Soplidos

7 1 0
                                    

Volvía de la oficina y quería retrasar la llegada a casa, esa mañana me había peleado con mi señora y estaba convencido de que la disputa seguiría en cuanto retornase. De camino a la parada del colectivo vi un bar medio desierto. El antro se hallaba en una esquina y la fachada anunciaba: "decadente". Parecía un sitio propicio para darle rienda suelta a mi angustia, así que me metí. En su interior unas cuantas mesas contra los amplios ventanales y una barra algo mojada por el constante pasar de un trapo húmedo. Me acomode en un rincón apartado, en una silla que crujió al sentarme sobre ella, le hice una seña al dueño para acudiera a atenderme y una vez que lo tuve enfrente le solicité un cortado. Luego de unos minutos él regresó con una taza algo resquebrajada que contenía el humeante pedido. Encendí un cigarrillo y comencé a propinarle pitadas casuales intercaladas con sorbos de café. Observando desde mi sitio empecé a examinar el panorama; en el recinto solo nos hallábamos el tabernero, un borracho y yo, la atmósfera estaba impregnada con un sutil aroma a licor y las ventanas eran atravesadas por anaranjados rayos de sol. Lo único que considere digno de mi atención fue el taciturno ebrio derrumbado sobre la barra con un vaso de whisky en su mano derecha y el rostro hundido en su antebrazo, en su cuello alcanzaba a distinguir unas marcas rojizas, aparentaban ser ronchas provocadas por picaduras de mosquitos, por debajo de su acalorado gaznaste flameaba ligeramente el desabotonado cuello de su camisa. Una modesta brisa se levantaba en el exterior e ingresaba en el bar, el hombre alcoholizado al percibirla salió de su ensimismamiento y se irguió con premura:

- ¿Qué le ocurre don? ¿Le sirvo más?- lo interrogó el posadero.

El tipo asintió con la cabeza y el cantinero recargó su vaso. Al quedar al descubierto su semblante pude apreciar la magnitud del malestar que lo agraviaba, su expresión denotaba desesperación, sus rasgos se encontraban tensos formando una mueca lamentable. El sujeto tomó el vaso colmado de alcohol y lo vertió de lleno en su garganta, a continuación retiró un papel doblado en dos desde uno de los bolsillos traseros de su pantalón, lo desplegó y lo contempló con fastidio, seguidamente lo apretó con rigor entre sus palmas y se volvió a desplomar sobre la tarima...

Transcurridas unas cuantas horas un intenso viento se genero en las afueras del local, su fuerza bastaba para levantar la basura y el polvo de la calle, acompañando el cambio ambiental el nerviosismo del borracho comenzó a aumentar. Una impetuosa ventisca incidió desde todas las aberturas del negocio, logrando que las hojas de las ventanas colisionaran bruscamente contra las paredes. El ebrio empezó a lagrimear entre atormentados sollozos. Las nubes se aglomeraron y el cielo se tornó plomizo, la violenta corriente se sosegó y la lluvia arremetió sobre la zona.

La tempestad duro lo que el llanto del borracho, una vez que ambos cesaron me dispuse a regresar a mi "hogar", no obstante, una vez más, el viento se encrespó y al querer retirarme de la lúgubre pocilga me arrastró de un soplido devuelta a mi asiento. La potente ráfaga suscitó histeria en el entristecido hombre ahogado en alcohol, este arrojó un condenado grito al aire y golpeo su agobiado cráneo contra la barra. Reiteradamente se desató el aguacero. A las diez de la noche al diluvio se le sumaron rayos y truenos, el ebrio tiritaba al oírlos. A las once todo se apaciguo dando pie a una calma llovizna, el borracho abandonó su lugar y con la voz quebrada musitó: "Ya no hay más que hacer." Arrojó unos cuantos billetes sobre el mostrador, se arrimó a la entrada y ante él una arrebatadora bocanada de aire irrumpió en el local, el resignado hombre abandonó la escena soltando el papel que sujetaba entre sus dedos, este acabo junto a mis zapatos, lo recogí; era un recorte de diario, de un lado el reporte del tiempo: "Se pronostican fuertes tormentas para esta noche." del otro un aviso clasificado: "Espérame hoy a las 23:00 pm en cualquier bar. Iré a cobrar mi paga, iré a llevarme tu alma." Finalmente miré en dirección a la calle y vi como la silueta de aquel tipo se discurría entre las ligeras gotas de lluvia hasta desvanecer.

VOCABLO IMPUROWhere stories live. Discover now