa, antes porque no tenía interés sobre el amor, ahora, mi casa probablemente era la cocina de cualquier casa de mis compañeros. Miraba el reloj cada minuto, contaba los segundo esperando que se acercara la hora final.

«Si, era tan dramática»

Cuando el timbre sonó, salí corriendo para abrir la puerta antes que mi madre lo hiciera. El chico no era feo, para nada, pero él tenía un no sé qué, que me hacía dudar sobre sus intenciones; era eso, o la poca auto estima que me tenía.

Con un beso en la mejilla lo recibí, y traté en vano de salir corriendo pero mí no astuta madre para hombres y si astuta para acosarme saliera con el típico sermón, que obviamente a ella le dio igual, sino no estaría yo aquí en ese caso.

-Y debes venir antes de las diez...- Solo giraba mi cabeza por inercia. Mi madre era un hipócrita, hace horas me estaba literalmente echando de MI casa, o cuarto, o lo que sea que tenga; y en ese momento se hacía la digna. Reprimí un bufido, al ver cómo miraba de pies a cabeza a José, porque estaba muy guapo, creo que en parte de mis lagunas mentales era él y su semblante de mírame, soy guapo...cómeme o te comeré.

-Sí, sí, sí. Nos vemos, tú también disfruta tu tiempo libre-dije con ironía, mientras en mi interior gritaba otras cosas, que obviamente no puedo decir en este momento ¿Por qué? Bueno son cosas que quiero olvidar.


Te conocí un viernes treceOnde histórias criam vida. Descubra agora