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No sé qué me sorprendió más. Sí ver que tú eras el asesor, quizás porque eres el mejor en ingles del salón, o simplemente no tenías nada que hacer un sábado por la mañana; o que me llamaras por mi nombre al verme en la puerta.

Nunca en la vida se había escuchado tan bien mi nombre, hasta que salió de tus labios.

—¿Valeria, cierto?

—Sí, yo lo siento por la hora, mi madre...—Traté de excusarme, pero su mano me impidió que continuara.

Se acercó a mí, y con una poca distancia entre él y yo dijo: -Nunca le eches la culpa de tus errores a otros.

Los demás chicos comenzaron a reírse, y me quedé congelada. Asentí y seguí mi camino hacia el pupitre que estaba al final del salón.

Que estaba pensando, al verlo lindo. Era un tonto... y yo más.



Te conocí un viernes treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora