-¡Qué! No. No lo creo- dijo haciendo gestos.

Asintió varias veces con la cabeza -Si lo crees.

-No.

-Si- alzó ambas cejas -será divertido, anda- hizo un puchero.

Él se rió, saco del bolsillo trasero de su pantalón las llaves y las movió en el aire sonriendo -Solo estaba bromeando, vamos pecosa, demos un paseo en moto.

-¡Si!

-¿No te vas a ir a cambiar la ropa?

Llevaba un vestido floreado de tirantes con vuelo que le llegaba arriba de las rodillas.

-Así estoy bien, llevo shorts si eso es lo que te preocupa- entrecerró los ojos.

-Por mí no hay problema, me encanta la vista- respondió moviendo las cejas coqueto.

Ella le sacó la lengua.

Rayder subió primero a la moto, luego le ofreció la mano a Jade -Con cuidado, apoya tu pie ahí- le señaló un pequeño pedal.

-Ok- tomó la mano de él y subió a la parte trasera.

-Tus brazos- Jade los estiró para que los viera, Rayder los agarró -van aquí -se los llevó a su cintura para que lo abrazara.

Ninguno de los dos podía ver la enorme sonrisa que tenía el otro en el rostro, Rayder metió las llaves en el swich, apretó unos botones y la moto rugió.

-Sostente fuerte de mí Jade.

-Ok- se asió fuerte enlazando sus manos en la cintura de él.

Encendió la moto, se movió acelerando de a poco y salieron a dar un paseo.

Recorrieron la zona habitacional, pasaron por los edificios principales hasta llegar a las puertas eléctricas de la Base, dieron una vuelta por el pueblo y de ahí a la carretera. Jade sentía su cabello moverse con el viento, sus manos estaban bien sujetas a la cintura de Rayder, podía sentir los abdominales a través de la playera duros como una roca, su espalda ancha y los músculos de los brazos se marcaban por la fuerza que ejercía en cada movimiento al conducir la motocicleta. Y en ese momento se sintió feliz, libre. Con él.

Rayder podía sentir las manos de Jade apretarlo en su cintura y le gustó el efecto que le provocaba, por muy raro que pareciera, para él tenía sentido que fuera tocado por ella y no le importó donde ir, solo siguió manejando la motocicleta sin rumbo fijo, hasta que el pueblo desapareció en el retrovisor, empezaron las granjas esparcidas al lado de la carretera y más adelante campos desiertos.

-¡Rayder!- gritó Jade.

El movió la cabeza hacia atrás -¡Que pasa!

-¡Esto es genial!- apretó su cintura ligeramente y él asintió con una gran sonrisa.

Estuvieron en carretera disfrutando el paseo quien sabe por cuánto tiempo, Rayder desaceleró y dobló a la derecha para entrar en un gran terreno plano con unos cuantos árboles, a lo lejos había una casa construida a medias y fue para allá.

Grandes vigas de madera en pila, una pequeña bodega con candado, la casa a medio construir tenía las cuatro paredes hechas y una parte techada, todavía faltaba para terminarla.

Estacionó, bajaron de la moto y caminaron a la construcción.

-¿Quién querría tener una casa en medio de la nada?- preguntó Jade.

-Alguien que disfruta de la privacidad.

-De la soledad querrás decir, vamos a husmear.

-Espera...

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now