Exfoliación

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Una toalla se ciñe a tu ingle. Tu pelo se encuentra aplastado contra tu cráneo a causas del peso del agua. De sus puntas se escurren gotas que luego fluyen por tu torso. El ambiente vaporoso turba tu respiración. No cerraste con firmeza la llave de la ducha. Desempañas el espejo con el dorso de tu mano para descubrir que la humedad también ha inundado tus ojos. La suciedad de tu expresión ha enmugrecido el rocío que desciende por tu rostro. Te ves repugnante, el baño no te ha servido de nada. Sencillamente tu carne se halla saturada con la inmundicia cotidiana y no hay jabón con agradable fragancia que te libre de tal hedor. Tus ilusiones se han fundido a tu pereza. Detestas verte vencido por el desgano. Aborreces que la palabra esperanza haya quedado relegada a un segundo plano. Odias haber aceptado como natural el olor a mierda que emana la humanidad. Sabés bien que un mortal es ajeno a lo puro, sin embargo, eres lo bastante hipócrita como para aparentar una integridad absoluta. Solo una minoría, tan mínima como el agua potable en el mundo, posee entre sus neuronas nobles y translucidos ideales. Sientes que tu pecho corrupto empieza a bramar de putrefacción.

Tu esencia ya no estiliza tus actos, te has perdido por completo. Totalmente maleable es el alma de un humano. Una sensación de cosquilleo reside en la boca de tu estomago. Examinas mejor el área en la que se unen tus costillas, tu piel luce un poco más deteriorada en ese sitio. No puedes evitar el impulso de rascarte. Tus uñas están largas, desde que te despidieron que no te las cortas. Cuestiones de la economía. Recortes de presupuesto. En fin, no es tu culpa, solo no eras indispensable para ellos. Te has autoconvencido de que serás capaz de encontrar otro empleo que te contente, no obstante, lo único que haces es vagabundear por el living de tu casa. Rondas la cuarta década y no tienes titulo, dudas que te vayan a tomar. Les va importar un pomo tu experiencia. Acaricias la agorafobia, ella, a su vez, te seduce. Los robos son cada vez más violentos y frecuentes en tu barrio. No conviene arriesgarse.

La punta de tus dedos desmigaja con sutileza la piel que recubre tu tórax. Inspeccionas debajo de tus uñas, hay una costra de células muertas. De manera insistente, continuas desmenuzando la epidermis de tu pecho. Células muertas, células muertas, fragmentos que se van desprendiendo, porciones inútiles de tu ser. Se unen y forman grumos que se amontonan sobre el lavado. Te arde. El aire mojado irrita aun más la zona. Perseveras de manera mecánica, intensificas el ritmo conforme pasan los segundos. Escarbas pretendiendo alcanzar tejido epitelial que goce de firmeza. Blanda, casi mohosa es la textura. Cual leproso se desprenden cachos grotescos de ti.

¿Que te había dicho ella? Fue algo que te hizo expulsar un quejido sordo desde tu afligida garganta. No lo negaste. La frase fue puntiaguda pero sincera. Mañana, arrepentida, vendrá a visitarte con lagrimas en las corneas. Ya te has desecho de las primeras capas de tu dermis, un ligero sangrado emerge desde el amplio y somero hueco que cavaste en tu pecho. Te sigue pareciendo pútrido. Nuevamente, hincas tus garras en tu lacerado pellejo y remueves todo aquello que te resulta inservible. Tu ulcerada piel emana un vomitivo y oxidado perfume. Se encuentra en pleno proceso de descomposición. Te has teñido de una infecta tonalidad bordo las huellas digitales. Tu tacto se ha topado con un tramado fibroso que ofrece resistencia; vasos capilares. Diminutas venas y arterías entrelazadas entre sí. Las desgarras sin vacilación, las arrancas para continuar con tu labor. Ya no te acosa dolor alguno; las terminaciones nerviosas del sector ya no funcionan. La oscura y viscosa sangre adereza los cúmulos de piel que desbordan el lavado.

¿Que debes hacer antes de que acabe la semana? Ah cierto, todavía un par de facturas se encuentran impagas. Quizá lo mejor sería dar de baja algún servicio, puesto que ya no tienes sueldo. Te has estado manteniendo con el fondo de desempleo y la escasa comisión que recibes del negocio al que estas asociado. Dentro de poco la desabrida torta se dividirá en pedazos de mayor tamaño.

Has alcanzado tu carne. Se trata de una película amorcillada, cálida y gelatinosa. La retiras sin esfuerzo y la arrojas sobre el resto de tus desperdicios. Tus costillas han sido develadas. Las rozas con ambas manos, son ásperas. Al sujetarlas con fuerza se han hecho polvo como si fueran terrones de cal. En el espejo aprecias con claridad dos de tus órganos vitales; tus cenicientos pulmones y esa cosa palpitante. Tu corazón es feo ¿Por qué siempre se le atribuyen propiedades tan magnificas? Inclusive han simplificado y embellecido su forma para volverla comercial. Este apenas late. Despresurizas tus bronquios para observarlo mejor. Luce marchito. Su férreo color indica desgaste. Apartándolo de tu cavidad ósea lo sujetas en una de tus palmas y lo comienzas a desgajar: aurícula por aurícula, ventrículo por ventrículo. Algo quema en su interior. Una sensación puntiaguda y ferviente se desarrolla entre sus fibras musculares.

Has retirado gran parte del endocardio y ahora empiezas a deshacerte del miocardio. Su estructura es un conjunto de elásticos resecos. Desprendes la vena cava, parece caucho viejo, y un rayo de luz brota desde su interior. Una masa lumínica se resbala con lentitud fuera de tu corazón; el espacio liberado es ocupado por el vacío. Intentas retenerla en su lugar. La empujas buscando que reingrese. Es en vano. Su marcha es inevitable, tú la provocaste. De forma gradual vas perdiendo la conciencia. La esfera centelleante se refleja en el espejo; tus pupilas no aguantan su fulgor. Bajas los parpados. Ella culmina su desprendimiento, caes sobre los fríos azulejos del suelo. Falleciste. Ella, levitando, se aproxima a tu rostro y se quita la película refulgente que la enfunda para depositarla sobre tu cabeza en forma de moneda. El núcleo de tu alma se precipita hacia el desagüe. Adaptándose al dibujo de la rejilla, abandona la escena metiéndose en las cloacas. Va camino a ser reciclada. Su antiguo contenedor podrá usarse como abono...



VOCABLO IMPUROWhere stories live. Discover now