Mia en busca del amor verdadero

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No podía más de la ansiedad, el vuelo de Miami a Nueva York duraba casi 3 horas, dentro de ese avión me sentía asfixiada; lo único que quería era llegar de una vez para ir directo a buscar a mi charito...fue tanto lo que le suplique a Roberta cuando le hable por teléfono la noche anterior que se compadeció de mí y me dio las datos del hotel donde se estaba hospedando.

Apenas baje del avión tome un taxi que me dejo frente mismo al Hyatt Place New York, cada vez estaba más cerca del amor de mi vida; estaba tan nerviosa que me temblaban las piernas, sentía mariposas en el estomago y me costaba respirar...

Entre y fui inmediatamente hasta la recepción, ahí me indicaron que el cuarto de Miguel era el numero 103 y que se encontraba en el segundo piso del hotel; pregunte también si él se hallaba en ese momento o tal vez había salido y cuando me dijeron que efectivamente estaba allí y que no había salido del hotel en todo el día sentí que el corazón se me salió del pecho.

Tome el ascensor, cuánto tiempo faltaba para que lo vea? Tal vez ni un par de minutos...llevaba una maleta chiquita porque el resto de mi equipaje se lo había llevado Gaston y en mis manos un pequeño maletín de color lila, el maletín en donde guardaba mi tesoro mas valioso; mis cartas, esas cartas que le escribí a mi charrito con tanto amor...

Había llegado al segundo piso, era tanta mi emoción que no pude evitar que las lagrimas mojaran mis mejillas...pero cuando se abrieron las puertas del ascensor, esas lagrimas de amor se convirtieron en lagrimas de dolor, un dolor tan profundo que no lo puedo llegar a describir.

No podía creer lo que veía, eso no era precisamente lo que yo había soñado que pasaría cuando tuviera a Miguel frente a mí; más que un sueño parecía una horrendida pesadilla...Miguel, mi Miguel a los besos con una lobuki que ni siquiera sé quien es ni que significa en su vida.

Me quede paralizada, no podía reaccionar; no sabía si salir corriendo o gritarle unas cuantas cosas a Miguel, lloraba sin parar y justamente fue mi llanto lo que hizo que él y esa lobuki se dieran cuenta de mi presencia.

Miguel: Mia...que haces aquí?

Miguel se veía pálido, pareciera que no solamente yo me había llevado una sorpresa; francamente el tampoco sabía qué hacer, se quedo callado por unos segundos y luego al ver que yo no podía dejar de llorar trato de explicarme....

Miguel: Mia por favor escúchame...

Mia: no Miguel, no quiero escuchar ni una palabra más de tu boca, eres puro choro charro.

Ni siquiera sé cómo pude contestarle, apenas me salía la voz pero aún así no me quede callada; no podía hacerlo después de lo que vi. En ese momento me tomo del brazo y me acerco a él, Miguel fue tan brusco que sin querer se me cayo de las manos el maletín con las cartas y quedo tirado en el suelo junto al ascensor...

Miguel: mi amor por favor deja de llorar y escúchame, no es lo que tú piensas, permíteme explicarte Mia...tenemos tantas cosas que debemos aclarar.

Miguel me tenía sujeta entre sus brazos, de pronto nuestras miradas se cruzaron y me perdí en sus ojos como desde tanto tiempo no lo hacía; me di cuenta que reflejaban una gran tristeza y por un instante estuve a punto de olvidarme de todo y besarlo....pero como hacerlo si a unos escasos metros estaba esa maldita lobuki siguiendo atenta lo que estaba sucediendo entre nosotros; fue entonces que con toda mi rabia me libere de sus brazos y apartándome de él salí corriendo hacia las escaleras de emergencia.

Una nueva esperanza de amarWhere stories live. Discover now